El santo millonario romance Capítulo 3

Donovan Bristol

—¿Puedes dejar de tocar mis libros? —Tamboreo con mis dedos ansioso mi escritorio mientras que Alexandro toca mis cosas dejándolas desordenadas, no sé en qué momento acepte que este sujeto venga a mi apartamento.

—Relájate, —ruedo mis ojos y me pongo de pie para quitarle el libro el cual coloco de nuevo en su lugar. —Me aburro cuando estoy aquí, —se tira al sofá y sube los pies sobre la mesa de cristal.

Un tic de nervio llega a mi ojo izquierdo.

—Alexandro ¿Qué haces en mi apartamento? —Picoteo con mi pie derecho el suelo alfombrado tratando de mantener la compostura.

—Solo quiero salir con mi mejor amigo a un bar, sacarlo a disfrutar una maravillosa noche con una chica… ¿Te van los hombres?

—No, no me van los hombres y tampoco quiero salir a un bar, —tomó asiento frente a este tratando de ver su siguiente movimiento.

—Dios, Donovan, siempre está aquí o en tu empresa, no tengo idea de que puedo hacer para que salgas un día conmigo ¿Desde lo que paso con…

—Por favor Alexandro, no lo menciones, —lo miro dolido mientras que este pasa una mano por su cabello, suspira y se pone de pie.

—Bien… Me marcho, pero recuerda que estoy aquí para cuando necesites hablar con alguien.

—Gracias, —es lo único que digo para luego acompañarlo hasta la puerta y despedirme de este.

Paso mi mano por mi rostro despejando por varios segundo mis tormentosos recuerdos, camino hasta la cocina donde me encargo de preparar mi cena y luego lavar los platos. Subo hasta mi habitación para entrar a mi baño y así poder darme una ducha rápida e ir hasta la cama, no sin antes tomarme una pastilla para conciliar el sueño por varias horas.

(…)

El insistente sonido de mi teléfono provoca que salga de mi sueño inducido por pastillas, soñoliento tanteo la pequeña mesa de noche hasta encontrar el aparato. Sin leer el identificador de llamada contesto:

—¿Quién?

—Señor Bristol, le tengo una muy mala noticia, —eso me hace pone alerta.

—¿Qué sucede?

—Su secretaria la señorita Thomson sufrió un accidente y está en coma.

«Pobre chica» pienso.

—Entiendo ¿su familia ya lo sabe?

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El santo millonario