Encuéntrame romance Capítulo 54

Como siempre fue entre ellos, el ambiente cambió a uno cálido y espeso. Ana retrocedió varios pasos no pudiendo creer que ahora mismo él estaba frente a ella. Colocó la palma en la mesa para nivelar más el equilibrio de su cuerpo, pero a la vez se irguió lo suficiente, como si eso fuese a salvarla de este momento.

Vio como Cox se levantó lento de esa silla, y caminó como si estuviese torturándola a propósito, sin embargo, él no se detuvo en ningún momento e hizo que ella se echara hacia atrás y recostara todo su cuerpo a la mesa.

Cuando Ana supo que él no frenaría en su distancia ella puso su mano frente a su pecho para detenerlo.

Y esto le costó demasiado.

Xavier bajó su mirada a la palma que los separaba de su distancia y luego posicionó sus dedos entrelazados en la palma de Ana juntándola a su pecho.

«Necesito irme de aquí», pensó Ana mientras sus labios se abrieron entre tanto alzó su rostro para ver que Xavier la miraba con aprensión.

Su respiración chocó con su rostro, y ella no pude evitar reprimir sus ojos por un instante. Todo lo que estaba sintiendo la estaba matando.

—Ni siquiera puedo creer que estés frente a mí —fueron las primeras palabras de Cox, y Ana no pudo creer lo que él decía.

Sus ojos se abrieron entre la impresión y un poco de enojo dentro de su cuerpo. Muchas emociones estaban jugándole una mala pasada, y eso aunado al toque de él estremeciéndola y haciendo añicos todos sus sentidos.

Nada había cambiado, todo seguía igual o más intenso que antes, él tenía el poder de joderse en ella en cuestión de segundos.

Ana tomó toda la fuerza que encontró dentro de ella, y retiró su mano, perdiendo el contacto de su agarre.

—Sí, estoy aquí, sin embargo, no te preocupes mucho, porque ahora mismo debo irme… —respondió Ana con irritación en su voz apartándose de él al instante.

No pudo dar ni un paso cuando los dedos de Xavier atraparon su brazo y la posicionaron nuevamente frente a él. Pero esta vez, sus manos estaban sobre ella y tenía una mirada desafiante.

—No te irás… —pronunció lento mientras observó su boca.

—¿Qué? —preguntó Anaelise con fastidio.

—Dije, que no…

—¡Sé lo que dijiste! —esta vez ella habló fuerte interrumpiéndolo, volviendo a zafarse de su agarre—. Pero yo decido que me voy, no tienes que darme permiso para hacerlo así que, ya nos…

—Cox —la voz de Kanye llegó a ellos haciéndolos girar de golpe—. Disculpen, necesito esa tabla, lo siento mucho.

El hombre llegó hasta la mesa alcanzando la tableta con las listas, mirando apenado a Xavier, mientras este soltó el aire.

Ana observó a su profesor furiosa, entendiendo que él era parte de este plan, pero Kanye parecía no prestar atención a sus miradas acusatorias.

—No se preocupe, profesor, me iré con usted, ya que no había algún problema, ¿no es así? —insistió Ana.

Kanye miró a Cox como buscando ayuda, entonces, Xavier tomó el brazo de Ana.

—No le hagas caso, ella está enojada, pero puedes quedarte aquí… iré al salón de al lado… —explicó Cox hacia Kanye, sin tener ningún permiso de parte de Ana y como si nada estuviese pasando aquí.

—¿Qué? ¿Estás loco? —preguntó alterada y con la cara roja.

Kanye dudó un poco por la situación, pero Cox no le dio mucho tiempo y comenzó a arrastrarla para llevársela a la otra oficina.

—¡Kanye! —gritó Ana—. ¡Eres un idiota!

La visión sobre el hombre desapareció cuando por fin Cox la llevó al salón de al lado, con sus dedos apretando su brazo. Cuando entraron en el lugar, se dio cuenta de que era un espacio pequeño, entonces Xavier la soltó con delicadeza y la observó como si tuviese miedo de hablar.

—¿Qué es esto? —ella apretó las palabras tratando de ser pasiva, intentando lidiar con todo lo que apretaba su pecho agitado.

—Necesito un momento, a solas… —respondió Xavier acercándose.

—Está bien —dijo ella enseguida—. Pero no te acerques más…

Los pies de Cox se detuvieron e hizo un gesto como si las palabras dichas por Ana le hubiesen afectado.

Estuvieron en silencio por largos segundos.

—Anaelise… —dijo recorriéndola con la mirada de pies a cabeza y luego posicionó sus ojos en su boca—. Has cambiado…

Ella asomó una sonrisa cínica.

—Sí, y eso es porque han pasado 2 años, la gente suele… cambiar…

Cox le devolvió una sonrisa que la irritó mucho más.

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