El Papá De Mi Amiga +18 romance Capítulo 23

—Yo te lo dije, es que ese hombre te ama no debes dudarlo ni un segundo. Por si lo has olvidado te vuelvo a repetir que hacen una pareja perfecta.

—Muchas gracias, sé que tú también algún día vas a encontrar a esa mitad.

Mitad... Ashton era el sinónimo de la palabra su mitad así lo consideraba y después de lo que pasaron lo podía confirmar. Si tan solo Alicia lo supiera, es que ni siquiera se lo imaginaba...

—Bueno, al menos soy paciente.

—Yo no diría que eres paciente del todo, de hecho no es tu mayor virtud, pero si tú lo dices. —sonrió y le dio una enorme mordida a la comida.

—¿Entonces ustedes dos tienen planes para casarse?

—Desde que era una niña he soñado con caminar hacia el altar y ver a lo lejos al príncipe de mi vida, sé muy bien que los cuentos de hadas no existen pero lo que tengo con Salvatore es lo más parecido a la fantasía. Y por supuesto que quiero compartir lo que me queda de vida con él, si me propusiera matrimonio no dudaría en darle el sí.

—Yo te deseo lo mejor, sé que el momento va a suceder cuando menos lo esperes.

—Lo sé, por ahora debo enfocarme en mis estudios y lo bueno es que Salvatore lo comprende ha sido muy paciente conmigo todo estos años a eso yo le llamo amor verdadero.

—Estoy de acuerdo contigo.

Después de media hora en el local se marcharon tras abordar un taxi que las llevó directamente a la mansión. Carolina se encontraba en la cocina junto a su compañera haciendo algo demasiado delicioso, el olor invadía su sistema, con lo que comieron en la cafetería no fue suficiente.

Hope se le quedó mirando a su amiga de una forma extraña pues la mencionada parecía tener un hambre inacabable, ella también tenía un poco de apetito aún, pero la forma en la que Alicia le decía a Carolina que le diera comida sonó exigente como si no hubiera comido nada. Las alarmas sonaron en su cabeza cuando la muchacha mencionó que se le antojaba un enorme pastel de chocolate.

—¿Estás bien? —le preguntó tocándole el hombro a lo que ella movió la cabeza en un asentimiento.

—Nunca me he sentido mejor.

Quiso no darle mucha importancia a la actitud de su amiga quién ya se disponía a reunir los ingredientes sobre la isla de la cocina para preparar ella misma el pastel, puesto que Carolina se encontraba ocupada todavía preparando el almuerzo. Decidió echarle una mano y de paso compartir la tarde juntas mientras elaboraban el postre.

Carolina sonreía al verlas tan animadas ese día, sabía lo que había pasado la noche anterior. Todo el escándalo que causó la joven, sin embargo se veía bien. La verdad es que la mujer siempre lo había sabido, no porque ella se lo confesara sino por esas miradas cómplices que el abogado apuesto le echaba a la jovencita; además se guardaba para ella aún esa vez que los vio dándose un beso frenético en medio del pasillo. Se hizo la tonta como si no había visto nada y nunca lo comentó, porque no estaría bien meterse en los asuntos de los demás y le tenía mucho aprecio a la hija de su jefe. Ella también había sido una adolescente y comprendía lo que sentía en ese momento la muchacha y lo que seguía sintiendo por Salvatore, quién era alguien agradable y muy educado.

La joven empezó a notar que Alicia estaba un poco inestable, y de un momento a otro sin verlo venir la muchacha se desplomó en el suelo. No le había dado tiempo de agarrarla en sus brazos y Carolina se alarmó, miró la cena con los ojos de par en par antes de pedir ayuda. terminaron por llevarla habitación y la acostaron en la cama para ver algún indicio que le indicara lo que había ocasionado el desmayo repentino. Ella despertó a los segundos perturbada y completamente desorientada de la realidad no entendía que le había pasado hace minutos.

—Vas a estar bien, de pronto estábamos en la cocina y te has desmayado. ¿Tienes idea de lo que pudo haber ocasionado eso? —le preguntó y Alicia apartó la mirada mientras tomaba aire sonoramente para volver a verla a los ojos con la angustia reflejada en sus pupilas.

Tenía una leve idea de lo que le ocurría pero no quería ni siquiera pronunciar la palabra, le daba terror.

—Yo...

Estaba a poco de decirle algo cuando Carolina entró con el teléfono en la oreja, hablaba con el padre de la muchacha para explicarle lo sucedido. También se disculpó por haberlo interrumpido de su junta importante.

—No te preocupes, Carolina, eso es lo de menos. Lo importante es la salud de mi hija y si ha despertado, lo mejor es que vaya a un doctor y la revise.

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