Ella es mi medicina romance Capítulo 9

La noche pasó lenta y dolorosa para mí. Cada minuto que pasaba me recordaba que tenía que despedirme de los únicos familiares que se preocupaban por mí, que estaban conmigo en las buenas y en las malas. Los únicos a los que entraban perfectamente en el significado de familia. Y ¿Qué es lo que más me duele?

Que un imbécil, hijo de papi y mami, que nunca en su vida ha conocido que son los límites, ni que como seres humanos tenemos que respetar y valorar la vida de los demás, se le haya dado la gana de acabar con la vida de mis padres, sin recibir su merecido y lo peor de todo es que por golpearlo quieren acabar con nosotros.

Sin duda no tienen vergüenza, José merecía más que una desfiguración en el rostro. Pero lastimosamente no tengo la fuerza para hacerle pagar por todo el dolor que me ha causado.

Miro a mi alrededor y el dolor me invade. Cuando un ser querido muere por algún tipo de enfermedad, yo lo llamo que su hora había llegado y de una u otra forma para los familiares —pienso yo— es de alguna manera reconfortante pensar así, ya que fue una muerte natural, sin ningún tipo violencia. Pero el saber que no murieron así sino que los mataron, da un sin sabor que duele, daña y debilita a la persona, pero ese mismo sentimiento así como puede debilitar también te hace más fuerte.

Soy una persona que estudió para salvar vidas y no para quitarla, pero, José hace sacar el demonio de un santo ¿No?

No, no, no, no —saludó mi cabeza mientras niego mentalmente — No puedo dejar que un ser tan malvado como lo es José haga cambiar mi esencia, él no lo vale. Además, hay en el mundo muchas personas malas como para ser una más.

— ¿En qué piensas tanto? —Pregunta Pablo a mi lado—.

— En lo doloroso que es despedirte de tu única familia —suspiro—.

Pablo toma mi mano y dice

— Sé que mis tíos son y serán muy importantes para ti, pero recuerda que mi familia es tu familia, fue así antes y lo será ahora —.

Por primera vez en tanto tiempo veo al Pablo dulce y sabio que sabe utilizar las palabras que te reconfortan.

— Bueno —continua— digo yo acá. Porque con ese carácter que te gastas, en comparación a la dulce que conocíamos antes, definitivamente habría que consultar con mi familia. A decir verdad a veces das miedo, sin mencionar que la linda —físicamente— y dulce niña ya no está —suspira— ¿Sabes? Olvida eso de que mi familia es tu familia, ya que —comienza a contar con sus dedos— Eres fea, tienes malos gustos con los hombres, eres grosera y sin poder —Suspira con pesar— Tienes muchos defectos juntos.

Ruedo mis ojos y mentalmente retiro lo dicho, Pablo es un idiota.

Llegamos a nuestro destino. Darle la cristiana sepultura a mis padres es una de las cosas más difíciles que he experimentado. Aunque en mi profesión veo a muchas personas morir y debemos seguir adelante a pesar de ello, el que mueran mis padres no es algo fácil de superar. Posiblemente la resignación llegue algún día, pero el dolor que tengo ahora nadie me lo quita.

En el lugar sólo estamos Pablo, sus guardaespaldas y mi persona, lo cual me tranquiliza. El entierro es algo íntimo en el que ningún tercero podría salir herido. Y es que con todo lo ocurrido en el velorio, lo mejor era avisar a los amigos y vecinos de mis padres a que no asistieran al debido entierro.

José y su gente no conocen límites y para personas así, es mejor no relacionarse con otros.

El dolor me invade, siento que un pedazo de mi alma se va con mis padres, que ahora yacen en este pedazo de tierra. Ahora estoy sola, ahora no tengo a nadie.

Narra Pablo

— ¿Está todo listo para mañana?

— Sí señor, aunque si me permite comentarle, quedarnos más tiempo aquí es un riesgo que no es necesario correr. Sabes perfectamente que tu actuar impulsivo contra José no quedará en el olvido.

— Vamos Fred, al igual que yo también tenías intención de golpearlo, así que no me regañes.

— Tiene razón, tenía la intención de golpearlo un poco, pero no partirle cuatro costillas, dañar el tabique y partirle todo lo que se llama cara. Acepta que te excediste.

— Hay no, sólo me pase un poco no es para tanto, además, vuelvo y lo repito él se lo merecía.

— Aja. Bueno cambiando de tema, ya todo está preparado, tendremos varios anillos de seguridad irrompibles, tendremos apoyo en los alrededores, así como también infiltrados en la gente de José. Por lo que sabemos que tienen planeado atacar a las doce del día, ya que a esa hora era el entierro. Por ello, cuestiones de seguridad adelantamos el entierro, claro está, esa información solo la sabemos nosotros.

Además tenemos más de cien hombres a nuestra disposición. Pero lo que sí quiero saber es, ¿Por qué estás pendiente de todos los detalles de mañana? No me digas que estás interesado en Paulina como mujer, porque si es así, ella es una mujer difícil, no como las que estás acostumbrada.

— ¡No seas ridículo Fred! La única razón por la que estoy tan pendiente de ella es por la culpa, nada más. Me metí en sus asuntos anteriormente porque estaba aburrido en el hospital, pero le dije que era una mentirosa y caza fortuna sin saber la verdad y eso no fue correcto. Sin mencionar que complique su problema con José, lo que ocasionó la muerte de sus padres, personas a quien yo en mi niñez estimaba mucho y que de su muerte tengo cierta responsabilidad.

— ¿Esta seguro que es solo eso?

— Completamente

Narra Paulina

Regresó de los entierros de mis padres, rumbo al aeropuerto con Pablo —nuevamente— aunque ahora la situación cambió un poco.

José está hospitalizado por los golpes que le dio Pablo y ya no tengo más que temer, mi debilidad que eran mis padres y están muertos. Ya no hay nada en lo que José me pueda dañar.

(...)

Estamos en México rumbo a la mansión de Pablo. Me siento desmotivada y triste, pero no puedo hacer más. Sólo puedo resignarme y aceptar que José acabó con los que amo.

— Paulina —dice Pablo mientras agita una de sus manos en mi rostro— Ya llegamos a mi mansión. —Asiento cansada.

— ¿Qué hago en tu hogar? Mi casa no queda por aquí — digo saliendo de mis pensamientos

— Pues veras —dice Pablo colocando su mano en la nuca— Lo mejor es que te quedes aquí por un tiempo. No podrás salir por ahora, ya sabes, no sabemos que planea José y para tu profesión es difícil o casi imposible tener guardias siempre. Por lo que es peligroso que salgas.

— Ya eso no va contigo, será mejor que tu ayuda llegue hasta aquí —me mira confundido — Buscaré un trabajo nuevo y lugar donde vivir si eso me ayuda a alejarme del rastro de José, pero hasta ahí. A la final José no tiene a quien más lastimar para doblegarme—digo saliendo del auto—.

— Vamos Paulina permíteme ayudarte, por favor —suplica—.

—Sé que actúas así porque te sientes culpable por la muerte de mis padres, pero yo no te culpo. Aquí la única culpable soy yo por no haber traído a mis padres. Soy yo porque fui quien se hizo novia de José en el pasado y fue por él que perdieron la vida. Así que a la final soy yo la culpable de todo, por lo que no te sientas culpable por nada.

— Vamos Paulina déjame ayudarte, míralo como una muestra de disculpa sincera de mi parte por no haber condado en ti cuando me dijiste tu triste historia, por favor ¿Si?

— ¿Pablo, ya estás en casa? —Pregunta una mujer acercándose al umbral de la puerta—.

E inmediatamente puedo reconocerla

— Mamá —grito a la mujer que me recibe con los brazos abiertos—.

— Mi pequeña Paulina que grande estas princesa —dice la madre de Pablo abrazándome fuertemente— Siento mucho por todo lo que has pasado —dice entre sollozos— Pero quiero que sepas que no estás sola —dice colocando sus manos en mis rostro— Aquí estamos nosotros, tu familia y no estarás mas nunca sola —dice abrazándome fuertemente para después entrar conmigo a la mansión.

La casa es muy grande, limpia y hermosa. Pero lo increíble es encontrar a esas lindas personas con las que jugaba de pequeña. Estiben, Ismael y mi Miguel.

— Peque —gritan todos al unísono al verme entrar—.

Y bastó para que tres chicos corrieran a abrazarme, para sentirme abrumada ante tanta atención y muestra de cariño.

¡Guau! ¿Son así de expresivos? Pensé que la adolescencia y adultez los iba a volver más reservados, pero por lo que veo siguen siendo esos niños dulces que conocí anteriormente.

Al parecer sólo Pablo cambio.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella es mi medicina