Encuéntrame romance Capítulo 48

—Aquí están tus horarios —Andrew le pasó dos hojas impresas a Anaelise mientras se sentaba frente a ella en la cafetería habitual.

Ana revisó los horarios, y marcó con resaltador las horas en que estaría más apretado su horario, con respecto a su trabajo.

—¿Quieres un poco? —volvió a preguntar Andrew con un refresco de gas hacia ella.

Ella arrugó el rostro y negó.

—Sabes que no tomo porquerías a esta hora, vas a enfermarte, eso tiene más de cinco cucharadas de azúcar…

—Un contenido de sodio más elevado que el tres comidas del día, colorante 6 y 5 y eso sin hablar que lo gasificado no es bueno para el estómago… —interrumpió Andrew agregando la retahíla que siempre le daba Ana cada mañana.

—No entiendo, si sabes eso, ¿por qué lo tomas? —inquirió ella enfurruñada.

—Simple, Ana, porque es rico.

Anaelise torció los ojos y volvió su atención a la hoja en sus manos hasta que nuevamente como de costumbre, sentía una mirada encima de ella.

Alzó los ojos en disimulo, y allí estaba ella hablando con otro profesor mientras la inspeccionaba de forma extraña. Ana se preguntó cuándo se cansaría Olivia de observarla de esa manera, a lo mejor la creía culpable de que su anterior amante desapareciera de la vista de todos.

Soltó el aire y recordó todo de nuevo, allí estaba él ocupando todos sus pensamientos otra vez. Podía sentir que Xavier se había ido ayer, pero era imposible, porque ahora mismo estaba iniciando las clases de su tercer año de carrera en medicina.

Y había pasado prácticamente 1 año y 8 meses desde que lo vio por última vez.

Xavier se esfumó de su vida sin dejar rastro. Canceló su número telefónico, y los correos que había dejado para él simplemente quedaron en el olvido, ni siquiera Oliver tuvo una respuesta para que ella pudiera aliviarse durante todo este tiempo, aunque le aseguró que él estaría bien.

Es como si hubiese desaparecido de la faz de la tierra porque nadie tenía una forma de contactarlo, ni dar alguna razón de su vida.

Los días y primeros meses, por supuestos fueron un desastre para Anaelise, aunque no lo quería aceptar, fueron meses en que pensó que se hundiría en una depresión que por un momento creyó no superaría. Oliver fue un punto clave para ella como siempre, y eso sin mencionar la compañía incondicional de Andrew.

De acuerdo a sus terapias, a la semana siguiente de la partida de Cox, fue al hospital y fue informada que ella estaba siendo de alta oficialmente, leyó un informe escrito y sellado por Xavier, indicando que ella estaba totalmente sana y que las terapias habían llegado a su fin.

También fue citada por el rector de su universidad para asegurarle que su beca seguía vigente, y que ella tendría su lugar seguro en el recinto.

Esto en vez de hacerla feliz, la amargó mucho más, entendiendo que detrás de todo este bien que ella estaba recibiendo, estaba el sacrificio de su verdugo.

Sus ojos viajaron hacia Andrew, él maduró tanto en este tiempo, y no supo qué hubiese sido de ella sin su compañía y sus estupideces que ahora amaba. Después de unos meses en que no pudo con su existencia, decidió decirle toda la verdad. Supo que fue muy duro para él saberlo todo, porque Andrew estaba conmocionado, y aunque le sorprendió, también divisó como tenía lágrimas en su rostro mientras ella le permitió que la abrazara.

Si algo estaba claro para Anaelise, era que Andrew era genuino.

Eso contando a que su familia literalmente la ayudó a hacer una buena inversión con el dinero que había obtenido de su casa vendida, y prácticamente ella los veía todo el tiempo en su rutina.

Nunca supo más de su tío ni de su familia; el sheriff Robert solo le dio noticias una vez, para decir que el hombre ni siquiera podía apelar su caso y ella decidió no querer saber de absolutamente nada más del tema.

Era una cicatriz en su corazón que no quería volver a tocar, y prefería dejar en el pasado esa parte de su vida que no valía la pena palpar, aunque siempre lo recordaría.

—¿Puedes creer que tendremos electiva este año y solo podremos elegir entre Metodología y Estudios comunitarios?

—Elijo, Estudios comunitarios —respondió Ana volviendo la mirada a esa mujer.

—¿En serio? Podría dormir en esa clase todo el tiempo. Pero por una parte menos trabajo, ya que en este tercer año estaremos más horas en el hospital.

—Es mejor que tener esa mujer en mi zapato.

Andrew volteó para ver en dirección de Olivia y luego se levantó del puesto.

—Entonces vamos a inscribirla antes de que se acaben los cupos, aunque creo que seremos solo tú y yo en esa cosa… comunitaria.

Ana soltó la risa escuchando a su amigo y se puso de pie para comenzar a caminar junto a Andrew tomándolo del brazo como ella acostumbraba a hacerlo.

Era un nuevo año y esperaba que este fuese muy aburrido y no tuviese altercados que desajustaran su rutina…

Las clases era cada vez más atractivas, las horas pasaban muy rápido y ella se encontraba al final de la mañana, agitada, llegando a su trabajo con la lengua afuera donde Mary. El trabajo no era para nada pesado, quizás su cansancio lo sumaba al trajín diario.

Después de finalizar en su trabajo ella iba a su apartamento, allí se hacía una cena para terminar rendida, muchas veces sin poder llegar a su habitación, aunque el sofá se había convertido en su lugar favorito.

Andrew le dijo muchas veces que buscara otra parte para vivir, eso para no sumar a sus recuerdos, pero esto era lo único que le quedaba de él. Y por nada del mundo se iría de este lugar, porque, aunque pareciera estúpido, a veces soñaba con que Xavier entraba por esa puerta.

La persona que le alquilaba el sitio, se comunicaba con ella por correo electrónico y ella pagaba muchas veces los meses por adelantado. No podía arriesgarse a quedar mal con alguien que conocía a Cox y la había referenciado.

Como una rutina tonta después de comer, ella se sentaba en su balcón, y no todos los días, pero al menos una vez por semana, ella tecleaba en su celular y comenzaba a contar sus días a ese número que estaba desconectado y al que nunca le llegaban sus mensajes. Pero, esta era la manera de drenar, y le funcionó todo este tiempo. Era como si realmente él estuviera leyéndola, como si le sonriera y la abrazará al mismo tiempo.

Esta vez el cielo estaba estrellado, haciendo que Ana sintiera esa opresión en el pecho que a veces la hacía querer desistir.

Apretó su móvil con las manos y luego se dejó llevar por las palabras…

“Las cosas están bien por aquí, el lunes iré al hospital del condado, un hospital enorme, pero aún no sé dónde comenzaré. Tengo muchos nervios de llevar todo lo que he estudiado a la práctica, como también tengo miedo de observar a las personas a los ojos… aunque creo que eso debe hacerse cotidiano en mi vida con la práctica. Oliver se sigue quejando, escuché por Mary que, Eleonor lo hizo inscribir en un grupo de parejas mayores que se van un crucero en mitad de año, y están un poco melancólicos porque sus hijas decidieron ir a estudiar en otra ciudad, porque no les gustó la carrera que habían elegido aquí. Lo visito muy poco, aunque siempre habló con él. El trabajo y la universidad me mantienen lo suficiente ocupada para no pensar mucho, y el resto del tiempo la paso con Andrew… No lo odies, ha sido el mejor amigo de todos…”

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