Encuéntrame romance Capítulo 15

Duda, incierto y muchas preguntas por hacer…

Estos eran los pensamientos de Ana estas dos últimas semanas después de despedir a su anterior Psiquiatra.

Las clases tomaron su rumbo, ahora tenía una pila de cosas que la mantenían ocupada, sumando a ese ser, que se autonombró “su amigo”.

En muchas ocasiones Andrew la irritaba, pero no podía hacer mucho cuando simplemente no se le despegaba de su lado. Se acostumbró a sus interminables historias, y ya que lo pensaba bien, no le parecía nada mal tener compañía en sus recesos o a la hora de salida.

Incluso Andrew siempre se ofrecía a llevarla a casa, y lo más importante, podía ocultarse en él, del resto del recinto. Y por supuesto de ese hombre que su mente no olvidaba

Luego del mensaje de Cox, ese día por la noche, decidió no responderle y pagarle con la misma moneda de la indiferencia. Solo asistió a su consulta el viernes pasado y ya había pasado una semana después de ello, hoy por la tarde volvería a su tortura nuevamente. Pensarlo, solo le daba escalofríos.

Para su completa confusión, en su segunda cita fue como si Cox nunca le hubiese dicho las cosas que mencionó el primer día de su encuentro, y que ella no olvidaría jamás. Actuó todo el tiempo sin mirarla y haciéndole preguntas un tanto estúpidas para ella. Incluso su terapia se acortó cuando le informó que era todo por ese día, y que la próxima vez hablarían del tema de los medicamentos.

Todo fue tan impersonal, que aparte de su nerviosismo constante, se sumó el fastidio por su forma tan despegada y diferente a las otras veces.

«¿Todo se debía porque no respondió a su mensaje?», se preguntó por un segundo mientras estaba sentada en la grama comiendo algunas mentas, y Andrew leía un libro de neurología.

—Esto es muy interesante —dijo el chico sacándola de sus pensamientos—. El cerebro no siente dolor a pesar de que es la herramienta para detectar el dolor en el cuerpo humano, ¿lo sabías? La anestesia que se utiliza para ejecutar una cirugía al cerebro es para evitar que sientas dolor en el cuero cabelludo, para las membranas que recubren el cráneo y que protegen al cerebro mismo.

—Interesante —respondió monótona, sabiendo que ya leyó respecto al tema.

Andrew cerró su libro y arrugó su ceño.

—¿Ya lo sabías? —preguntó interesado.

—No, es la primera vez que lo escucho —mintió.

—¿Y por qué no pareces sorprendida? —se cruzó de brazos.

Las niñerías de Andrew, aparte de que la fastidiaban casi todo el tiempo, en algunos momentos como estos, le hacían reír.

—Porque… —ella estaba a punto de contestar, pero no terminó su frase, ahora mismo sus ojos se posaron en como Xavier estaba bajándose de su auto y Olivia salía también desde la otra puerta.

Andrew se giró en la dirección de su mirada y no dudó en abrir la bocota.

—Pensé que seguiríamos con el suplente, me cae mejor —resumió el chico mientras ella no despegaba los ojos de Cox.

Las sensaciones comenzaron abollarse en su cuerpo de una forma aplastante, de cierta forma mantuvo todo esto fuera de ella, porque por una extraña razón, él seguía enviando su suplente a la clase.

Pero, parecía que eso se había acabado a partir de hoy.

Sin embargo… no era eso lo que ahora mismo tenía en mente, era más bien su acompañante la que le alteraba los nervios.

Estaba segura de que Xavier Cox era un completo hijo de puta, y un hombre que declaraba peligro en todos los sentidos. Él solo se aprovechaba de la ocasión y si ella era inteligente, debía mantenerse muy lejos de él. Pero claro, no era para nada inteligente, ni mucho menos lista, emocionalmente.

Aunque no quería, sentía rabia y una leve decepción en el pecho. «¿Qué prendía acaso? ¿Qué estaba esperando de ese hombre?», las preguntas no cesaban en su mente y por un segundo él se giró metiendo la mirada en toda ella.

Ana desvió sus ojos sin enviar ningún tipo de mensaje. Comenzó a recoger sus cosas, ya que estaban próximos a entrar a la clase de Cox.

Andrew le pasó algunas libretas y dijo algo que ella no pudo entender por qué su mente se había nublado enseguida. Tenía el cuerpo vibrando, y cuando levantó la cabeza, el hombre junto a Olivia, desaparecieron de su vista.

«Lo odiaba, lo detestaba por producirle todo lo que la hacía inestable». Y detestaba la sensación de no poder alivianar todo lo que afligía su cuerpo.

—Hoy teníamos un debate con el suplente ¿crees que este viejo siga el curso? —preguntó Andrew mientras caminaban a su salón.

—No tengo idea, solo quiero que se acabe esa clase lo antes posible…

—Oye, ¿qué tal si hacemos algo este fin de semana?

—La última vez que me invitaste a una fiesta, sabes en qué terminó —respondió ella cuando llegaron a su salón para proceder a entrar.

Ana se sentó en su lugar, esta vez Andrew la acompañó hasta la parte de atrás, sentándose a su lado y ella rodó los ojos.

—Esta vez podemos hacer otra cosa, ya sabes, comer helado, pizza, ver una película. ¿Qué tal en tu casa?

—Eso nunca pasará —respondió Ana y sus palabras terminaron cuando Cox entró al salón, cerrando la puerta de una estocada que silenció a todos.

Nadie entraría después de eso.

Xavier puso sus cosas en el escritorio, saludó a todos y se excusó por las faltas que tuvo, diciendo que tenía cosas personales.

«A Olivia entre sus piernas», dijo Anaelise en un pensamiento idiota y negó varias veces.

—Entonces puede ser en mi casa, hay un salón para películas, y tengo suscripción para muchas, ¡vamos no seas aburrida…! —los susurros constantes de Andrew, distorsionaban las indicaciones que Cox estaba dando. Entonces ella se giró hacia él y puso su rostro más serio del normal.

—Sí, está bien, ¡ahora cállate que no me dejas escuchar! —Andrew sonrió a su pesar.

—Está bien, señorita Anaelise —respondió Andrew entre risillas, que no pasaron desapercibidas para el resto de la clase.

—¿Quiere decirnos algo, señorita? —la fuerte voz de Xavier, salió más como un regaño haciendo que Ana saltara en su puesto para posicionar la vista en él—. Puede compartir lo que está hablando con todos, y si no es de su interés la clase, entonces le abriré la puerta…

«¡Maldito! ¿Quién se creía?», la rabia de Ana aumentó.

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