El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 198

Un suave viento sopla desde la ventana entreabierta moviendo delicadamente la larga cortina blanca en la habitación de hotel.

El sol apenas comienza a despertar.

Sus tímidos rayos acarician tibiamente el horizonte, despertando a los animales, plantas y humanos después de su letargo nocturno.

La pálida, bella y agonizante luna acepta su destino diario mientras mengua irremediablemente para dar paso al Astro Rey para que reine sobre el firmamento.

En la habitación de hotel, la chica recostada entre las sabanas blancas de la cama comienza a despertarse lentamente.

Suavemente sus ojos se abren dejándole ver algo que ella parece recordar de otra vida.

No, eso no es...

Tal vez es un dejá vu pues todo parece detenido en el tiempo.

La chica se pregunta si esta será su realidad o si acaso todo lo que ha pasado en su vida solo ha sido un sueño extraño del cual acaba de despertar.

Lorelay se siente intranquila y confundida pues no comprende nada.

Que carajos ha sucedido?

Como es que ella llegó a ese lugar?

Y como es porque no puede recordar nada?

Recordar...

De pronto Lorelay recordó que estaba luchando contra Edward y después nada.

Absolutamente nada.

Ella experimentó mucho cansancio en ese momento y un sueño profundo la atrapó como si ella hubiera usado algún tipo de somnífero o calmante.

"Maldito bastardo, volvió a sedarme para traerme a este lugar."

Lorelay retira las sabanas de su cuerpo para levantarse de la cama, pero cuando lo hace descubre que lleva puesto un vestido blanco corto el cual se amolda bien a su cuerpo.

Mirándose al espejo, Lorelay sonríe porque al mirarse al espejo ella aprecia que se ve hermosa.

La habitación esta vacía, no hay maletas ni ropa, solo unos zapatos de tacón blancos que hacen juego con su vestido.

Ni siquiera hay señales que alguien más hubiera estado con ella en ese lugar.

Lorelay busca por todos lados su celular, dinero o algo para que pueda salir de ahí, pero no encuentra nada en ningún lado.

La chica buscó debajo de la cama, en el baño, debajo del colchón de la cama y por todos lados pero no pudo hallar nada.

El rumor de las olas rompiendo contra la arena suave le hace recordar el tiempo en que ella fue de vacaciones por primera vez a una playa.

Sonriendo, Lorelay sale al balcón para mirar de nuevo el paisaje conocido.

Un paisaje que se ve exactamente igual como se veía hace unos años ese lugar.

El paisaje le recordó el momento en que ella declaró abiertamente sus intenciones de casarse con un hombre que la asustaba y dominaba la mayor parte del tiempo.

Pero que también la sorprendía con acciones amables como llevarla de vacaciones y le daba amor a su manera y placer...

Mucho más placer del que ella podía manejar en ese momento.

Cerrando los ojos, Lorelay respira el aire salino del mar mientras se deleita escuchando el ruido que producen las palmeras mientras se mueven delicadamente debido al viento.

Cuando ella abre los ojos se siente más joven, llena de vitalidad y feliz.

Muy feliz!

Lorelay admira el lugar donde se llevó aquella boda hace tanto tiempo y ahora ella aprecia que unas cuantas sillas blancas y sombrillas rojas para los clientes se encuentran en la arena.

Suspirando su decepción, Lorelay retira sus manos del balcón para volver a entrar a la habitación y marcharse.

Ella se despide de la habitación mientras lleva en la mano sus zapatos antes de cerrar la puerta.

Lorelay no quiere pensar nada en ese preciso momento pues se siente increíble después de haberle dicho a Edward todo lo que le hacía daño dentro de su mente y corazón.

En verdad, Lorelay sintió que los sentimientos tóxicos y malignos que asfixiaban y atormentaban su alma desaparecieron.

Fue una buena catarsis haber luchado contra Edward y haber gritado fuera sus sentimientos más depresivos y decepcionantes.

Caminando distraidamente Lorelay de pronto se da cuenta que no se ha cruzado con ningún otro huésped ni con personal del hotel.

Una tranquilidad extraña se siente en el ambiente, por lo que Lorelay se pregunta si en verdad está sola en ese lugar.

Lo cual confirmó cuando llegó a la recepción y no encontró persona alguna a alrededor.

"Hola?"

"Alguien puede atenderme?"

"No hay nadie?"

Cuestiona con aflicción y un poco de angustia Lorelay.

"Hola!"

Gritando con todas sus fuerzas Lorelay espera respuesta, pero no se escucha ni un solo sonido ni se aprecia persona alguna.

El aroma de comida llega a la nariz de la bella niña quien de inmediato piensa que tal vez todos se encuentran en el comedor.

Sería difícil de creer esa situación, pero es la única respuesta, por lo que Lorelay sigue el suculento aroma que se intensifica a cada paso que ella da.

Cuando llega al restaurante puede ver qué la comida esta ahí, dispuesta para los comensales en el buffet, pero no hay nadie más que ella.

Nadie en las mesas, ni en las estaciones de comida, solo la musica ambiental para acompañar a los huéspedes.

Sin perder la calma, Lorelay se dirige a la salida solo para toparse con que no puede salir del hotel.

Una extraña barrera de metal sella la puerta de salida.

Golpeando varias veces la barrera, Lorelay intenta escalarla pero es demasiado alta.

Al final Lorelay se da por vencida por lo que decide regresar y salir por la playa.

Pero inexplicablemente también la playa esta cercada por una barrera impenetrable.

Lorelay se siente asfixiada y tiene la impresión de que las barreras se cierran entorno a ella, aprisionándola, aplastándola.

Quiso gritar y ningún sonido salio de su boca.

La arena atrapa sus pies para succionarla hacia abajo mientras Lorelay observa en sus manos un dije de corazón latiendo tan lentamente que parece que está muriendo a cada latido.

Lorelay cierra los ojos con fuerza cuando la arena la traga casi por completo.

Dejando de luchar, Lorelay se rinde a su fatal destino.

Y mientras lo hace piensa en todo lo que no pudo realizar en esta vida....

Todo lo que que tal vez en otra vida podría obtener lo cual es...

Imposible.

Recuerda Lorelay que esta es su última reencarnación.

Una lágrima resbala justo en el momento en que la arena termina casi de cubrir su bello rostro, pero...

La arena retrocede ante la lágrima de la chica.

Más lágrimas fluyen de sus bellos ojos creando una burbuja de protección azul la cual le brinda consuelo.

"Lo siento tanto .."

"Lamento todo esto."

"Mi resentimiento profundo y mi rencor tan arraigado en mi interior me dominaron."

"No debí..."

"No debí haber actuado de esa manera tan impulsiva y oscura."

"No he aprendido nada aun."

"Tal vez no merezco lo que quiero."

"Aún debo trabajar más en mi y entonces tal vez se me dará."

Lorelay habla consigo misma mientras se hace ovillo en el suelo de la burbuja.

"Claro que lo mereces."

"Tú mereces todo lo mejor, solo lo mejor."

"Él que lo siente tanto soy yo."

Declara una voz familiar a lo lejos.

"Fuí demasiado testaruda e impulsiva."

"Tenías razón, hice berrinche de niña!"

"Dejé que mi niña herida hablara por mi, que me controlara y termine mucho mas herida de lo que ya estaba."

"Lo siento, podrías perdonarme por favor?"

Responde Lorelay sin abrir los ojos ni moverse de su posición fetal dentro de la burbuja.

La luz dentro de la burbuja comenzó a apagarse, dejando que una oscuridad apacible y reconfortante descienda sobre la chica quien ahora vuelve a dormir.

Mientras ella duerme, afuera el mundo no cesa de moverse pues vientos de personas alistan mil cosas a la vez.

"Están listos los fuegos artificiales?"

Cuestiona Edward al gerente del hotel.

"Si señor, todos listos."

"Revisamos el pronóstico del tiempo y será una noche despejada y sin luna, por lo que se apreciarán más."

Responde el gerente del hotel.

"Perfecto, el banquete está listo?"

Cuestiona de nuevo Edward.

"Si señor, todo está listo."

"El banquete,

las mesas,

las sillas,

los adornos,

incluso trajimos los puestos de ventas del carnaval que usted ordenó."

"Puede verlos usted mismo, ya tienen listas sus luces y mercancías."

Señala el gerente hacía los puestos y personas que de dan prisa en estar listos.

"Ellos le agradecen esta oportunidad en esta época del año en que la venta es baja al igual que el turismo."

Exclama el gerente.

"Es bueno que todos nos beneficiemos, los invitados ya llegaron?"

Inquiete Edward.

"Todos señor, están esperando su señal."

Responde el gerente.

"Bebidas listas?"

Edward pregunta.

"Listas señor al igual que el velero está listo también."

Responde el gerente.

"Excelente, quiero ver el altar en la playa."

Pide Edward.

"Por supuesto señor sigame y podrá verlo."

Edward camina al lado del gerente para ver el altar en la playa el cual es una reproducción exacta del altar que se usó una vez, hace años para la boda de unos perfectos desconocidos.

Esa es la pieza fundamental para lo que Edward ha preparado.

Quedando satisfecho con los preparativos y la decoración, Edward revisa la lista de invitados de nuevo.

Verifica que los reporteros estén en su sitio y se cerciora que todo esté en su lugar.

Edward se relaja después bebiendo una copa de vino mirando al mar.

Una de las cosas que más le facilitan la vida a Edward es el dinero.

De esa forma puede arreglar cualquier imprevisto y hacer ocurra cualquier cosa que quiera.

Y lo que iba a pasar en unos minutos es para la mujer que mas ama en el mundo, su alma gemela, Lorelay.

Torturados por amor y desamor a lo largo de muchas vidas y por muchos años, esta vez su agonía de no poder ser esposos se acabaría.

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