Ella es mi medicina romance Capítulo 21

Me despierto por la luz solar que da justo en mi cara, de mala gana comienzo a abrir mis ojos e intenté levantarme de la cama, pero un fuerte dolor de cabeza azota en mi cabeza.

— ¡Maldición! —digo agarrándome fuertemente la cabeza que esta a nada de explotarme.

— Uhmmm que bueno que despiertas —dice una voz masculina en algún punto de la habitación — A juzgar por la cara que tienes y cuan adolorida fue tu expresión, pensé que tu primera palabra al despertar sería "Gracias Dios, por este bello día" o cualquier otra palabra de agradecimiento a Dios, pero un maldición es lo opuesto a ser "una niña agradecida".

— Silencio, por favor —digo sin abrir mis ojos— quién sea que esté hablando ¿Podrías hablar más bajo? Tengo un dolor de cabeza de muerte.

— Oh, que decepción —dice con fingido dolor — que tristeza me da que mi medicina no reconozca la voz de su potato.

— En estos momentos me da igual quien seas, pero por favor, baja la voz o deja de hablar —digo agarrando mi cabeza— Ahora tengo un dolor de cabeza de muerte y lo que menos quiero es algún reclamo o cualquier cosa que haga ruido.

Queda en silencio y yo me enrollo —literalmente — en las sábanas de la cama. Lo que menos voy a hacer ahora es levantarme de la cama. Me concentro en mi cama y huelo las sábanas reafirmando el agradable olor que percibo en ellas. Sin embargo, lo que más me parece raro es ¿Por qué tiene una aroma distinta? No comprendo cuál es el aroma, pero sé que es fuerte y distinto. Además ¿Por qué está Pablo otra vez en mi habitación?

Decido no preocuparme por cosas insignificantes para poder dormir con la intención de no sentir tan terrible dolor de cabeza.

Pablo no habla más al comprender que quiero ignorarlo. Por lo que, al poco tiempo siento como Pablo se levanta y escucho una puerta cerrarse.

— Paulina ¿Me puedes explicar que hacías con Pablo en esta habitación? — escucho preguntar a Juliana. Ya que por nada del mundo voy a abrir mis ojos.

No escucho respuesta por lo que deduzco que desistió de querer hablar conmigo. Así que, gracias al silencio, a los pocos minutos después, ya estaba cayendo en un profundo sueño. Digo estaba en verbo pasado porque algo o más bien alguien me prohíbe que siga duerma y ¿Qué es?

Alguien lanza un balde de agua fría, que cae sobre mí causando que me levante rápidamente de la cama.

Quiero gritar pero el dolor de cabeza no me deja, por lo que, sólo abro mis ojos para saber quién es mientras me levanto de la cama empapada. Levantarme de la cama tan rápidamente causó que perdiera el equilibrio y el dolor de cabeza aumentará. Intento calmarme y cuando abro mis ojos, veo a Pablo feliz.

Maldito Pablo —digo mentalmente— supo como desquitarse de lo que le hice en el peor momento.

Enojada, le reclamo sin poder gritarle ya que el malestar no me lo permite.

— ¿Se puede saber porqué demonios hiciste eso? —digo tan alto como mi dolor de cabeza me lo permite para demostrarle que no me voy a dejar.

— Simple, lo hice porque quiero y puedo. Ahora ¿Ya estas mejor con tu guayabo o necesitas más agua para hacerte sentir más fresca y revitalizada?

¡Rayos! Si no fuera por mi dolor de cabeza le estuviera llenando de golpes. Suspirando profundo, tragó fuertemente y me dirijo al baño ignorándolo, ya que empapada y con dolor de cabeza no puedo discutir con él. Sin más que hacer, entro al baño y cierro la puerta con llave para después buscar medicamento para la resaca, afortunadamente, encuentro en la despensa del baño lo que deseo, la tomó y me quito la ropa para bañarme. En todo este trayecto está Pablo golpeando fuertemente la puerta lo que no ayuda a mi dolor de cabeza, así que, abro la ducha para que el sonido del agua amortigüe el molesto ruido que hace Pablo. Afortunadamente, ese sonido queda sordo al entrar a la ducha.

El alivio llega casi de inmediato mientras mi cuerpo es mojado por el agua. Sin embargo, ello no ayuda a que este física o mentalmente preparada para pelear con Pablo . Por lo que, evidentemente él tiene ventaja en todo, así que ahora no puedo enfrentarme a él. Así que, sólo espero que cuando salga del baño ya no esté para molestarme.

Dos horas después

Llevo dos horas en el baño, aunque termine de bañarme y cambiarme —con una ropa que encontré en el baño— no he salido ¿Y eso debido a que? Por supuesto, que el señor Pablo todavía está esperándome afuera y debido a su "de aquí no me voy hasta que salgas del baño y te de tu castigo'' prefiero no salir. Pero la cosa que no entiendo es ¿Por qué me quiere castigar? ¿Qué hice yo para merecer un castigo? O ¿Por qué cree que puede castigarme? Él sin duda, es un idiota. Pero ahora que pienso bien las cosas, esas no son las preguntas que me preocupan. Lo que me preocupa es ¿Qué pasó ayer? ¿Por qué bebí? Si cuando bebo se me olvida lo que hago y eso es absolutamente peligroso con Pablo y los demás cerca.

Dios, espero no haber hecho algo vergonzoso porque allí sí que moriré.

Suspiro profundo, por lo menos el dolor de cabeza ha ido cediendo, y debido a que hoy es el regreso a casa, Pablo no estará las veinticuatro horas del día cerca de mi. Aunque bueno, trabajo en una de sus empresas, por lo que es inevitable que me crucé con él. Realmente sería genial regresar al quirófano —suspiro— pero bueno, ahora la cosa es ¿Cómo salgo de esta?

Pienso rápidamente y mi único refugio sería Mamá Mariana o la abuela, pero la cosa es ¿Cómo podré llegar a ellas si Pablo aún está esperándome fuera del baño?

Estoy perdida, definitivamente estoy perdida. Pero quizás ya se fue. Con la esperanza de que las cosas estén a mi favor, lo llamo.

— Pablo ¿Sigues allí? —preguntó con la esperanza de no escuchar respuesta—.

— Aquí estaré hasta que salgas belleza, así que tomate tu tiempo —responde— ya todos se están yendo por lo que sólo quedamos tú y yo. Lo que seguramente será agradable para mí, ya que podré torturarte a mi gusto.

— N-no creo —digo— mamá Mariana no me dejaría aquí. Además, sé que preferirías dejarme aquí tirada que llevarme.

— Me conoces bien —responde— a la final, nos conocemos desde niños. Sin embargo, también debes saber que uno, si llegó a casa sin ti mi mamá y abuela me matarían y dos ¿Cómo podría desaprovechar esta ocasión especial en el que podré cobrarme todas las que me haz hecho?

— Pero a todas estas —pregunto— ¿Que te hice yo? Si fue por lo del balde de agua que te eche aquella vez, con lo que hiciste hoy estamos a mano.

— No, mi querida Paulina — dice Pablo — eso ya hace parte del olvido, ahora lo que me cobraré es lo de anoche.

— ¿Anoche? —pregunto confundida—.

— Sí, lo de anoche —responde Pablo —.

Abro la puerta del baño y le preguntó de frente

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