El Papá De Mi Amiga +18 romance Capítulo 15

—Por supuesto que pondría al tanto de la situación a tus abuelos ellos merecían saber lo que estaba ocurriendocon su hija. No porque Marcos fuera mi amigo yo tendría que meter las manos al fuego por él, no se lo merecía, lo que estaba haciendo estaba muy mal. Así que después de haber presenciado eso lo primero que hice fue hablar con él y estaba muy apenado por lo ocurrido e incluso me confesó que él no buscaba una aventura con tu madre sino que realmente la quería, sin embargo la edad era un fuerte impedimento y mucho más para aquella época, se sentía un imbécil por arriesgarse y de algún modo también ponerla en peligro a ella, pues aún era muy joven para que anduviera en esas cosas. Tu padre ya era un hombre adulto tenía los 25 años y aunque solo era un par de años lo que le llevaba a Mónica la diferencia importaba cuando ella seguía siendo un adolescente, se iba a meter en muchos problemas con la ley sí continuaba con ella, así que debía tomar una decisión. Me pidió que no le contara nada a los padres de tu mamá pero yo sabía que ocultarlo no era una buena decisión, lo correcto era ir hacia esas dos personas que además eran mis suegros y decirles lo que estaba ocurriendo, pero era un asunto que no solo me concernía decir, también a Marcos, de esa forma sería responsable.

—Ahora lo entiendo todo y él nunca lo hizo, ¿no es así? Fue un cobarde y de ese modo es cómo se volvió un irresponsable, actuando de esa manera solo demostró que no la amaba de verdad, hasta la dejó embarazada.

—De ti, sí. —le recordó —. Eres producto de esa relación furtiva, prohibida, secreta aún así, yo no veo por qué cambiar este presente. Lo importante es que ahora tú estás aquí incluso si tu madre no puede verlo, pero sé que sea donde esté, ella te sigue queriendo...

—Lo sé. ¿Qué pasó con mi padre?

—Mónica y marcos continuaron con lo mismo y yo aún no le contaba nada a tus abuelos, no encontraba el momento adecuado y posponer tanto la situación dio rienda suelta a que esa locura continuara, incluso a que se transformara en algo más complicado. Luego Mónica había quedado embarazada de ti, a esa corta edad y tenía mucho miedo a la primera que se lo dijo fue a tu tía, quién ese momento salía conmigo y estábamos a punto de tomar las cosas más en serio y casarnos, mi esposa estaba perturbada con todo lo que se había enterado en ese momento, no podía creer que su hermana chiquita estuviera a la espera de un bebé y verla tan atemorizada la hizo imaginar un montón de cosas, lo primero que se le vino a la cabeza fue que probablemente había sido violada pero al escucharla decir de quién era el bebé y como había sucedido las cosas, quedó perpleja.

Hope mientras escuchaba cada palabra que le decía Leonardo, se estaba montando cada escena en su mente, podía palpar la tensión el dolor y la desesperación que podía sentir su madre en ese instante, una simple adolescente qué había sellado su destino, tristemente la fatalidad era el título que llevaba.

Soltó lágrimas en el acto y empezó a sorber por la nariz. Ya su corazón latía cada vez más lento y el dolorcito le impedía pasar saliva con normalidad. No podía evitar sentirse de esa forma tan destrozada por rememorar algo que no había vivido.

A pesar de que no estuvo presente el sentimiento del pasado y su peso la había aplastado ferozmente.

—No puede ser...

—Por supuesto no tardó en atar cabos sueltos y me lo comentó, se enfureció al saber que yo había estado al tanto de la situación semanas atrás y no le había dicho nada pero me justifiqué de algún modo, nunca hubo malas intenciones de tapar lo que Marcos estaba haciendo. Ella comprendió enseguida y luego lo que hizo a continuación fue ir hacia sus padres y decirles. Ya la bomba había explotado y en todo eso, mi mejor amigo se había ido de la ciudad tras recibir la amenaza de muerte del padre de Mónica, yo no creía que el progenitor de mi esposa pudiera matarlo solo estaba enojado por lo que había hecho con su hija, sin embargo no era capaz de llevar a cabo lo que decía de boca, por lo que considero que Marcos fue un idiota un imbécil y un maldito cobarde que huyó a la primera y no se quedó para apoyar a Mónica en todo este proceso.

—No hay duda de eso, de un tirón se fue sin importarle todo el sufrimiento que podría causarle, porque si mi mamá lo quería eso también sería un golpe, ahora no tendría su apoyo y encima a la espera de un bebé. No imagino lo difícil que fue esa experiencia para ella.

—Sí. Así que cuando tu madre falleció lamentablemente, después de haberte dado a luz, tu tía y yo nos hicimos cargo de ti. Ella amaba a su hermana y sabía que lo correcto era hacerse cargo de su hija, y en todo ese tiempo nunca vi que te tenía algún rencor u odio. Por eso me cuesta creerlo... al menos procesar que ella en este momento empieza a portarse de una forma que nunca imaginé.

—Nunca terminamos de conocer a las personas, y cuan ciertas son esas palabras al saber que mi tía me detesta. Es lo único que siente por mí, pero yo no le guardo ningún rencor, agradezco que me haya criado, sin embargo ¿por qué lo hizo sí a estas alturas iba a sacar las garras por así decirlo?

Se lo preguntaba y lo seguiría haciendo, aunque esta ya había dicho que el motivo se debía a la muerte de su hermana y aún pasado los años no superaba esa pérdida. Se esfuerzaba en ponerse en su lugar y sentir un poco lo que ella atravesaba, a pesar de sus intentos no dio con nada, ni pudo agarrarle odio a una pequeña y esa chiquita era ella, un bebé inocente que solo fue el resultado de un amor imposible y ya no estaba segura de llamarlo amor; lo que había pasado entre su padre biológico y Mónica ya no se le hacía tan sincero. Debido a lo que había resuelto Marcos en ese momento.

—¿En qué estás pensando?

—Todo esto no deja de afectarme. Mejor me doy prisa y voy por mis cosas, luego me iré, seguir aquí me hace sentir mal, gracias por permitir que pueda llevarme mis pertenencias. —emitió, desganada.

—No tienes nada que agradecer todo eso es tuyo Hope. —le recordó nuevamente, dedicándole una dulce sonrisa a la que recibió una correspondencia casi forzada pero en su lugar se dibujó una mueca en sus labios.

Sin perder más tiempo, se encaminó a la recámara que había ocupado por mucho tiempo y todo allí la subió a una nube de nostalgia. Sentirse parte de ese lugar, ya no le correspondía. Solo habían pasado dos meses y unos días desde que dejó de ocupar la habitación, aún así increíblemente se sorprendió al encontrar todo en su sitio, nada había cambiado de lugar ni se le había quitado una sola cosa de allí.

Cómo una niña, se vio tentada a tirarse en esa cama y llorar hasta perder cada gota salada de sus ojos y se resistió a ser tan débil, a ponerse de esa forma como si fuera una cría, debía ser fuerte y adaptarse al presente que vivía, ya lo sucedido, esa vida que tuvo formaba parte del pasado.

Aún tenía en sus manos la fotografía que descolgó del pasillo, ahora permanecía sobre la colcha y no dejaba de ver con tristeza en la mirada a su madre durante su mejor apogeo. Nunca había sentido unas ganas tan inmensas de abrazar a alguien de ir, hacia ella y darle un beso en la mejilla de llamarla mamá, de verla todos los días y pronunciarle su amor. No hacía falta crear un vínculo, uno que nunca se fortaleció, porque de todas maneras ella sentía que la amaba con todo su corazón y nadie podía cambiar ese sentimiento.

Metía en una mochila lo que iba a necesitar y luego en otra también, justo cuando se disponía a marcharse hizo acto de presencia esa mujer que la miraba con malos ojos, no se quedó atrás ni se dejó a avasallar con su forma de verla. Se le hizo de mala suerte al tenerla allí de nuevo frente a ella, no quería ni siquiera verla, ni tenía ganas de discutir y ya se venía venir eso.

Sin embargo Leonardo apareció también, evitando así una discusión.

—Marie, ni se te ocurra. —le advirtió.

—¿Qué demonios haces aquí?

—La verdad es que ya me iba, no tengo nada más que decir, no vale la pena gastar saliva en una absurda conversación que no va a llevar a ningún lado...

Entonces se retiró pasando por su lado y ni siquiera se despidió de Leonardo. En todo el trayecto hacia la salida nunca se volvió a mirar atrás, pero podía escuchar a su tía discutiendo con Leonardo mientras le reclamaba sobre su visita desagradable, así la había llamado, y la joven trató de que ese comentario no le afectara, aún así, sintió como si fuera un puñetazo en el pecho.

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