En las manos del presidente (COMPLETADO) romance Capítulo 18

— ¿Qué diablos estás diciendo Leonard? — preguntó Ian, colocándose de pie —. No puedes tomar una decisión como esa y listo.

— No quiero tener un hijo con esta... — empujó a Carla hacia el piso —. No puede estar pasándome esto.

— Carla no tiene la culpa de que tu polla todo el tiempo esté parada y quiera un orificio para entrar y soltar esperma sin un condón — gruñó, ayudando a Carla a colocarse de pie —. No vengas ahora a darte del buen esposo que no te queda.

— Sé que Carla no tiene la culpa de nada, pero no quiero a ese niño — se acercó a ellos con la intención de tomar una vez más a Carla y llevársela —. Carla no tendrá a ese niño y es mi última palabra.

— Por favor, Leonard — Carla se escondió detrás de Zaid y Valeria —. Déjame con mi bebé, nada malo pasara.

— ¡Eso es mentira! — gritó, furioso —. Estoy seguro de que le sacarás provecho a esta situación.

— No le dirá a nadie — dijo Zaid, soltando un suspiro —. Yo me encargaré de Carla en lo que pasa su embarazo, y también en lo que pasa tu faceta de marido feliz.

Leonard se puso ambas manos en la cabeza sentándose en el sillón un poco lejos de sus amigos. Debía de ser algún castigo de la vida para que eso le esté pasando a él. En verdad que Carla no podía estar embarazada de él. Ese niño no podía ser suyo como le había dicho una y otra vez.

Pero, Carla nunca estuvo con nadie más. La casa estuvo bien custodiada por sus guardias que le decían cada uno de los movimientos de la omega. Ahora iba a tener su primer hijo por una estúpida inconsciencia de su mente..., Carla no tenía su marca en su jodido cuello.

— No estás marcada, Carla. Es imposible que estés esperando un bebé — la miró con rencor e Ian rió con sarcasmo.

— No naciste precisamente de una marca — puso los ojos en blanco —. Se supone que solo el embarazo es lo que se adelanta...

— Leonard me marcó en Pekín — murmuró Carla, quitando un poco del maquillaje que ocultaba la marca.

— ¿Cómo es que malditamente tienes mi marca? — gruñó, enfadado, y colocándose de pie —. No recuerdo haberte hecho una marca en el cuello cuando estábamos en Pekín hace semanas.

— Fue la noche en la cual Rachel quedó embarazada de Ian... — sus mejillas se tiñeron de rojo carmesí —. Me la hiciste en la mesita china que estaba pegada al suelo.

— ¿Es en serio? — se burló Zaid, sin poder contener la carcajada que salió de su garganta —, ¿No pudiste encontrar una cama cerca?

— No cuando estés con ganas — rodó los ojos —. Pero no recuerdo el haber dejado una marca en tu cuello, Carla — cuando estaba a nada de acercarse a Carla Ian se puso en medio —. Quiero que me diga que sucedió esa noche.

— Recuerdo que estabas tomado — murmuró Carla, por lo bajo, sin levantar la mirada del piso en ningún momento —. Llegó con una botella de whiskey en la mano y se tropezó dos veces con la mesita china en el piso y yo fui ayudarlo...

— Recuerdo eso, te dije que tuviésemos sexo allí mismo porque...

— Solo era una mascota y no podía hablar a menos que sea para complacer a mi dueño — sonrió, triste mirando a Leonard —. Tuvimos sexo allí mismo y su celo llegó de improvisto cuando — torció los labios —. Me mordió y ambos caímos inconscientes… Valeria tenía maquillaje en su maleta y fui hacia donde ella antes de que despertara... — miró un momento el techo para evitar que más lágrimas salieran de sus ojos —. Por esa razón evitaba que nos ducharamos juntos.

Leonard dio varios pasos hacia atrás colocando sus manos sobre la cabeza, en verdad que estaba a nada de pegarse un tiro en la cabeza y torturarse una y otra vez con un palo en el culo por ser tan estúpido y no conocer un condón en su vida. Carla se encontraba en medio de todo esto y él no tenía idea de qué diablos estaba pasando.

Un jodido bebé que podía nacer omega como su madre o que podía ser un alfa como él. Respiró varias veces y de no cometer una locura con su hijo, en sí el niño no tenía la culpa de nada de lo que estaba pasando en ese momento.

— Carla tendrá ese bebé, Leonard — la voz de Zaid lo sacó de sus pensamientos —. Yo me encargaré de ella desde hoy al igual que Valeria hará lo mismo — se alejó de Carla para ir hacia donde estaba su amigo sentando —. Valeria será conocida el día de hoy como mi prometida y mi futura esposa dentro de unos meses en lo que las cosas en el país se calmen por lo que te pido que por favor no vayas con ella.

Leonard negó con la cabeza, no podía dejar ir a Carla tan fácilmente de su vida.

— No, Carla no irá a ningún lado con ustedes — su mirada fue hacia donde estaba Carla —. Yo pague por ella en esa casa de prostitución.

— ¡Leonard! — gritó Ian, sorprendido por la actitud de su mejor amigo en ese momento —, ¡¿Qué diablos te está pasando?! No eres así, Leonard. Siempre eres el que piensa las cosas con la cabeza fría — se colocó de cuclillas frente a él —. Deja que Carla se vaya con Zaid a su casa con Valeria o deja que se quede con Rachel para cuidarla... pero tú no podrás verla hasta que yo dé la orden de que lo hagas, y para eso pasará mucho tiempo — tomó el hombro de Leonard entre una de sus manos, haciendo que este levantara el rostro hacia el —. El tiempo que dure el embarazo de la omega, de tu omega — le sonrió, con cariño al ver como el rostro de este se volvía suave otra vez —. Te necesito conmigo.. Ese Leonard que reaccionó de esa forma no es mi amigo, no es el que yo recuerdo que siempre nos daba buenos consejos a Zaid y a mí de cómo debemos tratar la ira en los momentos menos pensados de nuestras vidas.

Leonard miraba a Ian hablar, su cuerpo se fue relajando y la ira se drenó de su cuerpo en cuestión de segundos ya estaba mirando a Ian con suavidad y no como hace unos minutos atrás.

— Carla se quedará con Rachel en lo que pasa su embarazo, ya después veremos qué haré con ella — colocó una de sus manos en la boca de Ian para que no hablara —. No está a discusión, Ian — subió una de sus cejas — Recuerda que yo soy el pacifico y tú eres el hijo de perra que tiene a todo un país en busca de su cabeza por las nuevas leyes y no las de tránsito.

Ian negó con una sonrisa en el rostro, al menos en el tiempo en que Carla tuviese en cinta podían hacer cambiar de opinión a Leonard con respecto a eso.

Carla soltó todo el aire que tenía en los pulmones al escuchar esas palabras salir de Leonard, no le haría daño a su bebé y eso era lo que en verdad importaba en ese instante de su vida. Solo esperaba que su hijo no fuese un omega porque no podría vivir con el desprecio de Leonard en su contra por toda su vida..., o mejor dicho por toda la eternidad.

Cuando Leonard se puso de pie, Carla en serio que temió por su vida y la de las personas por la forma en la cual lo hizo. Se paró y se fue por el elevador como si nada hubiese pasado en ese piso de hospital.

Carla cayó al piso sosteniendo su vientre con ambas manos sin poder evitarlo. Leonard estaba en verdad dispuesto a matar a su hijo si no hubiese sido por Zaid y por Ian que intervinieron para salvarla. Al menos los hombres de yeso tenían corazón después de todo.

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