El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 34

Daniel estaba revisando la fórmula después de haberla mejorado.

Con ella en su mano se dispuso a probarla en el paciente cero.

Un hombre estaba atado en una cama y permanecía en coma.

Le inyectó lentamente el líquido en su torrente sanguíneo.

De pronto el hombre se despertó.

El hombre comenzó a luchar por soltarse porque no entendía que sucedía...

"Dónde estoy?"

"Que pasó?"

"Porque estoy aquí?"

"Quien eres tú?"

Preguntó el hombre observando a todos lados con ansiedad.

"Tranquilo, tu familia te trajo conmigo a este lugar.

"Ellos pagaron por un tratamiento experimental..."

"Bienvenido de nuevo al mundo."

Comentó Daniel.

Se levantó de su asiento al lado de la cama de hospital para dirigirse a la sala de espera de su "consultorio."

Daniel siempre había sido un entusiasta de la química.

Le encantaban los fármacos, las sustancias y procedimientos químicos "curiosos."

Poseedor de una mente y memoria privilegiadas, Daniel siempre ha sido muy terco en lo que quería aprender y saber.

Desde pequeño había "administrado" remedios caseros, los cuales si funcionaban, a sus amigos para curarlos cuando se enfermaban.

O cuando se golpeaban

Ellos nunca necesitaron doctores.

Ahora de adulto, Daniel era un doctor millonario, algo malvado, ambicioso y egocéntrico.

"Salió bien el procedimiento, pueden pasar a verlo."

Habló Daniel a las personas que estaban ansiosas en la sala de espera.

Él esperó la transacción a su banco por una cantidad exorbitante de dinero.

Después fue a una habitación privada donde estaba Lara.

Lara es el amor de su vida.

Pero, desafortunadamente ella yace en una cama con una rara enfermedad.

"Daniel..."

Lo llamó Lara débilmente.

"Shh, aquí estoy mi amor..."

La consoló Daniel con suavidad.

"Está vez funcionará, cambié algunos químicos..."

Comentó Daniel besando la frente de la chica.

"No más, por favor..."

"Déjame descansar..."

Rogó ahogando su llanto Lara.

"Esto me duele..."

Comenzando a sollozar, Lara se hizo ovillo en la cama.

Agarró delicadamente el edredón con sus dedos largos y pálidos.

Daniel se entristeció al escuchar sus palabras.

"Nunca mi amor."

"Yo te cuidaré mejor y nos casaremos pronto Lara."

"Te amo y sabes que no puedo vivir sin ti, lo sabes..."

Comentó duramente Daniel.

"Dani, yo te amo también pero estoy cansada..."

"Soy un estorbo para ti...."

Susurró la hermosa joven enferma dejando escapar su triste llanto.

"Jamás digas eso!"

Dijo enojado Daniel.

La levantó en brazos con sumo cuidado, pues su cuerpo debilitado era muy frágil.

"Todo esto, lo que soy es por ti, para ti!"

"Sin ti, prefiero morir Lara!"

"Te amo demasiado y no quiero vivir sin ti preciosa."

Daniel no concebía la vida sin Lara a quien había amado desde los 12 años.

Ambos se habían dado su primer beso a los 14 y juraron amarse por siempre.

Pero, a la edad de 20 años, Lara comenzó a desmayarse sin razón aparente.

Luego sus órganos comenzaron a fallar.

Por lo que se le hicieron un sinfín de estudios dolorosos y largos.

Al final ningún médico supo decirle que la enfermaba.

Daniel montó en cólera por la incompetencia de la medicina "moderna."

Destruyó media sala de cuidados intensivos.

Dedicó esfuerzos, dinero, tiempo y todo su conocimiento para mantener a Lara viva y estudiar a fondo su rara condición.

Todo en búsqueda de una forma de curarla definitivamente.

Por eso es que trabajaba tanto.

Hacía sueros prohibidos, químicos raros y tóxicos que se pagaban bien en el mercado negro.

Edward lo había financiado para un laboratorio.

Ahora eran socios y amigos.

Pero debido al reciente ataque, Daniel se había puesto nervioso y ansioso.

Lara había estado fuera de peligro.

Pero Daniel sintió miedo ante la posibilidad de fallecer.

Sin Él para cuidarla, Lara sufriria o falleciera irremediablemente.

Por eso había aceptado este trabajo y muchos otros para reforzar su seguridad, sus fórmulas y patentar medicamentos.

"Déjame probarlo Lara, por favor."

Rogó Daniel.

"Esta bien."

Suspiró triste Lara.

Daniel inyectó en el brazo a Lara.

Ella sintió una ligera mejora.

Por primera vez pudo pararse sin ayuda.

"Daniel, Daniel!"

"Puedo levantarme!"

Dijo emocionada la chica al ver qué sus piernas podían sostenerla de nuevo.

El efecto no duró mucho y ella se tambaleó un poco.

Daniel la atrapó en sus brazos a tiempo.

"Aún necesita un mejora, pero ahora se que voy por buen camino."

"Descansa ahora mi amor."

Le dijo amorosamente Daniel mientras la besaba en la boca.

Le acarició su bella pequeña carita y ambos sonrieron sin muchas ganas.

Las enfermeras la acomodaron en su mullida cama y le dieron de comer.

Lara le dedicó una sonrisa a Daniel.

Él regresó a su consultorio y laboratorio.

Se derrumbó en su silla y unas lágrimas cayeron en su bata blanca.

Ver a su amada así lo devastaba.

Ella antes era intrépida, valiente, feliz, alegre, lo besaba mucho y era muy atrevida.

Daniel extrañaba su cuerpo, sus besos, sus caricias, su risa, hacerle el amor...

Se limpió las lágrimas y se dispuso a trabajar

John fue un hacker desde los 13 años cuando recibió su primera computadora.

Ahora era el mejor de su clase y ayudaba a Edward en sus actividades clandestinas.

Ambos habían coincidido en una reunión de maleantes.

Los habían matado y asumieron control en esa pandilla.

John tenía respeto por Edward, pues ya lo había visto pelear y defender su territorio.

No era como esos ricos mimados que no sabían hacer nada.

Edward era decisivo, valiente y carismático, por eso John era su aliado.

Ahora estaba a punto de hacer un ataque cibernético a un país importante si no pagaban una suma fuertísima de dinero.

"Tres, dos..."

Dijo John por celular.

"Ya está la transferencia, puede confirmarlo."

Dijo una voz del otro lado de la línea.

John checó su cuenta y en efecto, el dinero ya estaba ahí.

"Hicieron lo correcto."

"Les mandaré el antivirus para el virus que infectó su seguridad."

John colgó.

Con una sola tecla envío lo que había prometido.

John recibió una llamada de Edward.

"Aquí Black Dream."

"Soy Black Shadow, quiero una intervención a una compañía..."

"Además necesito un micrófono espía."

"Quiero saber movimientos del padre de James."

Ordenó Edward.

"Todo será entregado en el tiempo que requieras, coordenadas por favor."

"De acuerdo, informaré en breve."

Ambos colgaron.

John estiró sus dedos y se tronó el cuello.

Comenzó a teclear en una de sus muchas laptops de última generación y muy caras.

Una niña entró en su habitación privada y lo abrazó.

"Pequeña, ya te he dicho que no debes entrar aquí."

"Ve a jugar a otro lugar."

Dijo John.

"No quiero."

"Quiero que tú estés conmigo y me enseñes a jugar."

Dijo la pequeña niña.

"Dame un minuto y lo haré."

Tecleó más deprisa.

Con uno de sus brazos, cargó a la pequeña niña que había entrado.

"Marcel, tienes hambre?"

Preguntó John a la nena.

"Si, podemos comer hamburguesas?"

Preguntó la niña.

"Concedido pequeña."

Marcela, la madre de Marcel, estaba buscándola como loca por toda la casa.

Cuando para su alivio la vió salir de la casa de trabajo de John.

"Pequeña traviesa, te escapaste para ir con papá!"

"Si y ahora comeremos hamburguesas!"

Gritó entusiasmada la pequeña Marcel.

"John?"

Inquirió Marcela.

"Vamos Marcela, deja que coma lo que quiera."

"Qrdenaré ya."

Les dió un beso a ambas.

John se dirigió a uno de sus hombres, quien abordó un auto para salir a comprar las hamburguesas.

John vivía cómodamente gracias a su inteligencia.

Su mayor orgullo y trofeo eran su esposa hermosa y su linda hija.

Las amaba demasiado y las protegía aun más.

Por eso la localización de su casa era un secreto.

Paul, otro miembro de los Black, por su parte era un mujeriego empedernido.

Nunca repetía a una mujer en su cama.

Le gustaban las mujeres que fueran difíciles, duras e inalcanzables.

Paul era un técnico del ejército privilegiado que tenía acceso a todo el mundo.

Y manejaba armas como nadie.

Su fuerte era el contrabando de armas, drogas de Daniel.

Y los secretos importantes y valiosos de John le proporcionaba.

Paul era el cerebro de las operaciones.

Edward era el líder, coordinador y supervisor de todos los Black.

Él los había impulsado con su dinero.

Edward los había protegido con sus influencias y guardaespaldas.

Él los había instruido y equipado.

Paul, John y Daniel le habían jurado lealtad ciega a Edward.

Todos eligieron libremente sus nombres del bajo mundo.

El reciente ataque los había debilitado bastan.

Por lo que todos estaban haciendo esfuerzos sobrehumanos para regresar al 100% de operatividad.

Las bajas de los doctores del hospital fueron duras.

Los insumos, se recuperaron, algunas formulas regresaron a sus manos.

Pero no fue suficiente.

Carl muy bien camuflajeado hacia una entrega en una sucursal clandestina de los Black.

"Traigo un paquete."

Habló con voz cambiada.

"Entre."

Escuchó al hombre del monitor decir cuando le mostró una insignia.

Se la había robado a Edward una vez que visitó su casa cuando estuvo ausente por estar en coma.

Con una cámara escondida entre sus ropas, Carl filmaba todo.

Lucy grababa desde una locación remota.

"Dejelo aquí y váyase."

Le ordenaron los guardias.

"De acuerdo."

Respondió Carl.

Solo fueron 5 segundos pero pudo ver varias cosas interesantes.

"Black Shadow, soy Black Hawk..."

"Te necesitamos en reunión a las 5 pm mismo lugar de siempre."

Habló por línea segura Paul.

"Es urgente?"

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