El santo millonario romance Capítulo 22

Dayana Berlusconi

El camino que lleva el señor Bristol me es muy conocido, ya que igual reconozco a la causante de tantos problemas en mi vida. Después de la muerte de mi padre me he era muy difícil conciliar el sueño y no me quedo de otra que recurrir a estas pastillas, pero termine volviéndome dependiente y no he había dado cuenta hasta que conocí a ese hombre al que le di todo y termino destruyendo la poca inocencia que conservaba.

Suspiro, ya que no todo fue malo y este fue quien me ayudo a salir de donde estaba metida construyendo un nuevo vicio en mi vida: sexo. Es la manera más fácil de descargar frustraciones, energía y liberar la mente como hace cualquier droga en este mundo.

Cuando aprendí que esto no solo era una forma de relacionarse emocionalmente con otros y sino más bien una droga más poderosa que cualquier otra existente y a la vez una tan natural que encuentras en cualquier ser humano en la tierra, se siente como si fuera una ninfómana, pero no soy tal cosa.

Soy decidida y un nuevo ser reconstruido de las cenizas que alguna vez me volví al caer bajo el vicio de pastillas para conciliar el sueño y ahora utilizo algo más poderoso que cualquier analgésico y es un orgasmo tan placentero que te roba el oxígeno y libera toda la mente al momento de tenerlo, consumiendo toda energía que recorre tus entrañas.

—¿Recuerdas cuando te dije que un orgasmo puede ayudarme a dormir? —cuestiono.

—Eso no funciona con todos, —sonríe y alzo mis cejas para dejar la taza en el suelo, me acerco hasta donde se encuentra y me arrodillo frente a este.

—Ya veremos, —introduzco mi mano por el centro de su toalla hasta alcanzar su miembro y lo acaricio en conjunto con sus testículos, se encarga el mismo de descubrir su erección y gime cuando froto su glande que empieza a escurrir líquido preseminal desde su orificio.

Aumento la velocidad y disminuyo al sentir tensión para presionar su perineo, ya que ambos sexo lo contienen y este se encuentra a medio camino entre el medio del escroto y el ano, jadea ya que esto evita que eyacule mojado, o sea que su semen corra hacia fuera y que ahora se redirija a su vejiga urinaria, pero claro todo tiene su precio cuando lo utiliza muy seguido.

—¿Qué has hecho? —interroga entre jadeo mientras que su pecho se encuentra rojo, sonrió y me pongo de pie para desnudarme.

—Luego te explico, —comento subiendo ahorcajada de este y me elevo para tomar su miembro, coloco su punta en mi entrada y bajo por este empalándome por completo, beso su boca y gimo sobre ella.

Me muevo apretando mis piernas a su lado para bajar con fuerza sobre este y escucharlo gemir ronco, es un hombre que no contiene sus gemidos y eso es excitante, ya que es una música muy placentera escucharlo.

—Despacio, —jadea tomando mi cadera para detenerme, se levanta y recuesta mi espalda a la cama quedando sobre mi cuerpo, se mueve lento y besa mis labios tragando mi gemidos ya que sale y entra por completo varias veces volviéndome loca con sus movimientos.

Su cadera se pega a la mía y se queda allí, con su pubis se frota contra mi clítoris inflamado y entierro mis uñas en su redondo trasero, ríe bajo y sale para hacer algo que me sorprende, se va a mi sexo y se come mi coño sin piedad.

—Dios… Donovan… —gimoteo ante su falta de tacto con mi sensible clítoris, no sé dónde este hombre está aprendiendo pero que no deje de leer o sacar información de ese lugar.

—Cada vez me fascina más poder saborearte, —murmura.

—Se un buen alumno. —Gimo mientras introduce dos de sus dedos en mi interior, lame mi sexo hasta que me es imposible no dejarme ir.

Se mueve y se coloca sobre mi cuerpo para penetrarme mientras sigo en mi nebulosa de placer por el orgasmo, Donovan me embiste una y otra vez sin piedad, jadea y luego me besa. Envuelvo mis piernas en su cadera y recorro su espalda húmeda con mis manos hasta dejarla en su cuello, gimo y grito su nombre.

»No te corras dentro, —mascullo como puedo, esperando que me haya entendido.

Su dureza se tensiona al poco rato y sale corriéndose enseguida. De su boca sale un feroz ronco gemido mientras que su semen cae con intensidad por todo mi vientre, caliente y espeso se siente su líquido, su cuerpo cae sobre el mío con cuidado de no lastimarme. Emite algunas vibraciones y jadea bajo, acaricio su cabello húmedo en espera de su recuperación.

—¿Qué fue eso? —cuestiona.

—Se le llama múltiple orgasmo masculino, felicidades ya que son pocos los hombres que pueden lograrlo, —murmuro. —Necesito una ducha.

Se deja caer a un lado, muerdo mi labio inferior al recorrer su cuerpo deteniéndome por varios segundo en su miembro.

»Ya vez que es bueno esto para dormir, —comento, salgo de la cama y me tiemblan un poco las piernas por lo que debo sentarme.

—Sigo con energías, —se sienta y sale de la cama. —¿Vamos? —ofrece su mano y la tomó, camina conmigo hacia el baño, me apoyo del lavado mientras llena la tina con agua tibia.

Cuando la tina esta lista entramos a ella y terminamos enfrascados en besos, toques subidos de tono y volvemos a tener un maravilloso orgasmo, Donovan me ayuda a secar mi cuerpo para luego enfundarme una camiseta de las suyas.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El santo millonario