Ella es mi medicina romance Capítulo 34

Al poco tiempo el virus se descarga y yo inmediatamente conecto el USB en mi portátil.

Después de varios minutos de leer mensajes sin importancia logró llegar al mensaje que esperaba.

»llévate a Pablo fuera del país. Necesito que lo distraigas para poder atacar a su familia, atte. T.W.«

— Ok, ahora entiendo el porqué del viaje.... Sin embargo, quien es T.W? —esa duda invade mi mente, pero con tan poca información, desistí en encontrar el significado de esas letras.

Una semana después

Aquí me encuentro en el mejor hotel de Canadá acompañado de Daniela. Y como el mensaje lo decía, si que me ha mantenido ocupado todo el tiempo. No me deja ni un segundo a solas, sin contar de los múltiples lugares que hemos visitado y cosas que ha comprado. Sin embargo, me da lástima que tanto esfuerzo en entretenerme no le de los resultados esperados.

— Sabes amor, pensé que ibas a estar muy ocupado con tus negocios mientras estamos en Canadá —comenta Daniela— pero estoy muy feliz de que estés todo el tiempo para mi —dice quitando su ropa y quedando en vestido de baño—, aunque sabes, me pregunto ¿Cómo estarán las cosas en casa por tu ausencia? —la miró expectante — digo, ya que eres la cabeza de tu familia y todas las responsabilidades que trae consigo ese título, pensaría que es difícil salir si no son por razones laborales —dice mientras yo le estoy colocando protector solar —.

— Es cierto —comento— pero por ti hago lo que sea —comentó dándole un beso en su cuello—.

— ¡Aww! ¿había dicho que te amo tanto? —Comenta alegre—.

— Yo también te amo —le digo—.

— Definitivamente soy muy afortunada de tenerte como prometido —dice feliz—.

— Y yo de tener una prometida tan hermosa tanto en su aspecto físico como en su forma de ser —comentó mientras la abrazo un poco—.

Dios, si Paulina estuviera aquí dijera que le iba a dar diabetes de tanta dulzura en el ambiente... Todo lo que uno tiene que hacer para llegar al fondo de todo.

El teléfono suena y yo miro el teléfono "extrañado" —es Javier— le digo.

— Atiende, tal vez sea importante.

— Ok —digo— dame un segundo.

— ¿Bueno? —pregunto al tomar la llamada— ¿Cómo?, ¡Repíteme lo que me acabas de decir! —digo alterado—, bueno ya voy para allá.

Daniela no sospecha lo que pasa y eso me causa satisfacción. Ya que, el golpe será más sorprendente.

— Lo siento bebé, pero tenemos que irnos —digo colgando la llamada—.

— ¿Sucede algo? —Pregunta extrañada—.

— Si, al parecer algo pasó en el trabajo por lo que tendré que irme pronto —comentó preocupado—.

De regreso a México

Durante todo el viaje Daniela ha estado dándome ánimos de que todo va a este bien, y demás palabrería innecesaria. Llegando a casa todo está oscuro y en silencio, da señales de que no hay nadie. Sin embargo, ese pensamiento desaparece cuando veo a Javier y Fred en el umbral de la puerta que dirige al sótano.

— ¿Chicos qué hacen aquí? —pregunto preocupado— ¿Dónde están todos?.

— Pablo tenemos algo que decirte —dice Javier triste al igual se Fred — y mostrarte —dice señalando el sótano—.

— ¿Qué sucede? Díganme ¿Es tan malo? —preguntó con preocupación —.

— Vamos, lo verás con tus propios ojos — dice un triste Fred—, espero que tengas la fuerza suficiente de soportar lo que verás.

— Daniela —digo agarrando su mano mientras suspiro— ¿Me acompañas? —ella me mira extrañado — sea lo que ellos me vayan a mostrar necesito que tu seas mi apoyo, mi consuelo mi Polo a tierra. Por lo que necesitaré que estés a mi lado.

— Está bien —dice temblando—.

Poco a poco bajamos las escaleras hasta que llegamos al sótano, encontrándonos a una persona esposada a una varilla alta, mientras tiene el rostro cubierto con una tela negra.

— ¿Quien es él? —pregunto confuso mientras estoy agarrado de la mano de Daniela —.

— Pues verás —dice Javier a nuestras espaldas lo que nos hace voltear — mientras estabas en Canadá nos llegó una información muy importante de que la persona que conspira contra ti iba a dar un golpe debido a tu ausencia, lo que nos ayudó a anticiparnos a su ataque...

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