Ella es mi medicina romance Capítulo 36

Narra Paulina

— Dra. García, Dra. García —llamaba uno de los residentes— la necesitan en emergencia —logra decir intentando controlar su respiración—.

— ¿Sabias que eso te lo pudiste haber ahorrado si me llamabas? —pregunto—.

— Llamé pero su teléfono suena apagado —me contesta y yo lo miro confundida—.

— Grandioso, batería muerta —comentó—.

Eso es lo que pasa cuando te concentramos tanto en tu trabajo. Ya llevo una semana en este hospital, pero para mi pareciera que estuviera aquí hace años. Ya los conozco a todos y no me pierdo al momento de buscar lugares específicos. Mi equipo es genial tanto es su forma de ser como en sus habilidades, por lo que a pesar de que llevo poco tiempo acá, ya soy una médica reconocida entre los enfermos y médicos.

No es como en Estados Unidos, pero la verdad es que lo importante no es la fama si no el que vuelvas a utilizar tus habilidades. Lo cual me alegra que no se hayan olvidado por la falta de práctica.

Tres horas después

— Hermana —llama Estiben en recepción— ¿Lista para irnos?

Ruedo los ojos, pero ya me doy por vencida con él.

Desde hace unos días Estiben ha venido a buscarme para llevarme al trabajo, como al principio protesté, lo único que pude lograr fue que me dieran dos opciones, o Estiben me recogía y llevaba todos los días o renunciaba al trabajo y definitivamente la segunda opción estaba descartada.

Muchas cosas cambiaron, nos dieron nuevos teléfonos, todos nos mudamos, las familias de los chicos se mudaron aparte, pero en el mismo vecindario. Como también las clases a las que asistían los chicos fueron cambiadas a virtual.

Por un principio creí que el innombrable (José) estaba comenzando a actuar. Sin embargo, ese pensamiento quedó descartado por el mismo Pablo.

Flashback

— Pablo ¿Por qué razón tengo que dejar el trabajo en el hospital? —comentó enfadada— ¡si apenas tengo unos cuantos días!.

— Es un riesgo el que estés allá —Comenta un Pablo tranquilo—.

— No se porque siento que está conversación ya la hemos tenido antes —comentó frustrada—. Pablo me lo prometiste.

— Sí, pero ahora las cosas cambiaron —comenta—.

— ¿De qué modo? —pregunto—.

— Sólo confía en mí —comenta— no haría nada que te hiciera daño.

— ¡¿Como me pides que confíe en ti si tu ni siquiera confías en mí como para decirme lo que sucede?! —digo estresada—, mi trabajo es importante para mi y nada ni nadie hará que renuncie a mi trabajo y me esconda porque alguien está amenazando con mi seguridad.

— A veces me sorprende lo tonta que puedes ser —comenta Pablo — ¿Como vas a preferir tu trabajo a tu vida?

— Pues prefiero eso a que José tenga la satisfacción de que por su culpa yo esté ocultándome bajo las piedras mientras el que es el malo camina libre y sin ningún arrepentimiento por todo lo as ha hecho —comentó—.

— ¿Que te hace pensar que es José por el que estamos haciendo todo esto? —Pregunta confundido—.

— A él es el único que conozco con poder y que está interesado en mi —me excuso—.

— ¡Hey! ¡Yo también estoy interesado en ti y tengo poder! —comentó Pablo indignado—.

Y su franqueza me hizo avergonzarme

¿Cómo puede decir palabras tan fuertes a la ligera? Quisiera tener el valor que él tiene.

— Pablo no seas así —le digo— no hables como si tuvieras una competencia de quien tiene poder y en qué cantidad. Sólo que se perfectamente que tu no serias una amenaza para mi seguridad.

— En teoría lo soy —comenta Pablo un poco triste y yo me confundo — Como hombre de negocios y poder, tengo a varios enemigos detrás de mí. Como saben que no pueden atacarme de frente, se van por los lados para debilitarme.

— ¿Y esos lados son? —pregunto—.

— Las personas que amo —comenta— mi familia y tú.

— Más bien tu familia y Daniela —comentó—.

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