El Papá De Mi Amiga +18 romance Capítulo 7

Hope, había aceptado quedarse con ella a dormir y cuando creía que iba a despertar entonces acariciaba su espalda para que volviera a quedarse dormida, se entristecía muchísimo al pensar que su amiga estaba sufriendo de esa manera; no sé imaginaba cómo era perder a una madre aunque el día anterior se había enterado que la suya ya estaba muerta, sin embargo todo ese tiempo vivió metida en una mentira y no podría entender a Alicia, no de la misma forma, porque las circunstancias habían pasado y ellas habían perdido a sus madres de formas distintas. Aún así quería estar en su lugar y acompañarla en el duelo, una situación extremadamente compleja y que la hacía sentir muy mal.

Ya iba a amanecer, de eso estaba segura y pronto el sol ya se colaba por las persianas de la habitación, al principio estaba toda desubicada al abrir los ojos y encontrarse en la enorme cama vestida con sábanas de seda de ese color gris tan varonil, no la reconoció de inmediato, pero en entendible al encontrarse adormilada y poco a poco comenzó entender la realidad. Esta había caído como un balde de agua fría, como un puñetazo en su pecho, al ladear la cabeza encontró el espacio vacío de la cama, no había nadie, por lo que su amiga ya se había despertado antes que ella.

Suspiró profundamente.

Habría preferido que Alicia siguiera dormida, además estaba avergonzada de haber dormido en la cama de Ashton aunque este se lo hubiera permitido desde un principio.

Sea como sea existían razones de sobra para que se levantara de inmediato de aquella cplcha ajena y saliera de allí lo antes posible, sin embargo se encontraba levemente dormida y sus sentidos aún no despertaban por completo, lo cual retrasó su salida. Ya sentía como el perfume masculino saturaba todo el espacio y se colaba por sus fosas nasales penetrando en lo más profundo de su ser, era un olor tan adictivo, tan sensual y tan odorífero que le dejaban el pecho una sensación de otro mundo casi celestial y no debía permitirlo, solo que ella no tenía una restricción hacia lo que él provocaba.

¿Podía ser menos agresiva la emoción? Ya esta reinaba, tenía su propio imperio dentro de ella. Tomó un respiro antes de ponerse en pies y salir finalmente de la recámara lo primero que debía hacer era ir a la que se le había asignado y cepillarse los dientes, darse una ducha rápida y ponerse decente; lo próximo que hizo cuando ya estaba lista y adecuada fue dirigirse a la cocina donde se topó a la servidumbre, no tenía una relación estrecha con esas personas de hecho además de quién la había abierto la puerta el día anterior, no conocía más nadie, pero se animó a saludar y pronto tomo asiento como una de las chicas le indicaba. Después preguntó por el señor Ashton y por su hija Alicia; estos habían salido temprano y se lamentó no haber despertado antes, de esa forma podía haberlos acompañados.

Sacudió la cabeza mientras veía lentamente el plato de comida. Un delicioso desayuno qué consistía en tostadas con mermelada y alguno que otro aderezo, además de eso tocino y huevos revueltos, una sirvienta le trajo una taza de café y jugo; le pareció exagerado desayuno pero no dijo nada.

¡Sería una malagradecida al espetar dicha opinión!

Lo que podía destacar es que todo estaba verdaderamente delicioso y mientras llevaba un bocado y otro a su boca no dejó de pensar en su amiga, en cómo estaría pasándola, aunque ya sabía que su estado era realmente malo nunca la había visto tan destrozada como la noche anterior, incluso cuando sus padres se separaron creyó ver el peor lado de Alicia tan devastada pero sabía que no era así, porque anoche pudo verla lúgubre como nunca antes.

Una vez más, quiso tener el poder absurdo de retroceder el tiempo, devolver las manecillas al otro lado, regresar y cambiar las cosas pero todo esto tan imposible la aplastaba. Hasta la palabra impotencia nunca la describió tanto como en ese momento, al menos podía darle su amor, su apoyo y todo su cariño a la joven. Solo así esta podría superarlo, eso esperaba, de un momento a otro dejó de comer ya no le apetecía tanto el desayuno tan elaborado y no se debía a los ingredientes que constituían el mismo sino a la inapetencia esporádica qué le quitó de golpe las ansias por saciar su apetito.

Se ubicó mirando el plato, pero su cabeza volaba en otro lado, volvió a suspirar y clavó la vista en el aparato que había posado sobre la mesa.

Tuvo la intención de marcar el número de Alicia pero no sabría si esta se llevó el teléfono consigo, en vista de que pudo dejarlo decidió llamar a su padre pero cuando estaba buscando el número telefónico en el historial de llamadas, recibió otra llamada de ese hombre a quién por tantos años le había dedicado la palabra padre, sin saber que este le había tomado del pelo todo esos años.

Primero tuvo la intención de colgar, no quería hablar con él,.ni siquiera merecía que ella le dirigiera la palabra, pero las ganas por deslizar el dedo sobre la pantalla y atender se hicieron cada vez más fuertes y terminó por ceder, volver a escuchar su voz anudó su garganta y le aplastó el corazón ese tono solo le recordaba la mentira, casi un complot que él junto a su malvada esposa, su propia tía, llevaron a cabo.

—Leonardo, ¿por qué me estás llamando, eh? no es posible... luego de todo lo que hicieron. No sé cómo tienes el descaro de llamarme y antes de que empieces con una barata y ridícula explicación, deja que te diga que nl voy a creer nada de lo que vayas a decir. Ya lo sé todo... jamás pensé que ibas a hacer ese tipo de persona, esa clase de gente que le miente a otros sin saber el daño que hace.

Ya no importaba el tono, ni la forma en cómo le hablaba a esa persona que por mucho tiempo le tuvo respeto, para ella solamente era Leonardo Colleman, un desconocido, un hombre que se amarró a esa falacia junto a su mujer, que no pensó en el daño colateral y no le importó cuánto le iba a afectar a ella saberse parte de una mentira.

No le interesó absolutamente nada.

Tuvo que pararse del asiento y conducirse rápidamente hacia su habitación, solo en el interior de esas cuatro paredes podía expresarse libremente sin que alguien más pudiera ponerse al corriente de su terrible problema. Además ya sentía las elevadas ganas de ponerse a llorar como una niña pequeña y no quería que alguien más la viera de esa manera, ella no era débil pero en ese momento no era nadie, se sentía por el piso.

—Escúchame, por favor, las cosas no son así, no estaba. No debiste irte de casa, ella no tiene ese derecho, sabes perfectamente que yo te quiero como a una hija incluso si no lo eres y perdóname si no te dijimos la verdad, pero es que yo no lo creí tan importante además yo sí te veo como a una hija de verdad y créeme que todo este tiempo te di mi amor y mi cariño y fue sincero no fue un montaje, quizás tu tía no lo haya hecho de la misma manera, pero yo sí, y quiero que vuelvas a casa, vamos a solucionar ese problema. Por favor, te lo suplico —emitió, sabía que él decía la verdad o es que era un excelente actor.

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