— Ellos me entregaron ropa para que uses esta noche, Rachel — murmuró
algo cohibida —. Es lencería… antes de que digas algo todas debemos
usarla por órdenes de Tommy, pero tu usaras la más provocativa.
— Entiendo, creo que si lo hago…
—
No lo haces — lo interrumpió —. Todas sabemos que fuera de estas
puertas, que Tommy está detrás de ti desde hace tiempo, él tiene todo
calculado para ti esta noche. Si nadie te compra él se encargará de ti y
ambas sabemos cómo serán las cosas — el pequeño cuerpo de Rachel
comenzó a temblar y pequeños temblores se hicieron presentes.
Ahora
sí que su destino estaba escrito, ahora sí que no había nada que
pudiera hacer. Nadie iba a querer a una omega discapacitada como ella en
el mundo de los alfas de alto rango.
Sus ojos comenzaron a
llenarse de lágrimas sin poder evitarlo. Había oído en los pasillos
cuando se paraba en la puerta que Tommy siempre terminaba matando a las
omegas que no lo satisfacía sexualmente o sino las mandaba hacia otros
países para prostituirlas en los barrios bajos del mundo.
— No
llores, Rachel — besó su mejilla, con cariño —. No pienses en eso, por
favor. Verás que nadie te pondrá la mano. Quizás encontrarás a alguien
que te quiera para toda la vida…
— No me pidas eso, no puedo creer en los príncipes azules de los cuentos que me dices todas las noches.
—
Sino crees en los príncipes azules, entonces cree en los príncipes de
negros — bromeó, para quitar la tensión que se había formado en el
lugar.
*****
— Sé que este no es el mejor cumpleaños de
todos Rachel — sintió como algo frío y simbólico era colocado en su
cuello —. Este collar simboliza nuestra amistad. Tiene dos colores, uno
de ellos es azul como el color de tus ojos, el de Carla y el mío, y el
otro es marrón por mi único ojo marrón.
— Gracias, Val. Eres una
de las pocas personas que han hecho algo por mí en la vida. Espero que
nos volvamos a encontrar alguna vez — pequeños dedos se posaron en sus
mejillas quitando las gotas que habían comenzado a caer de sus ojos.
— No llores, Rachel. Vas a arruinar el maquillaje — le reprochó.
— Eso es lo de menos ahora…
—
Valeria — la voz de la única persona que más odiaba en la vida se hizo
presente en ese pasillo. Su destino había llegado —. Ya tienes dueño,
fuiste la adquisición esta noche. Tu nuevo dueño te espera… y para que
te hagas una idea de lo que te espera, es un león.
Apretó los
dientes mirando hacia el techo para que las lágrimas no salieran de sus
ojos como tenía planeado hacer desde hace rato.
— Te amo, Rachel.
Pase lo que pase siempre serás mi mejor amiga y esta cadena lo prueba —
su voz sonaba estrangulada por las lágrimas que no había podido
contener.
Rachel no tuvo tiempo de decir nada a Valeria porque
había sido llevada con brusquedad hacia su nuevo dueño de ahora en
adelante. Se sostuvo de la pared y casi vomita cuando el olor asqueroso
de Tommy se posó a su lado con uno de sus velludos brazos sobre sus
hombros.
— Sería una lástima que alguien que no sea yo te usara,
Rachel. Eres tan hermosa y sobre todo, tan caliente con lenceria que me
dan ganas de follarte contra esta pared y quitarte hasta la última
esencia de tu cuerpo. Aunque, esta noche puede que se haga realidad ese
sueño caliente que tengo contigo — dijo, en voz baja, en el oído de
Rachel.
Rachel se removió incómoda en su lugar hasta que pudo salir del agarre de ese hombre.
— No me toque, señor — intentó que su voz sonara firme.
— Eso está por verse, Rachel — saboreó su nombre.
Ahora
estaba sola, sin nadie con quien hablar, ninguna de las que quedaban
eran sus amigas o conocidas. Sus plegarias fueron escuchadas por el
diablo, porque en ese momento fue tomada del brazo y arrastrada a través
de las personas. Ahora sí que estaba jodida.
— Es tu día de
suerte, zorrita — la voz de James se hizo eco a través de sus tímpanos
—. Te han comprado un alfa muy importante en estos negocios, aunque dudo
que dures mucho con él, porque es un león de gran prestigio.
— ¿En qué estás pensando?
—
En el príncipe azul que nunca llegó a mi vida — se encogió de hombros,
hablando con sinceridad —. Creo que después de todo te volviste el
príncipe negro— lo miró —, ¿Por cuánto tiempo tendré que estar en ese
lugar?
— El tiempo que sea necesario, no tardaremos poco menos de
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