Ella es mi medicina romance Capítulo 18

— Estúpido, Pablo —digo mientras azotó la puerta de mi cuarto— ¿Que le pasa? Sin duda, un idiota es lo que es, un idiota —digo tirándome a mi cama— ¿Por qué me grita y me regaña como si fuera mi culpa que haya estado a punto de ahogarme? ¡Yo no quería meter a la piscina, si por mí fuera hubiese seguido durmiendo sin problema alguno, pero fue Aidan y sus tonterías de querer molestarme, lo que causaron el accidente. Pero Pablo se fue contra mí. Mucho estúpido y grosero jefe tengo yo — me quejo.

Suspiro profundo intentando calmarme. Gritar no va a solucionar algo, por ello es mejor dejarlo estar y ver un lado positivo de ese idiota.

Después de calmarme, encuentro lo positivo de todo esto.

— Yo tengo que reconocer que ese idiota me salvó de seguir tragando agua, ya que seguramente, todos creían que era algún espectáculo mío —digo para mi misma —.

»Y las veces que te salvó de José ~dice una voz en mi interior«.

— Pero da igual —digo mientras me levanto y me dirijo a la ducha— eso no la quita lo idiota. Sí, me hace recordar sus puntos buenos, pero detrás o delante de sus acciones buenas, solo hay hostilidad hacia mí y eso hace que pierda los puntos que obtenía para demostrar ser buena persona.

Un poco más calmada entro a la ducha con la esperanza de bañarme y dormir. El cual, es mi pasatiempo favorito.

Minutos después.

Termino de bañarme por lo que salgo a la habitación en busca de mis prendas de vestir, pero una persona me sorprende. Realmente las sorpresas no dejar de aparecer.

— De acuerdo ¿Se puede saque qué haces tú aquí? —pregunto molesta— ¿No te das cuenta que está es la habitación que me asignaron?

— Lo se, no soy idiota —dice ignorando mi enojo—

En momentos como este, eso no me queda muy claro.

— Mmmmm —digo— por lo menos tu idiotez en ese aspecto no está tan mal. Sin embargo, estoy semidesnuda mientras que tú estas aquí como si nada pasara en el mundo, así que, creo que tendré que recurrir a la violencia si no te marchas.

El me observa con burla.

— Es en serio. Sales por tu propia cuenta o te saco Evans .

— Ah —dice Pablo suspirando— que buenos recuerdos acaban de llegar a mi mente. Recuerdo que de pequeño solías decirme Evans cuando estabas enojada conmigo.

Me acerco poco a poco y lo voy agarrando por la piel que está en la parte trasera del cuello. Lo cual hace que me responda con una mueca de dolor.

— ¡Oye! —dice quejándose— ¿Me ves cara de perro o que ? —dice mientras se libera de mi agarre y se frota la piel afectada—.

Realmente él creía que no sería capaz de hacerle algo así, solo eso explicaría porqué me dejó acercarme tanto.

Nota mental: esa táctica ya no funciona, pasaron muchos años. En ese tiempo me servía porque yo era más alta que él pero ahora las cosas son inversas. Es por eso que apenas se levantó pudo soltarse de mi agarre.

Postadata número dos: Tengo que buscar medidas nuevas para sacarlo a patadas, sin que ello me lastime, pero a él í.

— No, —digo despreocupada— no sólo es la cara de perro, todo tu ser es de perro. Aunque sería una ofensa relacionar un animal tan lindo como lo es el perro contigo. Ya que ellos si son obedientes y buenos seres que muestran amor a los otros en vez de hostilidad y groserías.

Pablo abre la boca asombrado para después cerrarla y tragar saliva, mientras muestra tener una lucha interna que termina cuando gira su cuerpo y toma el pomo de la puerta para marcharse. Demostrando quién fue quien ganó este enfrentamiento.

Te estás mostrando hostil como él, Paulina — me regaña mi mente.

No puedo no serlo cuando él me ataca. Es por ello que solo puedo defenderme y eso estoy haciendo. Nada más.

Sin embargo, el triunfo que pensé haber obtenido, desaparece cuando la puerta no se abre y él se gira nuevamente para encararme. Y por lo visto, su visita tardará más porque se sienta en una de las camas como si fuéramos a conversar como mejores amigas en una pijamada.

— Mira niñita, venía a disculparme pero contigo es una pérdida de tiempo, por lo que... —dice acercándose a mí— Solo puedo pensar en algo como una tregua, ni tu me molestas ni yo te molesto.

— Eso es lo que más quiero —digo— para mí de por sí, eres invisible. Por lo que, eso no es un problema. Ahora, me parecería perfecto si colocarlas en práctica desde ya la tregua— me mira confundido — y te largaras de una ves del cuarto.

Pablo se sorprende y responde

— ¿Sabes? Eres extraña, nunca una mujer me había dicho que me marchará de su habitación. Lo que sucedía era todo lo contrario, me rogaban que me quedara un poco más. — dice con aires de grandeza.

Vaya egocentrismo que siempre carga. Aunque tenía días que no lo escuchaba porque ambos hemos ocupados para molestarnos, lo cual creo que es genial— pienso— El que haya dicho eso ahora, es estupendo para molestarlo.

Me cruzo de brazos y preguntó

— ¡Guau!, ¿Tan insatisfechas las dejas que te piden que no las dejes a medias ? —digo enarcando una ceja.

Pablo en todo este tiempo había estado sentado en una de las camas muy calmado, alza su rostro con cierto enojo y se levanta de la cama como si hubiese sido expulsado por un resorte.

Su respuesta es normal, todo hombre se siente herido cuando tocan este tema y justamente de esta manera.

— ¡Oye tú, pequeño engendro! —dice mientras llega a pasos rápidos hacia mí— ¿Quieres morir? Porque solo me muestras que quieres eso al meterte de esa manera conmigo — su enojo pasa a cara de asombro y me sonríe — ¿o es que quieres que te demuestre que tan bueno soy en la cama?

Vaya, este hombre no es normal. Cada vez que habla me hace preguntarme ¿Qué es lo que tiene en esa cabeza?

Con todo lo que ha logrado, puedo comprobar que posee una inteligencia en los negocios. Pero al parecer, la utiliza toda en los negocios, porque cuando habla conmigo no se nota en lo absoluto.

— ¿Por qué lo piensas tanto? Ya tú estás sin ropa y recién duchada. Ya hemos ahorrado un poco de tiempo con eso — dice en tono burlón.

Ruedo mis ojos ante sus ocurrentes atrocidades.

— Piérdete — digo a escasos centímetros de su rostro— No estoy para perder el tiempo escuchando tonterías y cada vez que hablas, eso escucho. Márchate, ya completaste el límite diario de escuchar bobadas.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella es mi medicina