El profesor y la virgen nínfula romance Capítulo 12

Después de pasar varios minutos en la ducha, decidí que era hora de salir de la ducha y enfrentar la realidad. Ningún agua pudo extinguir el fuego que me consumía. Era angustioso saber que había pasado años guardando mi virginidad y correr el riesgo de perderla con alguien que vive con muchas mujeres, y lo peor es saber que las mujeres con las que se llevó a la cama eran hermosas y experimentadas. ¿Qué experiencias tengo si nunca me he acostado con nadie? Me acosté en mi cama, totalmente desnuda, y cerré los ojos, tratando de meterme en la cabeza que era lo suficientemente fuerte para soportar toda esta presión, y que no iba a convertirme en otro alimento del profesor Kyle. Incluso pensando en no ser más uno en su cama, comencé a sentir que mi coño me traicionaba.

- No Celine, deja de ser débil, no puedes rendirte así. Pero la imagen de él tapándome la boca y atando mis manos invadió mi mente sin pedir permiso. Deslicé mi mano hasta mi coño y comencé a suavizarlo, sintiendo toda mi excitación corriendo por mi trasero. Apreté mis pechos, imaginándolo mordiendo mis pezones.

- Oh, no puedo, me dije. Pero mi mente seguía tentándome a seguir adelante, aumenté los movimientos y gemí suavemente para que Grace no me escuchara. Estaba cada vez más excitado, y más y más débil.

- No tengo poder sobre mí cuando pienso en él, ¿cómo podría tener poder sobre él, si ni siquiera me controlo? Pensé. Estaba a punto de correrme cuando Grace llamó a mi puerta y me asusté, poniéndome una sábana encima.

Graça: Celine, tus padres llegaron temprano y te pidieron que bajaras.

- Bajaré ahora, Grace. Miré el reloj y vi que aún eran las 3:30 pm, lo cual era extraño ya que mis padres nunca llegaban tan temprano. Fui al baño y me lavé.

- Hasta estuvo bien que Graça me detuviera, ya estaba haciendo alguna locura pensando en este profesor pervertido. Dije tratando de consolarme. Me puse algo de ropa y bajé las escaleras, encontrando a mis padres en la cocina desayunando.

Mamá: Hola hija, cada vez es más difícil encontrarnos, lo siento, no cenamos contigo ayer, ¿cómo van las clases? No me quiero ni imaginar el regaño que me daría mi madre si se enterara que no estaba prestando atención en clase, y lo peor, perdería mi carro, mi tarjeta y todos los beneficios que tengo, si supiera que yo Me voy de mi profesora, alisa mi coñito.

¿Madre hija? ¿Me está escuchando? ¿dónde está tu cabeza chica?

- Lo siento mamá, acabo de recordar que tengo que estudiar para un examen que será el viernes.

Padre: ¿Prueba de qué hija?

- Derecho constitucional.

Padre: ¿Quieres ayuda? Todavía tengo algunas horas libres.

- No hace falta Padre, tengo todo el contenido anotado. Por supuesto que estaba mintiendo. Era cierto que iba a haber un examen el viernes, pero no tenía nada anotado porque estaba demasiado concentrado en las travesuras de mi maestra.

Madre: Pues me parece bien que no nos defraudes Celine, eres hija de dos abogados, y sabes casi todo, solo falta repasar lo que ya sabes. Eso era cierto. No sé por qué tengo tanto miedo de salir mal en el examen si realmente conozco todo el tema. Es este profesor el que me ha estado impidiendo pensar con claridad. Pensé.

- Está bien madre. Pero cambiando de tema, ¿por qué estás aquí tan temprano hoy?

Padre: Tendremos que viajar por 4 días. Volveremos el domingo, y eres lo suficientemente mayor, puedes valerte por ti mismo.

- ¿Adónde vas?

Madre: Un cliente muy importante se metió en problemas en otra ciudad, vamos allá a asistir.

- Pero, ¿necesitas ir los dos?

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El profesor y la virgen nínfula