Encuéntrame romance Capítulo 67

El auto de Kath se estacionó frente a la casa de Xavier, ella tenía acceso para entrar, y no tuvieron problema con la seguridad de afuera.

Después de apagar el motor, la mujer se bajó del auto y fue al maletero, en vista de eso, Ana salió rápidamente, y fue hasta la parte de atrás también. Cuando bajaron las maletas, Kath tomó las llaves, abrió la casa y le indicó que pasara.

Ana agarró una de las maletas mientras se adentraba con la chica y dejaban las cosas en la sala. Todo estaba en silencio, y una luz fue encendida para que pudiesen verse con claridad.

—Bien… supongo que, los veré como en un mes —dijo Kath en son de broma y a Ana no le quedó de otra cosa que sonreír y negar.

—Eso espero, espero que no se le salga el Cox antiguo y me eche de su casa…

La mirada de Kath cambió y luego negó varias veces.

—Eso es imposible que suceda, aun en su mente está el buscarte, tienes… eres muy afortunada, Xavier es… —de repente a la mujer se le trabaron las palabras—. Lo siento, Anaelise, no debería decirte esto, solo, quiero mucho a Xavier y deseo lo mejor para él.

Ana pasó un trago duro, y sin dejar pasar el tiempo, fue hasta a ella y con mucho esfuerzo la abrazó.

—Gracias… te debo mucho… —le dijo sincera, porque la chica hizo lo que nadie haría.

Por un momento, Kath no correspondió el abrazo, pero supo que Anaelise era sincera y recibió el gesto de inmediato.

—Bueno… creo que debo irme… cualquier cosa, puedes llamarme.

Ana asintió con la cabeza mientras que Kath extendió las llaves para entregárselas.

Después de que la acompañó a la salida, cerró la puerta y pegó su frente en ella. Suspiró largo para tranquilizarse, aunque Xavier despertaría en la mañana ella estaba muy nerviosa.

Se giró para ver su maleta y luego la abrió para sacar algo para dormir.

No podía hacer mucha bulla, si bien no iba a quedarse en otra habitación más que en la de Xavier. Se quitó los zapatos y se puso un pijama fresco para luego atarse el cabello. Subió de puntillas las escaleras, y llegó frente a la puerta de la habitación.

«Respira», se dijo así misma y luego giró el pomo lo más lento que pudo.

Cuando la puerta se abrió, ella pudo oler que la habitación estaba impregnada de alcohol. Cerró la puerta tras de ella y luego desvió la mirada a ese cuerpo que estaba boca abajo como si estuviese muerto.

El corazón comenzó a galoparse rápidamente y tuvo que colocar las manos en un puño para comprimir las sensaciones que estaban recorriendo en su cuerpo. Aun y cuando Xavier estaba tirado en su inconsciencia, su presencia la hacía vibrar como nadie, así que en puntillas fue hasta su lugar y tomó las sábanas levantándolas para meterse dentro de ellas.

Al principio fue un poco difícil, sin embargo, cuando ella tocó su cuerpo caliente, toda su piel se enchinó. El cuerpo de Ana estaba helado, mientras que el de Cox estaba a una temperatura cálida.

Ella pudo sentir que él se removió un poco cuando sintió su temperatura, y aprovechó, para juntarse más a su cuerpo y rodear con sus brazos su espalda. Los brazos de él quedaron encima de la chica, y sus rostros quedaron tan juntos que ella podría sentir su respiración todo el tiempo en su piel.

Reprimiendo sus ojos, se afianzó más a su cuerpo, ya sabiendo lo excitada que estaba por sentirlo de esa manera, no supo por qué, pero, ella se estaba moviendo descaradamente hacia él, y solo se dio cuenta de que era un error cuando su propia respiración se estaba entrecortando.

Sin pensarlo dos veces, apretó su cuerpo con el de él, y succionó su labio inferior soltando un gemido que quedó atrapado en su boca, pero en cuestión de segundos ella no era la única que se movía, porque sintió que el brazo de Xavier se tensionó, para atrapar su cintura de forma posesiva.

—¿Anaelise? —Xavier pronunció de forma ronca, pero cuando ella abrió los ojos para contestar, fue interrumpida de inmediato—. ¿Es esto un sueño?

La sonrisa de Ana se amplió, sabía que estaba sedado de embriaguez, así que aprovechó el momento. Tomó su mano y la llevó a sus ojos.

—Es un sueño, no abras los ojos, si no desapareceré…

—No quiero que te vayas… —dijo Cox torpemente, y eso comprobó que él seguía irracional.

—No me iré… —Susurró Anaelise cerca de su boca, pero notó que Xavier estaba levantando un brazo para poder ver con claridad, y ella lo haló a su cuerpo para no darle tiempo.

Ana tomó su boca de forma desesperada, aunque sabía a Whisky, todo su cuerpo estaba explotando ante la sensación que le estaba proporcionando su lengua experta.

Los toques de Xavier eran torpes y poco coordinados, pero para Ana, estaban siendo perfectos…

Como pudo lo ayudó a quitarse el bóxer y ella no tardó en quitarse su short dejándose la franelilla encima. Guio a Xavier para ingresar en ella, y toda esa vibración irreal se esparció en su cuerpo cuando entraron en movimiento haciéndola expulsar sonidos incontrolables.

—Anaelise …

Ella pudo ver que él estaba tratando de entender este momento, sin embargo, tomó su cuerpo y comenzó a besarlo con aprensión sin dejarlo pensar, mientras sus cuerpos se movían de una forma devastadora.

Xavier besó su cuello, y tomaba su cuerpo como si ella fuese a desaparecer en cualquier momento, hundió sus manos por su espalda y luego llegó hasta sus hombros para agarrarla con fuerza mientras entraba y salía de ella.

Ana tocó su cuerpo enteró a la vez que colocaba su rostro en su cuello, trataba de amortiguar sus sonidos, estaba sintiendo las sensaciones mil veces más intensas ahora, porque lo había extrañado como a la vida.

Cuando ella supo que no podría demorar más su final, tomó su rostro y lo besó cortando con la respiración entrecortada de él. Llevó su lengua para tocar la suya y luego sintió como todo su cuerpo se estremeció. Un sonido gutural de Xavier llegó a su garganta y sintió como él la apretó de forma apremiante.

Sus movimientos fueron cesando, ahora el cuerpo de este hombre estaba literalmente aplastándola, y cuando quiso acomodarse, los brazos de Cox la envolvieron como si la desesperación dominara su cuerpo.

—No te vayas…

Ella abrazó su cuerpo de lado y llevó su boca al oído de Xavier.

—No me iré, me quedaré contigo, por favor duerme.

Xavier asintió y recostó su cabeza en el pecho de ella por primera vez, después de toda la agitación.

El corazón de Ana dio un vuelco duro y no pudo hacer más que abrazarlo mucho, para pegar su mejilla en su cabeza. Los ojos se le estaban nublando, y ahora solo quería llorar, porque la felicidad no le cabía en el pecho.

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