Ella es mi medicina romance Capítulo 13

El tiempo pasa volando y por fin llega mi hora de salida.

— Uff, que día tan estresante el de hoy. Creo que mañana no podré venir a trabajar, ya que seguramente moriré dentro de poco por el cansancio—dice Daniela estirándose en su puesto de trabajo—.

— Afortunadamente hemos hecho nuestro trabajo sin alguna complicación. Así que no hay algo anormal o difícil que haya hecho que el día de hoy sea tan agotador como aseguras, es más, de los pocos días que llevo aquí hoy ha sido el más tranquilo.

— Lo dices, porque tú no tienes a alguien que te motive a trabajar aquí.

Ruedo los ojos, ya se a que se refiere. Esta mujer es extremadamente agotadora. Siempre habla de ellos y lo ha hecho durante todo el día, por lo que, eso si es lo que sin duda, agotaría a cualquiera.

— ¿No te das cuenta que yo no vi a mis bombones hoy, y un día sin verlos es como un día sin comer? Sin duda, eso es terrible y posiblemente sea la causa de mi muerte—dice de forma dramática —.

— Dios mío, ayúdame por favor —digo dirigiéndome a nuestros vestidores—.

Nota mental: Jamás en la vida debo decir algo relacionado con los ''bombones de Next In'' como los menciona ella, porque si lo hago me llevaré el súper sermón de la vida.

Me cambio rápido mientras que Daniela está deleitando su casillero. Sí, el casillero de Daniela está lleno de fotos de los cinco bombones de Next In. Su nivel de acoso me abruma.

¿Todos los empleados aquí son así o a mí me tocó a la más loca?

— Adiós Daniela, nos vemos mañana —digo saliendo de los vestidores, para descansar de su amor por esos hombres.

Espero su respuesta verbal, pero ella me responde con la mano sin apartar la vista de su casillero.

Ruedo los ojos, ya ella es caso perdido.

Voy saliendo de la empresa cuando una voz conocida llega a mis oídos.

Narra Pablo.

— ¡Ah! No se ustedes pero yo estoy muerto —dice Aidan estirándose—.

— Pero si te la pasaste coqueteando con mi secretaria mientras esperábamos la reunión y cuando estábamos en la reunión no dejabas de coquetear con una de las mujeres que se encontraba ahí — le regaña Javier.

— ¡Uff! —dice frotándose los brazos— Con tu comentario me puso la piel de gallina. Presidente una pregunta ¿Estabas pendiente de lo que hacía o de la reunión? Vaya, será mejor que no te cases por ahora, porque si eres así conmigo no le quiero imaginar con tu pobre esposa —dice Aidan en tono dramático—.

—  Ya dejen tanto drama y vayamos a nuestras casas a descansar —digo frotándome los ojos—.

— Estoy contigo —dicen Harry y Javier al unísono —.

— Hay no, parecen un par de viejos. Díganme ¿Dónde dejaron el espíritu joven? — pregunta Aidan.

— ¿Ese que es fiestero y alegre? — pregunta Harry.

— ¡Exacto, ese mismo! — responde Aidan con entusiasmo.

— No molestes Girop, estamos muy cansados, como para aguantar tus pendejadas.

— Y tu Fred, ¿Me quieres acompañar? —Pregunta y veo duda en Fred a lo que Aidan se acerca a abrazarlo— Vamos hermano, deja de ser tan amargado y salgamos un rato. No dejes que el humor de Javier se te contagie.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella es mi medicina