El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 205

Como es que todo había cambiado tanto nadie lo podía decir con certeza.

Tal vez era el paso natural del tiempo pero todo lo que habían pasado se sentía como si hubiera sido apenas ayer y no hace unos años ya.

La vida había cambiado para bien, pero no todo se puede mantener siempre en reposo.

Las parejas se encuentran totalmente ocupadas comprando diminuta y preciosa ropita de bebés y acondicionando las habitaciones de sus retoños.

Las vistas al ginecólogo y al obstetra en el hospital de los Black se volvieron habituales en esos últimos meses.

Por tal motivo los futuros padres se han mantenido en constante movimiento atendiendo a las embarazadas.

Las visitas a tiendas de muebles y accesorios para bebes fueron divertidas para las chicas.

Siempre acompañadas de sus esposos sin importar que tan ocupados estuvieran, las chicas siempre contaron con la ayuda de sus atentos, amorosos y serviciales esposos.

En este día Lorelay pasea en un elegante centro comercial con Edward quien enlaza con orgullo la mano de su esposa para ayudarla a caminar.

Su vientre hinchado ya es bastante visible haciendo que Edward no quepa de gusto en su propia piel por la creciente pequeña vida que descansa sin ninguna preocupación dentro del cuerpo de su bella esposa.

Lorelay se detiene frente un aparador de cristal mirando a una mamá con su pequeña en su regazo.

Ella casi pudo verse a si misma en esa maternal situación.

Su vida pronto estaría completa por el nacimiento de su bella hija, pero el momento de ensoñación se rompió cuando Lorelay siente la presencia poderosa de alguien cerca de ella.

Lorelay aprieta la mano de Edward mientras que busca con la mirada de donde proviene la presencia tan fuerte y ancestral.

Se siente como la escencia de Arana, pero parece dividirse en dos sendas que se unen.

Es como como si fueran energías diferentes que se mueven en círculos para después chocar una contra la otra.

Lo cual es muy raro.

"Lorelay, sucede algo?"

Cuestiona Edward.

"No lo se..."

"Siento una fuerte presencia que no se como describir..."

Responde la bella chica quien sigue escaneando a su alrededor.

"Es como la escencia de Arana y ooohhhh..."

Lorelay coloca sus manos sobre su vientre pues sintió un fuerte movimiento de su pequeña.

Observando el semblante adolorido de su esposa, Edward llama a sus guardaespaldas para los cubran y de esa forma atender a su esposa.

"Lorelay te duele algo?"

"Quieres que vayamos al hospital?"

Inquiere Edward con preocupación.

"No, ya no me duele pero..."

"No lo entiendo, es como si Emily tratara de decirme algo."

Responde la embarazada quien respira con calma ahora.

Un olor remoto llega a su nariz, transportandola a su infancia cuando pasaba las tardes mirando a su madre preparar infusiones para sus pacientes en la cocina de su antiguo hogar.

"Alguien más está aquí, puedo sentirlo."

"Es un poderoso Baek."

Declara con voz neutra la chica.

"Será mejor que nos marchemos a casa para que descanses Lorelay."

Indica Edward abrazándola protectoramente.

"Será lo mejor mi amor, estoy sorprendida."

Los esposos suben al auto blindado oscuro el cual los transporta de regreso a casa.

Al pasar frente al edificio de diseño los dos pueden ver dentro la actividad del personal.

"No tiene mucho tiempo de inaugurado el edificio, pero ya está a su máxima capacidad de proyectos."

"James y Johana se mantienen ocupados al igual que Maggie y Dániel."

Comenta Edward mientras el auto avanza en la luz verde.

Lorelay sonríe porque ella sabe que la empresa de diseño está teniendo buenos resultados.

Todos y cada uno de los diseñadores que trabajan en la empresa de diseño tiene en manos uno o varios proyectos pues cada uno posee un estilo diferente.

Así que tiene clientes diferentes, pero todos satisfechos con el trabajo realizado.

"Pudiste traerme más lienzos a casa, mi amor?"

Cuestiona Lorelay a Edward.

"Si nena."

"Están esperándote en tu nuevo estudio el cual tiene una gran ventana por la cual se filtra luz natural del sol."

Responde Edward mirando con afecto desmedido a su bella Lorelay.

"Te he dicho este día que te amo?"

Cuestiona de forma tierna Lorelay

"Este día no me lo habías dicho."

Edward responde con voz suave.

"Te amo Edward Situ y tu hija también te ama."

Declara Lorelay besando los labios de su esposo.

"Yo las amo a las dos porque son mi vida entera."

El auto se estaciona en la entrada de la villa, Edward desciende primero para ayudar a su esposa a descender con cuidado.

"Están aquí."

Indica Lorelay quien puede ver a dos hombres sentadas en el sillón de la amplia estancia de la villa que ahora de llama Baek-Situ.

Lorelay entra a la casa pues está segura que los hombres dentro no representan ningún peligro.

Edward no comprende como Ed que ellos entraron a su villa sin ser detectados por su seguridad.

"Por fin llega nuestra heredera."

"La chica que nos salvó del exilio perpetuo y además lleva dentro de su vientre la promesa de un futuro mejor para los Baek."

Las curiosos hombres hablan mientras no dejan de mirar a Edward.

Al igual que Folke, los dos hombres de dan cuenta del intrincado y fuertemente amarrado hilo rojo que los une a los esposos.

Pero no los une de las manos, sino del corazón y de las multiples almas que arrastran consigo.

Pero también aprecian las heridas, sus cicatrices profundas, hechas y curadas en muchas vidas pasadas.

Cicatrices que no han cerrado del todo y por ellas escapa energía vital.

Pero ellos las cerraran a su debido tiempo.

"Quienes son ustedes y como es que pudieron entrar aquí?"

Cuestiona Edward a los hombres.

Ambos hombres tienen cabello blanco corto, ojos oscuros y algunas finas arrugas se delinean en sus caras.

En uno de ellos su sonrisa es ligera  mientras que el otro hombre posee una sonrisa franca.

Ambos visten ropa similar a la que el gigante Folke usaba pues llevan pantalones y playera color crema, sin adornos más que un símbolo Baek tatuado al lado de sus cuellos rodeado de un infinito.

"Somos Sigurd y Daven Baek."

"Fuimos maestros de la madre de Leila."

"Al igual que Folke fuimos engañados por los hombres de tu padre."

El hombre de la sonrisa franca habla mirando a Lorelay.

"Tuvimos que huir para preservar nuestras vidas o de lo contrario seríamos asesinados."

Explica el hombre de la sonrisa cauta.

"No pudimos intuir el peligro debido al secuestro de Lorna."

"Afortunadamente pudimos huir juntos y sanar nuestras profundas heridas."

La voz del hombre es melancólica y triste.

"Sanamos el resentimiento que sentíamos por las personas y el mundo."

Ambos hombres asienten antes de guardar un silencio breve.

"Nuestro momento ha llegado y tenemos una misión que cumplir."

"Ambos tenemos que bendecir a tu hija e hijo."

Lorelay se asombra más porque mientras un hombre habla, el otro le dice cosas en su mente, como si pudiera entablar una conversación en su mente con ella.

"Somos los últimos ancianos de nuestra generación y a pesar de que hemos vivido una larga vida, como todo en este mundo, debemos de seguir adelante con nuestro aprendizaje y trascender."

"Pero no hasta que podamos transmitirte lo que sabemos a ti, a ustedes."

Edward permanece inmóvil en su lugar porque la energía del hombre llamado Daven no le permite mover un músculo de su cuerpo.

Toda la situación es nueva.

Lorelay suelta la mano de Edward para caminar hacia el hombre llamado Sigur quien es el hombre que ha estado hablando más tiempo.

Lorelay siente que su hija también quiere acercarse a él.

"Mi bella niña..."

"Eres una niña que ha sufrido tanto en tantos milenios,

en tantas vidas,

en tantas reencarnaciones para llegar a este momento fortuito en el cual  ustedes dos por fin pueden engendrar vida y romper con su círculo vicioso que los mantenía atrapados."

Indica Sigur.

"Puedo ver sus energías fuertes, tú pequeña será una guerrera y aprendiz formidable."

"Ella es un alma pura que debe ser educada desde el vientre."

"Tu hija no vivirá lo mismo que tu, pero si tendrá pruebas conforme pase el tiempo..."

"Y nosotros le daremos algunas enseñanzas asi como a ti."

Daven suelta la mano de Sigurd para dirigirse a Edward quien observa todo.

El hombre coloca su mano sobre el corazón de Edward.

A través de su mano, Daven puede sentir el amor que Edward profesa por la heredera Baek.

Con su otra mano alto y con los ojos  cerrados, Daven puede ver toda la vida, desde su niñez, hasta la adultez de Edward.

Incluso pudo ver un poco de su futuro.

Futuro que tiene que corregir antes que sea demasiado tarde.

"Bien, podemos dejar que se mueva Sigurd."

El hombre mira una vez a Edward para liberarlo.

"Edward toma asiento al lado de tu esposa, tenemos mucho de que hablar."

Pide Sigur con amabilidad.

Folke quien estaba en la villa de Bruce y Elizabeth sonríe en el momento en el que siente una leve brisa que le recordó la aldea Baek.

"Ellos están aquí."

"Pero aunque quiera visitar a mis antiguos amigos, mi deber es estar contigo niña."

Indica el gigante.

"Folke, de que hablas?"

"Quienes llegaron?"

Cuestiona Elizabeth.

Folke extiende la mano hacia el vientre abultado de la hermosa joven  sin tocarla por completo.

El gigante sigue el diálogo con las almas de los pequeños en el vientre materno.

"Tu solo descansa niña, déjame a mi el resto."

Elizabeth no entendía nada de lo que el hombre dice, pero siente una paz hermosa.

Y esa paz la ha liberado de sus padecimientos, además que Elizabeth se siente liviana.

Como si no estuviera embarazada!

Bruce se quedo tranquilo pues cuando su bella esposa tomó una siesta, reto a Folke a una pequeña pelea.

Y fue derrotado con tanta facilidad que supo que el hombre es un formidable combatiente Baek.

Las abuelas que habían estado con Folke desde el día que llegó, ahora se marchaban.

"Mi nieto, debemos irnos."

"Estos días han sido tan interesantes y emocionantes!"

Comenta la abuela Freda con entusiasmo.

"Aprende lo que Folke quiera compartirte, su sabiduría es milenaria."

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