Embarazo no deseado romance Capítulo 3

Martiniano levantó los ojos hacia la mujer que tenía delante y observó su larga melena pelirroja recogida en una coleta. Sus ojos se fijaron en la chaqueta, que le colgaba sin forma por los hombros y terminaba casi a medio muslo. Los vaqueros que llevaba parecían haber sido usados durante décadas por personas mucho mayores que ella. Era guapa, pero su ropa era desagradable.

Algo en la nuca de Martiniano hizo clic, recordándole lo que la mujer había dicho. ¡¿Estaba embarazada de él?! Le entraron ganas de reír. Menuda broma, teniendo en cuenta que nunca había visto a aquella mujer.

Se echó hacia atrás en la silla y miró fijamente a la mujer.

—¿De qué estás hablando, y por qué sientes la necesidad de molestarme con semejante basura? —. Gruñó guturalmente.

Kiara tragó saliva.

—Esto no es ninguna broma. Te estoy diciendo toda la verdad—, dijo con firmeza.

Martiniano se levantó de la silla y rodeó el escritorio, quedando cara a cara con Kiara.

—¿Te ha enviado Mateo aquí para gastarte esta broma? —, preguntó con firmeza.

—No conozco a nadie con ese nombre—, exclamó Kiara con frustración.

—Entonces, ¿cómo coño puedes decir que estás embarazada, si no te he visto nunca? —, siseó con amargura, clavando sus ojos en los de ella.

Kiara jadeó. No se acordaba de ella. ¿Parecía tan horrible en el bar, pensó, o era tan mujeriego que ni siquiera se acordaba de las mujeres con las que se acostaba?

Esto sólo empeoró las cosas.

—Nosotros... Nos conocimos en un bar hace tres meses—, explicó.

Martiniano miró fijamente a la mujer; intentando encontrar trozos de su memoria que la relacionaran con él... Estaba en blanco. Había estado en muchos clubes, se había acostado con muchas mujeres, pero a ésta no la había reconocido. Martiniano hizo una pausa cuando recordó que ella había dicho tres meses atrás. Sólo había estado en un club en los últimos tres meses, y sólo se había acostado con una mujer en ese momento. La mujer de los periódicos con su maquillaje raído. Él había recordado su cara claramente y esta mujer no era ella. Sabía que no intercambiaban nombres ni ninguna otra información personal, pero aquella mujer era una fiera esa noche. Martiniano volvió a mirar a la mujer. Esta mujer era Cenicienta.

—Mire señorita, no sé a qué juego está jugando, pero no me interesa. ¿Por qué no se hace un favor y se marcha antes de que llame a seguridad?

Kiara se frotó la sien al sentir un dolor de cabeza punzándole el cráneo.

—Nos tropezamos cuando salí del baño. Fuimos al bar y pedimos shots de vodka. Yo llevaba entonces un vestido negro corto y mucho maquillaje—, intentó explicar en un tono más sutil.

Martiniano arrugó la frente al saberlo y sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta.

—¿Tú? —, espetó.

Kiara guardó silencio al ver cómo sus ojos se convertían en oscuras rendijas verdes.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Embarazo no deseado