Encuéntrame romance Capítulo 60

Ana pagó la pantalla frente a su cama un poco frustrada, evidenciando que apenas eran las 8:30 pm. Sería una noche larga, porque ni siquiera había comenzado cuando ya estaba desesperada en esas cuatro paredes. Ella debía estar ahora mismo en las ponencias, pero en último decidió no ir porque no estaba soportando mucho ver a Xavier, no estaba soportando su altanería y mucho menos que la ignorase todo el tiempo.

Estaba a punto de entrar al baño para asearse antes de dormir, cuando su celular comenzó a sonar, y se extrañó porque ese tono era el que tenía en especial para Andrew.

Corrió a su cama antes de que la llamada cayera y deslizó su dedo en la pantalla.

—Hola… —respondió con un poco de nervios.

—Ana, soy Andrew… no cuelgues por favor —sus palabras le dolieron, era cierto, su relación estaba totalmente fracturada.

—Sé que eres tú, Andrew…

Ana escuchó como un suspiro salió de él.

—¿Por qué no viniste? —preguntó el chico.

—Estoy bastante cansada, las mañanas han sido extenuantes y…

—No querías seguir viendo como Cox te ignoraba —completó Andrew, pero esta vez él no le decía las palabras a Ana de forma pedante.

Ella guardó silencio por un momento mientras su garganta se apretó.

—No voy a mentirte, realmente espero que pueda irme a Durango lo más pronto posible —respondió Ana con total sinceridad.

—Está bien, no hablemos de eso, te llamo porque quiero invitarte a un lugar…

—¿Qué?, —Ana estaba un poco impresionada por ese cambio—. Si deseas hablar, podemos encontrarnos mañana, almorzaremos juntos y…

—No, Ana —cortó rápido—. Lo quiero ahora, no voy a molestarte con mis cosas, te prometo que no será eso, además… vamos a un Bar muy mencionado aquí en Los Ángeles, todos los compañeros queremos celebrar, ya que, pronto nos iremos, y no hemos tenido tiempo de respirar.

Ana se mordió el labio pensando en qué hacer, parecía prometedor distraerse un rato, pero no estaba segura.

—¡Vamos, Ana…! —volvió a pedir Andrew arriándola para que aceptara.

—¿Recuerdas qué ha pasado en las invitaciones a fiestas que me has invitado? —respondió Ana en son de broma, pero con el corazón apretujado, estaba un poco desesperada por conservar su anterior amistad.

Andrew rio un poco al fondo.

—Mi intensión siempre ha sido buena, solo me desvié un poco durante un tiempo, perdóname…

Ella no dudó un instante y decidió aceptar.

—Envíame la dirección, pero llegaré como en media hora.

—Entonces espero que vengas muy guapa.

Ana rio y se despidió.

Se metió rápidamente en el baño e hizo todo el proceso, secó su cabello y se aplicó un maquillaje que había visto en internet.

Había un vestido de color rosa palo que pensaba no se le vería bien en su piel, pero cuando lo tuvo puesto, ella se sintió satisfecha con el resultado, este se le añadía a su cuerpo y no tenía algún escote que le hiciera sentir incómoda.

Marcó desde el teléfono fijo para llamar un taxi y esperó el tiempo que le indicaron para bajar.

Llevó su bolsa de mano, puso su celular dentro y cerró supervisando que nada faltaba.

En unos 20 minutos estuvo frente al bar de la dirección que Andrew le indicó y pagó al conductor rápidamente. Dio unos pasos, pero se detuvo antes de entrar y sacó su teléfono para que él supiera que ya estaba aquí.

Lo llamó más de tres veces, pero Andrew no contestaba, el lugar estaba llenó y la música hacía difícil que ella se centrara en algo. Así que se preocupó por un momento.

—¡Hey! —una mano tomó su brazo y ella se giró en seguida.

Allí estaba Andrew de pie con una camisa arremangada, y pantalones de vestir.

Entonces sonrió.

—Pensé que me habías hecho una mala broma, no contestabas tu celular…

—Allí adentro es imposible, ¡ven, vamos!

Ana se dejó llevar por Andrew hacia dentro y la música golpeó sus oídos duramente. Pasaron por una multitud de gente, mientras entre todos, los cuerpos los apretaban.

Esta no era la noche que ella imaginó, pero todo por tratar de arreglar las cosas con Andrew.

El chico atrapó su mano y subió las escaleras de ese lugar, para pasar a una parte más tranquila, el sitio tenía su propia barra, pero algo hizo que Ana se sintiera extraña.

—¿Dónde están nuestros compañeros? —le preguntó girando hacia todas partes mientras se sentaban en la barra privada.

Andrew tomó de un trago del líquido que estaba en su vaso y la miró fijo.

—No están aquí, Ana… ni siquiera había una celebración.

Ana frunció el ceño, pero no indicó un signo de molestia.

—¿Quieres tomar algo? —preguntó Andrew y ella asintió.

—Puedes pedir algo que no sea tan fuerte…

Andrew hizo una ceña al barman y dijo un nombre, para luego volver a colocar los ojos en ella.

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