El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 126

"Ja...no sueñes Edward."

"Ni aunque fueras el último hombre en la tierra me sentiría atraída por ti."

"De hecho no se que ganas quedándote aquí."

"Vete y déjame comer en paz."

Lorelay pronuncia cada palabra con verdadero odio y asco.

"No te creo ni por un segundo."

"Más bien me parece que me encuentras tan atractivo que no sabes cómo actuar frente a mi."

Edward también pronuncia cada palabra con ironía.

Ninguno de los dos baja la mirada, los dos tiene cara de enfado hasta que Lorelay sonríe y mueve la cabeza negando.

"De verdad que eres todo un caso Edward."

"No me sorprende que a tu edad aún estés soltero o no tengas mujer a tu lado."

"No creo que ninguna mujer de clase como yo quisiera estar contigo."

"Tal vez solo las que buscan tu dinero o las prostitutas podrían encontrarte interesante..."

Ay Dios...

"Ah es cierto!"

"Tuviste una prometida hace tiempo!"

"Se llama Lucy, no es así?"

"Por que no te casaste con ella?"

"Recapacitó a tiempo?"

Lorelay ordena algo ligero pues no tiene mucho apetito debido a la presencia de Edward.

El guapo mesero le sonríe.

Lorelay también le sonríe e intercambian comentarios variados y coqueteos.

Edward se da cuenta de lo que pasa entre ambos y tose para que dejen de perder el tiempo.

"Eso es personal."

Responde Edward.

Él no ordena nada de comer, no tiene nada de apetito.

Lorelay al ver que no ordenó nada para comer o para tomar decide que no quiere estar sentada más frente a él por lo que se levanta para mudarse a una mesa frente a la ventana.

Edward no lo puede creer...

De verdad lo dejó sentado solo!

Lorelay está harta de su actitud y necesita un minuto a solas.

Ella revisa sus mensajes en su celular, pues tiene bastantes debido a la boda de Teresse y Tommy por la noche.

Otros son de Flora mandándole fotos de su sobrina y la bebe recién nacida junto con su padre y Ryan.

Como extraña hablar y pasar tiempo con ellos y su padre David...

"Necesito visitarlos lo más pronto posible."

Piensa ella.

En ningún momento le dirige una mirada a Edward esperando que se vaya lo más pronto posible, pero ella se sorprende cuando él se sienta frente a ella nuevamente.

El mesero confundido le entrega su orden a la chica.

Una ensalada fresca de verduras y fresas.

Lorelay sigue ignorándolo, como si de verdad Edward no estuviera ahí mientras continua revisando su celular.

Es la primera vez en toda la vida de Edward que una mujer le hace eso!

Como se atreve esa mujer exasperante!

"Que madura eres para levantarte y dejarme como un estúpido solo en la mesa."

Edward tiene toda la intención de irse y dejar a esa grosera mujer, pero no se iba a dar por vencido tan fácilmente.

Guerra quería ella?

Guerra tendría!

"No puedo comer a gusto si veo una cosa desagradable frente a mi."

"Es por ese motivo que decidí cambiarme de mesa, soy bastante selectiva."

Responde Lorelay sin mirar a Edward.

Ella pincha con su tenedor varias fresas y lechuga frescas antes de llevarse la comida a la boca para degustarla en silencio.

Edward no sabe porque ese pequeño movimiento lo hipnotiza de algún extraño modo.

"Soy una excelente compañía, mis socios y clientes me adoran."

Se defiende Edward.

"Ya lo creo, todos hombres, no es así?"

"Con llevarlos a donde haya mujeres desnudas, bebidas y tabaco serán felices."

"Los hombres son tan básicos."

Responde categórica Lorelay.

"Pero no sabes ser una excelente compañía con las mujeres."

"De lo contrario, estarías casado con tu  prometida y no hubieras dañado a la mujer que mencionaste en casa de tu abuela."

"Eres una desgracia de hombre."

Lorelay agradece que casi termina de comer.

Ella levanta la mano para pedir la cuenta.

No quiere pasar ni un segundo mas con Edward.

Ella marca el número de Dániel para que la recoja, pues ni de broma se subirá al auto de Edward en ese momento.

Ella podría olvidarse de toda su cuidadosa venganza y asesinarlo sin más!

Edward observa el descaro de la hermosa mujer frente a él.

Lo ignora como si fuera un pobre diablo!

Un don nadie!

"Como se atreve a ningunearme carajo!"

"Soy un CEO muy reconocido y el hombre más rico de la ciudad."

Edward tiene ese pensamiento en la cabeza cuando le quita el celular del oído a Lorealy.

"Devuélveme mi celular Edward!"

"Tu hablas de madurez y actúas como un adolescente enojado!"

"Dámelo."

Lorelay extiende su mano ordenandole con molesta y enfado

"Lo haré..."

"De hecho tengo una propuesta que hacerte y se que te gustara ya que veo que te gusta apostar."

Edward observa la pantalla un segundo antes de terminar la llamada.

"Nada de lo que digas me interesará!"

"Dame mi celular en este instante Edward!"

Lorelay se levanta un poco para tratar de quitárselo, pero Edward lo mantiene fuera de su alcance.

"Apuesto mi empresa."

Exclama seguro de si mismo Edward.

"Apuesto mi empresa a que puedo hacer que te enamores de mi."

Lorelay se recarga en su silla y cruza los brazos para escucharlo.

"Estoy seguro que puedo hacer que te enamores de mi."

"Y si eso sucede, me cederás tus acciones y me devolverás la empresa de diseño."

Edward continua.

"Si no puedo lograr que te enamores de mi aunque se un poco te cederé todas las empresas Situ."

Lorelay no sabe si Edward está jugando o lo dice en serio.

"Puedes ahorrarte tu valioso tiempo y el mío porque eso no pasará jamás."

"De hecho podemos volver a la villa de la señora Situ para que firmes los documentos que deje ahí, pues nunca, nunca me enamoraré de ti."

Responde con firmeza Lorelay.

"Ahora Edward compórtate como alguien de tu edad y devuélveme mi celular."

"Yo si tengo cosas importantes que hacer."

Edward le devuelve su celular diciéndole.

"La apuesta sigue en pie por poco tiempo..."

Lorelay toma su celular, paga la cuenta y vuelve a llamar a Dániel, quien le dice que estará lo más pronto posible ahí.

Edward se toma un momento para levantarse de la mesa y salir del restaurante.

Observa a Lorelay sentada en una mesa al aire libre revisando su celular.

"Que tendrá esta mujer que me hace enojar pero quiero estar con ella a la vez?"

Se pregunta Edward.

Dániel llega por fin por ella.

Lorelay se levanta del asiento.

Edward la agarra por el brazo y Dániel al ver eso sale del auto.

"Sueltala Situ."

Lo amenaza poniéndose al lado de Lorelay.

"La propuesta solo es válida hasta mañana por la tarde."

Lorelay da un tirón a su brazo para soltarse de su agarre, voltea a ver a Dániel sonriendo.

"Vámonos Dániel, no perdamos más el tiempo."

Tanto Dániel como Edward intercambian miradas de odio, hasta que Lorelay toma del brazo a Dániel y lo jala para alejarlo.

De camino a Golden Osmanthus, Lorelay no dice nada.

Ella medita en lo que ha pasado ese día.

"Estás bien?"

Dániel pregunta observándola demasiado pensativa.

"Si Dániel..."

"Es solo que..."

Lorelay niega con la cabeza mientras sus ojos enfocan sus manos.

Porque su vida tiene que ser tan difícil?

Algunas veces ella desearía haber tenido una vida simple donde nunca se hubiera topado con Edward.

"Tienes las invitaciones para la boda de Tommy?"

Lorelay cambia la conversación dejando de sentir lástima por ella.

"Si, el lugar no es lejos de aquí."

"Debemos partir en unas horas."

"Comprenderemos si no quieres asistir."

Dániel quisiera que ella fuera feliz, que no hubiera sufrido tanto a manos de ese bastardo, pero no fue así.

"Claro que iré!"

"Son mis amigos también y los aprecio."

"Además me servirá de distracción."

"James está al frente de la empresa de diseño?"

Pregunta Lorelay.

"Si, los dos nos turnaremos para dirigirla."

"Mi empresa se esta expandiendo también gracias a ti."

Los negocios que tenían previamente tanto Dániel como James ahora son mucho más redituables.

Todo gracias al apoyo de Lorelay, sus obras de arte y su buena administración.

Las galerías de arte, las subastas, la empresa de logística y entregas, la casa estudio de Aurora y ahora la empresa de diseño.

Todas ellas están bajo la dirección de Lorelay.

Pero todos los demás contribuyen perfectamente haciendo que sean empresas exitosas.

"Como sigue Carolina?"

Preguntó Lorelay a Johana cuando entran al pasillo de su piso en Golden Osmanthus.

Johana había ido temprano por la mañana a visitar a Carolina en el hospital.

Desobedeciendo las recomendaciones de Lorelay, Johana le había llevado infusiones regenerativas a Paul para que sanara más rápido.

Carolina se mejoraba lentamente...

Al menos tenía un latido fuerte y sus heridas comenzaban a sanar.

Todo gracias a los poderosos extractos adiministrados constantemente.

"Está mucho mejor."

"Paul la vigila todo el tiempo."

"Parece que esta vez si hará lo correcto."

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Prohibido Amor de un CEO