— La muy desgraciada conoce todos nuestros movimientos –dice Aidan estresado—.
— Y lo peor es que no tenemos nadie que este siquiera cerca de ella –comenta Harry—.
— Un momento –comenta Fred— según mis fuentes José se encuentra aquí en Inglaterra, en el hotel que siempre se hospeda –dice mostrando la portada del hotel—.
— Bien, Fred encárgate de averiguar si verdaderamente esta allá, y si lo está tráelo con vida –comenta Pablo— llévate a todos los hombres que nos quedan. No podemos cometer errores otra vez.
— Cof, cof –se escucha a sus espaldas— a—a—yuda –dice Joseph en un susurro—.
— ¡Oh por Dios! Aún sigue con vida –comenta Estiben mientras toma su teléfono para llamar a la ambulancia—.
— Ok, ves con Joseph –dice Pablo señalando a Estiben— nosotros nos ocuparemos del resto.
— Pero... –dice Estiben—.
— Pero nada, Estiben – lo que vamos a hacer a partir de ahora es mucho más grande que torturar a dos personas, y con eso no te quiero ver involucrado. Así que por favor, mantente lejos de esto. –Toma su teléfono y escribe algo— ya le escribí a alguien que es de mi confianza en el hospital. Él recibirá a Joseph, después que salga de peligro te lo tienes que llevar para México contigo ¿ok?
Estiben sin más asiente y sale con Joseph en una camilla improvisada por Javier y Aidan.
En poco tiempo ya se encontraba la ambulancia llevándose a Joseph y Estiben al hospital.
— De acuerdo, chicos –dice Pablo— es hora de la verdad. Es todo o nada con Ximena. Sé que esta guerra me concierne solo a mí, ya que todo lo que ha sucedido es por culpa de mi antigua relación con ella. Así que ahora les digo, si se quieren salir de esto no los voy a culpar. No les puedo decir que estén en esto sabiendo que algo malo les puede pasar y todo por mi culpa. Así que...
— ... así que nada Pablo –dice Aidan firme— estamos juntos en esto o ninguno lo hará.
— Es cierto –comenta Javier y Harry al unísono—.
— Es hora de darle una buena lección a esa perra –dice Javier—.
— Exacto Bro – comenta Harry—. Tenemos que hacer justicia.
— Sin mencionar que Paulina y Yohana están entre todo esto –comenta Aidan— y ellas no lo merecen.
Todos asienten e inmediatamente se retiran.
— Ahora ¿Qué vamos a hacer? –Pregunta Aidan—.
Todos suspiran, pero de un segundo a otro Pablo abre los ojos como plato.
— Ya sé — dice mientras se dirige hacia la sala en la que el observaba todo.
Él presiono unos cuantos botones apareciendo en las pantallas las grabaciones del día.
— Allí esta –dice cuando ve a la mujer que dispara a Joseph y Daniela sin vacilar—.
— Pobre Daniela, estaba en el bando equivocado –dice Harry mientras niega—.
En otras grabaciones estaban los autos en los que había venido Ximena y sus hombres.
— No puedo creer que una mujer tan inteligente hubiese olvidado las cámaras de seguridad –dice Harry confundido—.
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