El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 130

"Tu eres Carl Situ?"

El Topo mira de frente al hombre que se encuentra dentro de la pequeña celda.

Él no se parece nada a la foto que le habían facilitado sus hombres.

Cabeza rapada, tatuajes en ambos brazos, nuca y pecho.

Su físico delgado está increíblemente trabajado, se le saltan las venas del cuello, brazos y los tendones de las manos.

Sus ojos fríos le sostienen la mirada al Topo y se acerca a la puerta de su celda.

"Eres el Topo?"

Su voz denota ira, odio y resentimiento que tiene después de tres años encerrado en ese mismo lugar donde ha tenido tiempo suficiente para planear a detalle su venganza.

"El mismo."

Responde el gordo hombre sonriendo.

"Me dijeron que quieres vengarte de Mascara de Bronce."

"Puedo ayudarte con eso."

Carl en su celda estuvo tramando su venganza teniendo en cuenta hasta el más mínimo detalle.

Todas las palizas brutales que le dieron cuando llegó a la cárcel...

Todas las noches que tuvo que defenderse de los demás convictos para que no lo asesinaran...

Todas las veces que tuvo que pelear para que no lo violaran en multitud le habían dado el alma asesina e inhumana que ahora poseía.

Nada le importaba mas que vengarse de Edward y de su abuela.

Matar a sangre fría a sus pusilánimes padres, a Elizabeth y en especial a Lucy.

Esa bastarda hija de puta que todas las noches regresaba a sus sueños para reírse en su cara de la paliza que Mascara de Bronce le había dado en ese coliseo.

En sus sueños, Carl mataba a golpes a Lucy en esa misma arena y después se divertía torturando lentamente a ese hijo de puta que tanto daño le hizo.

Derivado de la golpiza, Carl tiene una ligera cojera en su pierna izquierda, debido a que su rodilla quedó muy lastimada y nunca pudo recuperarse del todo.

Pero todo eso no le había impedido entrenar al limite en su celda, volverse mas rudo, mas desafiante, sin corazón ni alma.

Solo la furia lo mueve.

Solo sería feliz hasta acabar con cada uno de los miembros de la familia Situ y proclamarse el único Situ.

Carl quiere tomar las riendas de todo el emporio Situ, tener una mujer, pagada, esclava o libre que le diera descendencia y que así el apellido Situ continuara por su línea solamente.

"Eso me dijeron mis hombres aquí."

"Cuando comenzamos?"

Pregunta Carl acercando completamente la cara a la celda.

A pesar del frío que hace en los pasillos y en su celda en particular, pues no cuenta con una ventana que le proporcione algo de sol al lugar, Carl permanece descalzo, sin camiseta y solo trae su pantalón naranja de uniforme de preso.

Al Topo le gusta la actitud de Carl.

No pide nada, no tiene condiciones.

No es irrespetuoso y quiere a trabajar de inmediato.

"No es tan fácil sacarte de aquí."

"Tu primito Edward se encargó de tenerte bien vigilado."

"Ha comprado al director de la cárcel y a algunos de guardias."

Responde el Topo.

"Pero ire a ver si puedo hacer un trato mas jugoso y que puedas salir esta noche."

El Topo observa cuidadosamente la piel tatuada de Carl...

Es impresionante la cantidad de calaveras y esqueletos que recorren sus brazos musculosos y fuertes.

En su pecho una gran muerte se puede observar con su nombre y apellido.

Tiene demasiadas cicatrices cruzándole el pecho, la cara y su estómago increíblemente plano y con abdominales bien marcados y poderosos.

Si no fuera por sus ojos fieros, su cara llena de furia y su cabeza rapada, Carl pasaría por un modelo de gimnasios o de pasarelas.

"Estoy listo para cuando tu estés listo."

"Tengo todo lo que necesito y mis hombres saben donde comenzar."

Carl le da la espalda regresando a su camastro, donde se sienta derecho observando como el Topo lentamente se aleja de su celda.

Una y otra vez Carl repite su mantra.

Una y otra vez se dice que esta vez no habría vuelta atrás ni remordimientos.

Una y otra vez recrea en las imágenes y el inenarrable dolor que sintió cuando escuchó la risa burlona de Lucy desde el palco de ese Coliseo aunada a los golpes de muerte que le propinaba Mascara de Bronce.

Todo le ayudaba para poder tener claros sus objetivos.

Afuera de la prisión, padre y tío adoptivos de Lucy contemplan el complejo penitenciario desde fuera y les parece de lo más ruin y asqueroso el edificio.

Tienen lista la información y las cosas que Carl les había pedido.

Todo gracias a que Carl había dejado dinero escondido por alguna eventualidad como la que le había pasado.

Cuando Carl llegó a esa prisión, se encontró sumergido en un mar de convictos bastante peligrosos, asaltantes,

matones,

pederastas,

violadores,

asesinos y

de todos ellos solo había otro hombre como él que había cometido crímenes de cuello blanco.

Pero da la casualidad que ese hombre estaba encarcelado junto con su hermano muy cerca de la celda de Carl.

Por lo que en los descansos, Carl pudo comprobar que conocía a esos hombres pero jamás hubiera imaginado que resultarían ser el tío y padre adoptivos de Lucy.

Y más impactante fue para Carl enterarse de que la misma Lucy había sido quien los había encarcelado con ayuda de Edward.

Los tres hombres tenían dos objetivos en común, Edward y Lucy.

El padre adoptivo de Lucy tenía un plan de venganza el cual compartió con Carl.

Los dos detallaron todo lo que tenían que hacer.

Tanto tio como padre de Lucy terminaban su condena antes que Carl, le prometieron pedir ayuda a alguno de los capos que operaban en la ciudad para que pudieran cumplir su venganza.

Pero cuando salieron ambos hombres de más de cincuenta años, se encontraron con un panorama nada alentador.

Mascara de Bronce se había adueñado de todo el territorio con mano implacable junto con su mano derecha Carolina.

La mujer más fiera que ninguno de los dos hubieran visto nunca en su vida.

Buscaron en vano ayuda por todo el inframundo y más aún cuando hacia tres años un acontecimiento raro y extraño unió y blindó a Edward Situ, pues se le vió con guardaespaldas que muchas veces custiodaban a Mascara de Bronce.

Pero eso no los detuvo.

Ellos recogieron el dinero escondido, lo invirtieron sabiamente en la bolsa de valores logrando que en unos años tuvieran una riqueza mediana.

Justo la adecuada para comprar lo que necesitaban para cuando alguien decidiera por fin ayudarlos.

La oportunidad llegó cuando se enteraron que los grandes capos de la mafia estaban disgustados porque una mujer, Máscara de Plata ahora se encargaría de recolectar los impuestos, amasar la fortuna de la mafia, brindarles protección.

Además todos responderían con su vida se se atrevieran a hacerle algo a Carolina o la sucesora temporal de Mascara de Bronce.

No dejaron pasar más tiempo y pidieron varias audiencias con algunos cabezas de mafias.

Solo el Topo los había tomado en serio, tal vez impulsado por sus ansias de derrocar a aquella mujer barata y m poder coleccionarla como una esclava sexual.

Tales cosas lo sabían ellos, pues el Topo mismo se los había dicho en persona.

Quería golpearla,

mutilarla,

violarla y

causarle tanto dolor...

Tanto daño como fuera posible para de ese modo castigar a Máscara de Bronce por haber matado a su segundo al mando, nada más que su hijo predilecto.

Pero no pararía ahí, pues cuando Mascara de Bronce regresara, le diría que tenía a su preciosa sucesora y que la intercambiaría por él para de esa forma torturarlo y matarlo también.

El Topo espera que Mascara de Bronce no se enterara de las cosas terribles que le haría a esa mujer hasta que estaba regresara a la ciudad a ocupar su lugar como Rey de los capos de la mafia.

Esto también lo sabían los dos secuaces de Carl.

El Topo sin reparos les había dicho que es lo que quería hacer con todas esas malditas y asquerosas Máscaras.

Después se coronaria Rey del inframundo como siempre había querido.

"Crees que pueda sacarlo de ahí?"

Tom, el padre adoptivo de Lucy pregunto a su hermano menor Bernard.

"Sabes que podrá porque es el único que tiene los suficientes recursos para poder comprar al director."

"Esperemos aquí."

Ambos hombres se habían enterado recientemente, gracias a sus sobornos que una mujer de cabello rubio y hermosa había matado a Lucy en su celda.

Eso los había dejado desconsolados, pero no porque les doliera la muerte anticipada de su hija y sobrina adoptiva, si no porque ellos no podrían matarla o golpearla como antaño lo habian hecho con sus propias manos.

Sin embargo, el premio en el horizonte se veía prometedor.

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