Ella es mi medicina romance Capítulo 3

Narra Paulina

Después de unas horas muy ajetreadas en el hospital, puede tener un merecido descanso, ya eran algo más de las cinco de la tarde y aunque el clima está frío decidí tomar una polera e irme a la azotea, estaba un poco nerviosa al ver a la persona con la que me había encariñado de niña, el niño al que le di mi primer beso y quien tanto quise y extrañé.

— ¿Qué haces acá tan solita? — Pregunta Pablo

Volteó instantáneamente al escuchar su voz, pensé que estaba sola, pero no, su presencia decía lo contrario.

— ¿Cómo estas preciosa? Te recordaba muy linda pero veo que aunque no creciste mucho — dijo Pablo riéndose ya que aunque antes yo era más grande que él, ahora le era 20 cm más baja — Tu belleza aumento en cantidades alarmantes.

¿Acabo de decir esto o estoy imaginándolo? — pensé.

— ¿Te comió la lengua el gato que no puedes hablarme? o ¿Estas tan impactada de que un hombre tan apuesto te esté hablando?

Me quedé impresionada, sí, pero no por su belleza, aunque no puedo negar que es atractivo, pero su narcisismo me sorprende más.

— Dios, lo que me faltaba. — me quejo en voz alta

— ¿Qué? ¿Te faltaba un hombre perfecto como yo en tu vida? — me pregunta Pablo con una sonrisa ladina

— No — respondo— Lo que desgraciadamente me faltaba por toparme en mi vida, era un hombre narcisista.

Volteó dejando a Pablo a sus espaldas y comento

— Deberías estar en tu habitación y no aquí, en este frío diciendo estupideces que a nadie le importa escuchar, o por lo menos no a mí.

Pablo ignora mi respuesta y contesta

— Me aburría en mi habitación, así que salí a ver en que me podía entretener —dijo alzando una ceja, para después sonreír con picardía.

— Llegar hasta la azotea, sin ningún medicamento—Volteo quedando de frente a Pablo y señaló la entrada del suero que es se había quitado — Ni acompañante, es muy irresponsable de su parte. Podría tener algún problema y eso podría causarle al personal que está a su cargo, grandes regaños por parte de sus superiores.

— No pasa nada —dijo Pablo acercándose a mí— Tengo la fortuna de haberte encontrado, así que puedo estar tranquilo porque te tengo a ti — comenta acercándose a mi oído, para después susurrar— Mi medicina.

— Señor, lamento —dice uno de sus guardaespaldas al llegar agotado a la azotea— La señorita Daniela lo busca.

— Dile que ahora voy — dijo sin dejar de mirar a mis ojos con un brillo malicioso.

Aclare mi garganta para comentar

— Debería ir, este lugar es muy frío para usted y su esposa debe estar esperándolo.

-— Prometida, todavía no es mi esposa, pero eso no es importante ahora, lo importante ahora mismo para mí, eres tú y todas las historias que debemos aclarar. Tú, sin duda vida mía, eres más importante que cualquiera de mis mujeres.

— Lo que me faltaba —dije rodando los ojos— Narciso y mujeriego —chasquee la lengua— Muchos defectos juntos — comento marchándome del lugar, al fin de cuentas él ya tiene un acompañante que debe soportar sus estupideces.

Narra Pablo

Bueno ¿Qué le sucede a ella? ¿Ha tomado como costumbre rechazarme a la primera, como cuando le propuse matrimonio de pequeños? Aquella vez me rechazo, pero ahora me dejó tirado, haciendo que quede solo en la azotea contemplando su espalda al irse, sin preocuparse de que me diera un ataque al corazón por su rechazo.

Definitivamente esta doctora puede matar sin ningún remordimiento — pensé mientras pasaba mi mano por el cabello.

No puedo creer que me haya rechazo, a mí, al multimillonario Pablo Evans, el hombre más hermoso y perfecto del planeta, el hombre que escoge a las mujeres como si de comprar una camisa se tratara, ya que tomo la que quiero y la botó si ya me aburro de ella. Ella una doctora que puedo mandar como me plazca porque tengo más poder, dinero e inteligencia, tiene la osadía de rechazarme —me decía mentalmente mientras caminaba indignado de un lugar a otro— Porque algo si esta claro, si fuera inteligente no me hubiese rechazado. Así que, a pesar de que su inteligencia es muy baja y su gusto en los hombres es pésimo, no crea que podrá rechazarme.

— No ha nacido la mujer que me ha rechazado y tú no vas a ser la primera —sentencio y bajo hasta mi habitación.

Necesitan idear un plan para tenerla más tiempo cerca, mostrarle mis encantos, los cuales son muchos, para después ser ella quien suplicara fervientemente mi atención.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella es mi medicina