En las manos del presidente (COMPLETADO) romance Capítulo 13

El clima de Pekín china no era para nada bueno para Rachel. A decir verdad, su nariz no paraba de soltar pequeños mocos y eso; que tenía un abrigo puesto ocultando su cola de las miradas curiosas de todos esos alfas.

Era de noche cuando llegaron a esa ciudad y la verdad es que Rachel no sabía cómo sentirse al respecto con todos los olores de los omegas y alfas del lugar. Al menos agradeció que los betas tuviesen un olor más ligero o si no estuviera perdida y mareada.

De un momento a otro fue llevada a otro lugar y alejándola del alfa. Por suerte Valeria y Carla estaban cerca de ella porque o si no hubiese hecho un tremendo escándalo en pleno aeropuerto.

El alfa le había explicado que debían de estar separados en cuanto pisaran Pekín. 

— Estamos donde hay muchas personas y lo mejor es que estemos lejos de las cámaras hasta que estemos en un lugar seguro — dijo Carla, tomando su brazo —. La prensa está en este lugar, y no sólo la de china sino la de otros países y la verdad es que es mejor que estemos lo más lejos posible de ellos.

— Está bien — asintió —. Espero que esto acabe pronto, no me gusta estar aquí. Tengo muchas náuseas y estos lugares donde hay tantas personas me dan cosas.

— ¿Tienes náuseas? — preguntó Valeria, y ella asintió —. Seguro es porque no has comido nada desde que subimos al avión y te pasaste más de veinticuatro horas con el presidente haciendo cosas sucias — dijo, picara.

— Claro que comí algo — sus mejillas se tiñeron de rojo —. Pero la verdad es que de seguro es por el frío o por el cambio del clima que no estoy acostumbrada aún — se encogió de hombros.

— Debes de acostumbrarte a todo esto — Carla pasó uno de sus brazos por los hombros de la omega y Valeria tomó el otro brazo comenzando a caminar a la par con ellas —. Esta es nuestra vida, nuestro destino hasta que ellos decidan hacer lo que quieran con nosotras.

— En eso Carla tiene razón, Rachel — suspiró Valeria, mirando hacia donde estaba un grupo de personas que supuso que serían la prensa —. Desde que salimos de ese lugar estamos colgando de un hilo muy delgado, no sabemos qué pueda suceder en cualquier momento o principalmente en este país — susurró —. Este país se conoce como la trata de blancas de omegas y principalmente de híbridos. Por esa razón tenemos tantos hombres con nosotros.

— Mierda, nos van a dejar aquí estos hijos de perra, para que estos chinos nos violen y después nos vendan — dramatiza Carla, colocando ambas manos en su cabeza —. Estamos jodidas.

— ¡Carla! — Exclamó Valeria —. Estás asustando a Rachel con tus cosas de mierda — golpeó su brazo —. Mira cómo está respirando la pobre.

Y en verdad Rachel estaba temblando con eso que dijo Carla. No era una mala idea para sus dueños el dejarlas aquí al otro lado del mundo sin nadie que las salve de sus destinos.

Fue llevada rápidamente hacia el carro que las llevaría al hotel, las feromonas de Rachel estaban por el aire y en poco tiempo había llegado hacia donde estaba Ian que vio a las tres omegas corriendo hacia la salida del lugar.

El brazo de Zaid lo detuvo negando con la cabeza y haciendo una seña hacia la prensa. Era más que claro que Ian le estaba prestando más atención de la debida a Rachel y si quieren que su plan funcionara debían de mantener las cosas con calma por un tiempo.

Pero, habían veces en las que Ian solo se pasaba el tiempo mirando a la nada, en algunas ocasiones las personas lo veían sonriendo solo en una esquina mientras miraba la calle y eso era algo que por un lado ponía a sus amigos realmente felices.

Ahora Ian estaba realmente preocupado con lo que estaba ocurriendo con Rachel. No era normal sentir su miedo como lo estaba haciendo justo ahora en ese lugar. Pero, las palabras que el hombre le había dicho en esa fiesta hacían eco en su mente. Sacudió la cabeza de un lado a otro dejando esos pensamientos a un lado y concentrándose en las personas que estaban a su alrededor.

Después de unos largos minutos se despidieron de la prensa como era debido y fueron escoltados hacia la salida del aeropuerto con mucha precaución. A Ian se le fueron entregados unos documentos al igual que a Zaid porque ambos irían a diferentes lugares al día siguiente y Leonard estaría en una de las provincias del país para hacer donaciones en representación del presidente y del país.

Estaban más que cansados y eso que apenas estaban llegando a ese lugar. Ian estaba aún preocupado por cómo había percibido el olor que Rachel soltó en el aire, que tenía en los pulmones cuando Zaid le dio unos papeles de un hospital.

— En tres meses operan a Rachel lo que quiere decir que si las cosas salen bien con lo que tenemos planeado para tu hermano en ese tiempo ya no podrás estar casado con tu querida esposa y sobre todo las cosas con el país estarán color de hormiga — Ian asintió, mirando el nombre completo de Rachel en las hojas.

— ¿Por qué tardaran tanto tiempo en operarla? — frunció el ceño y Zaid se encogió de hombros.

— Las cosas deben de estar en su lugar cuando hagamos esto, Ian — dijo Leonard, dejando de mirar los papeles en sus manos —. Las cosas que hacemos no se deben mezclar con Rachel. Ella no tiene nada que ver en esto y así debe de ser hasta nuevo aviso.

— Tienen razón — sonrió, forzado —, ¿Ustedes están de acuerdo con esto? ¿No se arrepienten de nada?

— Claro que no Ian, eso es algo imposible — Leonard negó con la cabeza —. Somos amigos desde niños, estamos en las buenas y en las malas y si eso implica que debamos de permanecer juntos en esto hasta el final y es tu decisión no la nuestra en hacer esto.

— Estoy de acuerdo con Leonard — dijo Zaid —. Siempre estaremos contigo en todo lo que necesites, amigo.

*****

En otro lado estaba Rachel sentada en la cama acariciando su cola mientras lloraba, quizás sus amigas tenían razón en eso que habían dicho. Era el lugar perfecto para dejarlas olvidadas a las tres sin que nadie se diera cuenta. Pequeños sollozos se escuchaban en la habitación del lujoso hotel de Pekín. Su amo ya no la quería la dejaría sola como siempre a la deriva de los depredadores que solo buscaban satisfacer sus sentidos con un buen sexo que ella no estaba dispuesta a dar a voluntad propia como lo hacía con su amo.

Ahora que las cosas estaban de esa forma debía de disfrutar la poca libertad que le quedaba en ese lugar. Su cola estaba con el pelaje más suave de lo normal por como Rachel la estaba acariciando, pero al menos funcionaba un poco para poder calmarse en lo que esperaba a su amo.

Sus sentidos estaban apagados que no escuchó la puerta cuando fue abierta por el alfa que arrugó la nariz al percibir el olor a tristeza que estaba por todo el lugar. Subió ambas cejas al ver a Rachel soltando sollozos y lágrimas en sus mejillas, esto sí que no estaba para nada bien para su gusto.

Era raro ver a la omega llorando como lo estaba haciendo justo ahora, las pocas veces que la vio llorando fue cuando estuvo en sus manos y la otra cuando pensó que le cortaría la cola que sobre salía de la parte trasera de su cuerpo. Se acercó a la cama con pasos cautelosos quitándose la ropa poco a poco sin hacer ruido hasta que chocó con una mesa y las orejitas de Rachel se pusieron en alerta.

— Malditos chinos y sus putas mesas pegadas al suelo — gruñó, enojado mirando de forma asesina a la pobre mesa que no tenía la culpa de que él no estuviese mirando por donde iba.

— ¿Amo? — la cabeza de Rachel se giró hacia donde estaba la voz y casi se le escapa una risita cuando escuchó la voz enojada del alfa.

— Si, ese soy yo — bufó, tocándose la parte afectada —, ¿Por qué estabas llorando, omega?

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: En las manos del presidente (COMPLETADO)