El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 75

Con un rápido movimiento, Edward había logrado desviar hacia abajo el arma de la mano de su padre.

Pero con esta acción, Joseph jaló el gatillo disparando el arma, provocando que uno de los tiros impactara en un pie de Joseph.

La otra bala rozó la pierna de Edward haciendolo gemir debido al intenso y quemante dolor.

"Maldito seas cabrón!"

Gruñó Joseph.

"aaahhhh...."

"aaarrrggghhhhh...."

"Carajo!"

Se quejó Edward.

Joseph se retorcía en el suelo debido al dolor en su pie.

Edward puso el arma sobre la mesa.

Él está completamente decepcionado.

Su propio padre le habria disparado si él no hubiera sido más rápido para evadirlo.

"A partir de ahora no somos nada."

"No me vuelvas a llamarme padre en tu puta vida!"

"Maureen entra y llévame al hospital!"

Rugió a todo pulmón Joseph a su chófer quien entró con recelo.

En el suelo y rodeado de un charco de sangre, Joseph gemía de dolor.

Edward, sumamente pálido, miraba  sin expresión al vacío.

Maureen se apresuró para levantar a Joseph, quien pasó un brazo por sus hombros para salir cojeando del lugar.

"Desde este momento tu y yo somos enemigos!"

"Haré todo lo posible por matarte."

Sentencia de forma cruel Joseph.

"Pero debes saber que si fui yo quien secuestró a tu amiguito de tu pusilánime grupito de perdedores."

"No son más que niños jugando a ser adultos."

"No sabes lo que te espera si te quedas con esa tal Lucy..."

Está vez el tono de voz de Joseph es burlón.

"Ojalá te haga sufrir tanto como solo ella puede hacerlo..."

Joseph le dedicó una mirada soberbia a su maldito hijo.

"Y ese día me reiré con ganas de ti, maldito bastardo!"

Joseph salió sin mirar atrás aún maldiciendo sin importarle nada.

Edward, de pie en la habitación sentía que el piso se abría para tragarselo hacia una inmenso vacío que lo aplastaba hasta la muerte.

Su propio padre había tratado de asesinarlo!

"Aaaahhrrrrrggghhhh!!!"

Grito exasperado  Edward quien  se dejó caer en su comodo sillón frente a la ventana.

Con la cabeza entre sus manos, Edward se sentía más solo que nunca.

Más aislado, más deprimido.

Cómo si todo el karma de su única acción contra una inocente se hubiera magnificado mil veces.

Incapaz de desahogar ese dolor de su pecho, tomó la pistola y se la puso en la cabeza frente a ventana.

Se miró por un segundo...

De esa forma , Edward acabaría con todo su dolor...

De esa forma acabaría con esta dolorosa caída que no era en espiral, delicada y pausada.

Era un descenso brutal, vertiginoso y en línea recta la que había sufrido.

Hace solo unas semanas era un empresario exitoso, reconocido poderoso, con amigos y una organización lucrativa y poderosa.

Tenía una abuela algo metiche pero cariñosa.

Un primo distante que él sabía que guardaba cierto recelo y envidia hacía él.

Una hermana adoptiva que no se cansaba de besarlo y abrazarlo cuando podía y que Edward odiaba que hiciera eso.

También tenía una linda chica algo ingenua que podría estar embarazada de su hijo.

Tenía la ilusión de formar una familia de verdad.

Ahora todo se había ido al jodido infierno!

Edward serenó sus dedos que temblaban en el gatillo.

Volvió a acomodar el arma en la sien, pero entonces creyó escuchar la voz de Emily que gritaba nerviosa que bajara el arma como cuando habían estado en esa isla...

Jadeando de miedo volteó a todas partes sin dar credito a sus oídos, pues el disparo le había afectado la audición muy fuerte.

"NNNOOO!"

Una voz en su mente se repitió.

Esa voz pertenece a Emily.

Edward colocó el arma en la boca.

Esta vez cuando Edward observó su reflejo en la ventana casi estaba seguro de ver a Emily de pie a su lado.

Como si estuviera en un sueño, paralizado sin moverse, la figura difuminada se acercó a él despacio para infundirle un poco de paz.

Sin hablar, la figura le transmitió sensaciones de tranquilidad y serenidad.

Poco a poco, Edward pudo bajar el arma

La voz en su mente habló.

"Son almas unidas a través del tiempo y espacio."

"Solo quedó yo."

"Recuerda mi nombre y mi símbolo."

"Ella volverá a confiar en ti."

Un símbolo curioso se grabó en la mente de Edward.

Cuando la presencia se desvaneció, Edward pronunció un nombre una y otra vez..

"Leila, Leila, Leila.."

La puerta fue derribada por varias patadas.

Cuando la puerta estuvo en el suelo, tanto Carl como Lucy miraron a Edward quien repetía algo como poseído.

Tenía la mirada perdida y un arma en la mano.

La herida en su pierna sangraba profusamente, por lo que ambos lo llevaron al hospital.

En el estado en el que Edward está es muy conveniente para ellos.

De ese modo podrían darle a firmar los documentos para que les cediera las acciones de la empresa.

Pero para su mala suerte no lograron que Edward sostuviera con firmeza la costosa pluma.

"Cuando esté más despierto haz que firme, debemos hacerlo ahora que está vulnerable."

Susurraban Carl y Lucy detrás de una cortina en la habitación de hospital de Edward.

Los dos creían que Edward dormía profundamente por efecto del anestésico que le había aplicado para coserle y limpiarle la herida de bala...

Pero Edward podía escucharlos perfectamente.

"Lo haré mi amor, descuida."

"Nos vamos ya?"

Preguntó Lucy.

"Si, déjalo aquí."

"No irá a ningún lado en las próximas  horas."

Edward escuchó claramente como se besaban.

Después solo hubo un silencio absoluto en es gran cuarto blanco.

Edward sintió en su estado de semi inconsciencia, giró un poco la cabeza para poder ver qué era eso.

Una sensación cálida lo abrigó y se parecía a la sensación que tuvo cuando soñó alguna vez con su madre..

"Lorna te amó demasiado niño..."

Ese pensamiento se dibujo en su mente.

Una lágrima cayó del rostro del hombre.

Solo una por tanto dolor contenido.

A pesar de estar molesto con él, Paul fue a ver a Edward en secreto al hospital.

Había visto cuando salían del cuarto muy acaramelados Carl y Lucy.

Paul supo entonces que tenía razon.

Su informante le había dicho la verdad

Pero por el momento no quería hacer nada contra ellos.

Al menos no le tocaba a él hacer algo contra ellos sino a Edward.

Pues era su "familia" y "novia santa, pura y amada."

Tal vez así Edward podría quitarse la venda de los ojos y valorar a las personas de su vida que valían la pena cómo sus amigos.

Cómo él mismo.

Cuando Paul leyó por su informante que el imbécil padre de Edward  había querido matarlo, Paul no lo pudo creer.

Por ese motivo, Paul había ido al hospital a verlo por sus propios ojos.

Edward se veía demacrado, más delgado, miserable y solo.

Se acercó a él con sigilo para observarlo.

"Dónde estás ahora?"

Paul envío el mensaje al número extraño que le había avisado lo que había pasado con Edward.

Unas coordenadas no tardaron en llegar por mensaje.

Paul arregló una enfermera para que cuidara a Edward y un guardaespaldas de los black.

"Primero te daré un lección."

"Después lo arreglaremos."

Pensó Paul antes de ir a encontrarse con su informante secreto.

"Emily, confías en mí?"

Dániel preguntó antes de abrir la puerta de su departamento.

"Si."

Contestó ella extrañada.

Daniel cerró la puerta.

En los sillones ya estaba sentados Teresse y Tommy.

Daniel se sentó en un sillón muy grande.

Tomó  la mano a Emily antes de sentarla en su regazo.

Entrelazó sus manos con las de ella y la abrazó de tal forma que parecía como si fuera una especie de camisa de fuerza humana, cálida, deliciosa y musculosa.

Emily esta tranquila, pero presiente algo.

Teresse comenzó a hablar.

"Emily, esto te puede sonar extraño o tal ve no."

"Pero yo soy un espía contratada por  Edward Situ."

"Mi trabajo fue seguirte e informarle si estabas embarazada o no."

"Desafortunadamente con el accidente de ese día, en medio de la confusión creí que si eras tú la embarazada de tres meses."

"Al recibir mi reporte, Edward Situ te encargó esa remodelación del departamento."

"Emily, puede resultarte difícil creerme pero..."

Teresse miró a Tommy buscando negación o aprobación en lo que estaba diciendo.

Tommy ánimo a Teresse a seguir, pues esto es importante para Emily.

"Emily, se que contrataste a un investigador privado para que encontrará a tu familia y lo hizo."

Teresse extendió un carpeta blanca, con el apellido Baek en ella y un simbolo que Emily reconoció.

Ella no lo tomó con sus manos si no que fue Dániel quien lo hizo.

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