El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 13

"Sueltame ya Edward!"

"Quiero irme ya, no puedes retenerme contra mi voluntad!"

"No te he hecho nada!"

"Si no lo haces comenzaré a gritar por ayuda!"

"Edward...mmmhhh...no... sueltame..."

El intento de resistencia por parte de Emily se diluyó por completo cuando Edward tomó con su mano la mejilla de la niña para besarla como tanto quería.

Con una ternura inaudita, la gran y cálida mano de  Edward acarició la nuca y el cuello de Emily.

Emily no quería cerrar los ojos.

Se negaba a entregarse a lo que sentía...

Pero, cuándo Edward gimió un poco en su boca, ella se dejó llevar por completo.

La lengua de Edward se encontró a la tímida lengua de Emily, lo que provocó que ambas se enredaran en un baile que de tierno evolucionó a un baile erótico y cargado de sensualidad.

Edward acomodó su duro y musculoso cuerpo contra el hermoso cuerpo de Emily.

Ambos se restregaban contra el otro buscando el alivio que tanto necesitaban.

Edward se olvidó de todo y les dió un pase libre a sus manos para que acariciaran a esa niña que se le había metido, sin querer, tan adentro de su piel.

Incluso algunas veces había despertado por las noches sudando porque había tenido un sueño erótico con ella.

"Mmmhhh...."

"Hhhuuummm..."

Ambos gemian y cambiaban de posición para besarse, explorarse y amarse apasionadamente con sus bocas.

Las manos de Edward vagaban por el suave vientre de Emily.

Apunto estuvo de tocarla como tanto anhelaba cuando escuchó unos silbidos cerca de ellos.

"Hey, consigan una habitación privada!"

"Al menos den un buen espectáculo!"

"Viejo, esto es caliente!"

"Cuando acabes con ella, podría obtener un turno, guapo?"

Edward terminó abruptamente el beso para dirigir una furiosa mirada hacia los malditos chicos que lo había interrumpido.

"Larguense de aquí malditos chiquillos!"

"No interfieran en asuntos que no les incumben!"

La voz de Edward sonó tan grave y amenazadora, que los asustados adolescentes salieron huyendo de ese lugar.

Emily recobró el sentido y observó por un segundo la escena.

Al escuchar a Edward recordó lo terrible y atemorizante que era Edward.

Ella también corrió hacia su departamento, pues ya no quería quedarse más con Él.

Mientras corría sin mirar atrás, Emily se regañaba y pensaba en lo estúpida que habia sido!

Edward Situ era su enemigo!

Edward Situ la había violado y arruinado su vida!

Y la de toda su familia en el proceso!

Había acabado con su buena reputación.

La había humillado y chantajeado de la forma más ventajosa para Él!

Y lo había estado besando, hasta hace unos segundos atrás, con pasión lujuria y deseo.

Incluso llegó a desear que ellos  volvieran a intimar!

Eso no podía ser posible!

Sintiéndose idiota, imbécil, débil, tonta, derrotada, nerviosa y furiosa con ella misma, Emily le ordenó a sus piernas que corrieran tan rápido como podían.

Pero cuando ya casi llegaba a la seguridad del departamento, unos largos brazos la atraparon de nuevo.

"No huyas de mi."

"No puedes escapar de mi, Emily."

El corazón de Emily se hundió, porque ella había creído que lo había dejado atrás.

Que había escapado de ese maldito demonio llamado Edward Situ.

"Terminaremos lo que comenzamos."

"En otro lugar."

Edward arrastró de nuevo a Emily, quien está vez ofreció mucho más resistencia ante Él.

"Si gritas o sigues moviéndote, asesinaré a tu padre en su cama de hospital."

Emily se tranquilizó de inmediato.

Dejó de luchar y caminó como robot al lado de Edward.

Unas lágrimas de frustración, impotencia y coraje se deslizaron por las mejillas de la niña.

"Entra."

Ordenó Edward mientras que abría la puerta de su auto.

Con su preciada carga, Edward se manejo su lujoso auto hacía su recién adquirido lujoso departamento en el complejo exclusivo de departamentos, Golden Osmanthus.

El ascensor se detuvo en el último piso del complejo de lujo.

Edward salió del ascensor y una furiosa Emily lo seguía de cerca.

Ella estaba demasiado enfadada, confundida y nerviosa como para darle un vistazo a lo que había a su alrededor.

Una elegante puerta se abrió ante ella, Edward entró en el espacioso departamento.

Colgó su gabardina en un perchero cerca de la puerta.

"Entra."

Ordenó de nuevo al ver que la Emily se rehusaba a entrar.

"No."

Replicó Emily con aplomo.

"Quieres que envíe en este momento a alguien a visitar a tu padre?"

Emily no tuvo más remedio que entrar.

El departamento estaba muy limpio.

La decoración era muy elegante y masculina.

Tenía una vista magnífica gracias a los enormes ventanales, pero el departamento parecía monótono, frío y sin alma.

Cómo buena diseñadora de interiores Emily se imaginó como podría darle más vida mediante unos cuadros, plantas y otras tonalidades de pintura en las paredes.

"Veo que eres buena haciendo té."

Edward se sentó en el sillón café de una plaza.

"Quiero que me prepares uno, ahora."

Ordenó si  tacto alguno.

"Humm??"

"Quieres que yo que?"

Emily había estado pensando en la decoración, que no había prestado atención a Edward.

"Sabes cocinar?"

Inquirió Edward.

"Si."

Contestó Emily pasando el dedo por un mueble.

Todo limpio y sin polvo.

"Pero, tienes comida en este lugar?"

Emily preguntó distraídamente.

"La cocina está allá, prepárame la cena."

Edward indicó con un dedo hacia el lugar donde estaba la gran y equipada cocina.

Sin más remedio, Emily se dispuso a preparar la cena para Edward.

Mientras tanto Edward encendió la enorme pantalla plana, la cual esta empotrada en la pared  y sintonizó el canal de finanzas.

Emily pudo escuchar desde la cocina  las palabras de los comentaristas financieros.

Cuándo termino de elaborar una cena sencilla con los ingredientes frescos que encontró en el enorme refrigerador de Edward, Emily se apresuró a servirla.

Emily no sabía que Edward padecía de gastritis avanzada, debido a que su rió de trabajo le impedía comer a sus horas.

Muchas veces incluso olvidaba comer.

A veces no comía nada en todo el día.

O comía demasiado en las cenas con clientes a las cuales asistía.

Y ni hablemos de tomar agua...

Edward solo bebida whisky.

Además, fumaba demasiado cigarrillos o finos puros.

Por lo cual, a Edward muchas veces lo asaltaban intensos dolores de estómago.

Emily rápidamente preparó la mesa.

Colocó los platillos en ella y el delicioso aroma del té impregnó toda la habitación.

"Edward, la cena está lista y tú té está preparado."

"Come antes de que se enfríe."

"Buen provecho."

Emily habló con voz neutra.

Ella esperaba que después de terminar con esa labor que le había encomendado ese maldito, la dejaría en paz.

 

Al no obtener respuesta por parte  de Edward, Emily se acercó con cautela hasta donde estaba Él sentado.

La niña observó que Edward se había quedado dormido con el control de la pantalla en la mano.

Emily se acercó sonriendo hacía Edward.

Ella, con suavidad susurro de nuevo sus palabras cerca del oído de Edward.

"Edward, tu cena está lista."

Edward poco a poco abrió los ojos.

Lo primero que observó fue a una hermosa niña con lentes que con una sonrisa lo miraba fijamente.

El delicioso olor del té y la comida despertó el apetito de Edward quien se levantó un poco adormilado de su asiento.

El hombre admiró lo que la niña había dispuesto en la mesa.

Dió un sorbo al té y estaba completamente delicioso.

"Te prepare un té medicinal relajante, espero sea de tu agrado."

Comentó muy orgullosa Emily.

"Es comestible esto?"

Se burló Edward de ella.

"Sabes que eres muy malo, verdad?"

Sonriendo, Edward se dispuso a comer.

Para su sorpresa, todo estuvo delicioso.

"Si no hay nada más que pueda hacer por usted, debo irme ya a mi departamento."

"Buenas noches Jefe Situ."

Emily pronunció sus palabras de forma plana.

Cómo le respondería a un jefe de área cualquiera.

"Tengo un trabajo para ti."

Comentó Edward con calma al ver que la niña caminaba hacia la puerta.

"Si aceptas solo te descontaré el veinte porciento de tu sueldo."

Edward tomó un sorbo más del agradable té y un calor...diferente se anidó en su interior.

"De esa forma podrás pagarme tu deuda manera más rápida."

Edward se levantó de la silla con el estómago lleno y el corazón feliz.

"De que se trata?"

Cuestionó desconfiada Emily.

No quería hacer tratos con el diablo, pero...

"Serás mi asistente en este departamento."

Comentó Edward estirando los brazos hacía los lados.

"Limpiaras y cocinarás para mí después de que salgas de la empresa."

Emily escuchó sus arrogantes palabras.

Ahora además quería contratarla como una sirvienta!

"No gracias."

Contestó Emily con firmeza.

La niña se acomodo su abrigo de nuevo y tomo el pomo dela puerta para abrirla.

Ya quería dejar de ver a ese guapo, pero malvado hombre.

"Mi abuela es miembro vitalicio e influyente de la asociación que se encarga de los tratamientos cardíacos del país."

Comentó Edward con ligereza.

"Dime, Emily, tu padre ya no necesita una operación de corazón?"

Edward observó como la niña se enfadaba.

"Me estás chantajeando otra vez?"

No era una pregunta por parte de Emily, sino más bien una afirmación.

"No."

"Solo estoy diciendo que si tú eres mi asistente..."

Edward se colocó detrás de Emily para susurrarle en su oído.

"Tal vez pueda adelantar el procedimiento de tu padre."

Edward deslizó su boca provocativamente, sin tocar a Emily por su bello cuello...

De arriba a abajo...

"Y hacerlo más asequible para ti."

Edward se alejó de ella tan pronto terminó de decir sus palabras encantadoras.

"Harías eso por mi padre?"

"En verdad harías eso por mi, Edward?"

"Cómo puedo confiar en ti?"

Emily lo observó fijamente.

Ella no podía ni quería confiar en Él.

"Cierra la puerta del departamento  y siéntate a mi lado."

Edward ordenó.

"Está bien."

Suspiró derrotada Emily.

"No siempre paso la noche en este departamento."

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