El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 51

Buscando una fachada legal para sus negocios de drogas, Dániel decidió  junto con Tommy emprender una pequeña empresa de informática.

Pronto comenzaron a llegar trabajos legales buenos.

Pero los que más pagaba eran los ilegales.

Rastreo de llamadas confidenciales, hackeo de información de compañías, cuentas y estados de banco privadas era lo que mas les dejaba dinero.

Cierto día hicieron un convenio con un misterioso intermediario que fue muy cuidadoso en sus especificaciones.

El trabajo consistía en ayudarle a comprar monedas recién creadas.

Criptomonedas que después ellos "inflarían" su valor artificialmente para que su precio de venta fuera estratosférico.

Al ver cómo ganaba millones en cuestión de segundos, el intermediario cumplió las condiciones del convenio de pago.

Una nueva central de oficinas para los chicos.

Además de un nombre y prestigio.

Pero ese acuerdo solo duró unas cuantas semanas.

Inexplicablemente la policía cibernética los rastreó y el gobierno les congeló todos sus activos, su dinero legal y lo peor.

Incluso algunos hackers consiguieron bloquear sus intentos de averiguar quién los había delatado, quien era el comprador inicial y el intermediario.

Cómo si no fuera poco, algunos de sus clientes habituales de Dániel y Tommy se habían retirado.

Por lo que sus ventas de desplomaron casi a nada

Casi quedaron en la ruina.

Les tomó años volver a tener algo de capital para poder cazar al desgraciado que los había hundido.

Tommy tardo mucho tiempo en conseguir una rudimentaria laptop, pero consiguió engañar a algunos técnicos informáticos para que le dieran información valiosa.

Esa información fue un verdadero rompecabezas que al final, la última pieza fue Joseph Situ.

Quien ahora esta ahí con ellos

Por eso tanto Dániel como Tommy habían llegado a esa ciudad.

Ellos dos querían vengarse por lo que les había hecho.

Su negocio de drogas prosperó después de ofrecer afrodisíacos más fuertes con una gran compra como si fuera una oferta.

Tuvieron más cuidado está vez de guardar el dinero en una cuenta encriptada que no paraba de crecer.

Joseph Situ, quien aún seguía amarrado, había estudiado a estos chicos.

El hombre  sabe algunas cosas sobre ello, como que  quieren algo más que dinero.

"Entonces, a quien quieren primero?"

"A Paul?"

"A John?"

Preguntó Joseph cuándo por fin lo desataron.

"Dónde está Lía?"

Preguntó ansioso Tommy.

"Está con Sten en una Villa escondida."

Fue lo que dijo Joseph Situ.

Joseph jugaba con su celular observando al par de mocosos imbéciles frente a él

Dániel pensaba que Joseph estaba siendo demasiado cooperativo y comunicativo por lo que probó si decía la verdad.

"Llama a John."

"Ponlo en altavoz."

Dániel se detuvo un momento pensando mejor sus palabras.

"Haz que venga."

"Queremos ver si dices la verdad."

"Si mientes me divertiré cortandote Situ."

Declaró fanfarronamente Dániel.

Joseph marcó un número realmente largo antes de que una voz hablara.

"Código?"

Cuestionaron.

"Mil trescientos treinta y cuatro."

Respondió Joseph aclarandose la voz.

"Coordenadas?"

Cuestionaron de Nuevo.

"Rastrea este número."

Respondió cortante Joseph.

"Orden?"

Inquirieron.

"Trató directo inmediato."

Colgó la llamada.

Los tres esperaron impacientes.

"Tu vida depende de qué digas la verdad Situ."

Amenazó Dániel al hombre.

Tommy seguía pensando en la información que le había dado Joseph acerca de Lía.

"Sten?..."

"Quien carajos es Sten?"

Se preguntaba en su mente Tommy.

Aburrido, Tommy volvio a fijar su atención en su laptop, en la cual tecleaba a velocidad luz.

Lo más  rápido que pudo buscó información acerca de Sten mientras  esperaba el arribo de John.

Dániel volvió a marcar el número de Emily...

Pero nada.

Seguía sonando sin que ella contestara.

Emily despertó cuando sintió que alguien la cargaba en brazos.

Le dolía la nuca y se sentía desorientada.

No musitó palabra alguna hasta que sus ojos afocaron a quien la cargaba.

La puerta del departamento se abrió y entraron los dos.

Emily miró a su alrededor.

Parecía que nada había cambiado mucho, salvo que ahora podía oler un ligero rastro de perfume femenino.

Y comida quemada.

Edward cerró la puerta con seguro antes de depositar a Emily con cuidado en el suelo.

Por pura casualidad había salido a esa hora de la empresa y al ir manejando vio caminando a Emily caminando por la acera muy distraída cantando esa canción coreana suya.

Ahora  la niña es suya.

Ahora que esta frente a ella de nuevo parecía que se habían separado hacía años.

Y se volvían a reencontrar en ese instante.

Casi no se le notaban las cicatrices de su frente.

"Emily..."

Edward habló primero.

El guapo hombre se sentía aún nervioso debido  lo que su abuela le había dicho en la mañana.

Pero le había dado esperanza a Edward de llevar a Emily a la villa de su abuela

Y que ella fuera aceptada como su interés romántico.

"Edward.."

Emily observa a Edward frente a ella

La niña se pregunta porque  no podían encontrarse como gente normal.

Un silencio incómodo se instaló en el ambiente...

Edward alzó a la niña buscando los  labios de fresa de la niña.

En verdad había extrañado tanto besarla.

Emily reaccionó a su boca, por lo que ambos se abrazaron con fuerza.

Sus cuerpos expresaban mejor lo que sentían en ese momento.

Y lo que mucho que habían añorado su cercanía.

Angustia, incertidumbre, soledad, inquietud...

"Porque me devuelves esto?"

Preguntó Edward hacía la niña  cuando su cerebro funcionó de nuevo.

Que fue después de romper el desesperado beso que los encendió profundamente.

Emily pudo ver el celular en la mano de Edward.

"Pensé que lo había perdido y me gané un nuevo celular en un juego."

"La maleta llegó después de eso y no creí que el celular estaviera ahí."

Respondió Emily antes de que si voz se nota decepcionada y triste.

"Pero el celular ya no tenía mis fotos."

"Eso me dolió Edward."

"Por lo que decidí que ya no era mío."

Respondió la niña mientras retiraba sus brazos del fuerte cuello de Edward.

Ella se alejó para verlo mejor.

Emily se arrepentia de haber comparado a Dániel con Edward.

Siempre ganaría Edward sobre cualquier hombre.

Ahora ella no tenía ninguna duda al respecto.

"Tu abuela fue al hospital hoy."

Comentó Emily sentándose en una silla.

"Lo sé, también fue a verme a mi."

Edward  habla mientras se quita la corbata antes de dejarla en sillón.

"Gracias por lo que hiciste Edward."

Agradeció Emily.

"Te dije que lo haría y cumplí mi palabra, es todo."

Encendiendo un cigarro Edward declaró firmemente.

Emily pudo darse cuenta que Edward luce más delgado y se ve mucho más cansado que antes.

"Me tengo que ir ya."

"Debo volver a mi propio departamento."

Emily se levantó con la firme intención de irse.

"Te pagaré en su totalidad el monto  de la operación de mi padre tan pronto pueda."

Aseveró enfática Emily.

Edward no dijo nada ni se movió cuando la chica caminó hacia la puerta.

Emily no pudo abrir la puerta ni quitar el seguro.

La seguridad de la puerta es nueva.

"Puedes abrirme la puerta por favor?"

Cuestionó ansiosa la niña.

"No."

Respondió severo Edward.

"Porque?"

La voz de Emily tembló un poco...

"Porque no te irás."

Aseveró Edward.

"Prometiste que no me lastimarías más."

Emily siente que su cuerpo tiembla un poco al imaginarse que tal vez le i inyectaría de nuevo el suero de la verdad para que le dijera con exactitud que le había dicho su abuela.

También pensaba que la interrogaría acerca de  como ella había entrado a su oficina.

El porque había cambiado de número.

Ella necesitaba  huir de ahí cuánto antes!

"Ven aquí."

Ordenó Edward señalando con una mano el sillón donde él está sentado fumando.

Emily caminó derrotada para sentarse sobre las piernas de Edward.

"Pensé que ya no me tenías miedo."

La voz de Edward se escuchó más amable.

"Pensé que ya no me ibas a secuestrar nunca más."

Se sinceró Emily.

Edward buscó dentro de la bolsa de Emily el celular nuevo.

Tomándolo en su mano lo observó.

No era de lujo,ni el más moderno, pero si parecía del gusto de Emily.

Edward dejó car al suelo el aparato antes de pisarlo con su pie.

"Listo, ahora solo tienes uno."

"Toma, solo usa este que te doy."

"Es mejor."

Emily observó impotente como  Edward  destruia con su zapato fino el celular.

La niña se enfureció!

"Porque hiciste eso?"

"No tenías derecho de hacerlo!"

"Ese celular me lo gané yo limpiamente."

"Además me gustaba y era mío!"

Reclamó Emily alzando la voz enérgicamente.

"Era tuyo."

"Yo te había comprado este antes."

"Así que no tienes derecho a devolvermelo."

"Toma, úsalo y no cambies de número de nuevo."

"Odio no poder llamarte cuando quiera."

Arrebatandole el celular de las manos Emily se sintió aún más enojada.

Tantas horas gastadas personalizandolo.

Tantas apps descargadas.

Tantas horas buscando la música que más le gustaba a la niña!

Además sus fotos!

Había perdido también la foto de Dániel!

"Me voy, ábreme la puerta en este instante!"

Edward se levantó y caminó hacia la puerta.

"Hazme un té y después podrás irte."

Declaró sin mucho afán.

"Está bien."

Replicó resignada la niña antes de irse  a la cocina.

Edward quería decirle lo que su abuela le había dicho pero no encontraba la forma de hacerlo.

Él quiere preguntarle si de verdad lo amaba.

Además quiere decirle a Emily que la había extrañado todos los días.

Y que se sentía bien con ella a su lado.

Y estaba muy dolido haberse separado de ella.

Pero Edward recordó que esa misma mañana ella lo había engañado.

Le había devuelto el celular y hasta se ha ya atrevido a cambiar de número.

Edward cree firmemente que lo esta desafiando.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Prohibido Amor de un CEO