Encuentro cercano romance Capítulo 17

Llegó la hora de salir del trabajo y todos se marcharon uno por uno, excepto Danitza, que seguía ocupada. Nora vino a verla, ella tenía muchas preguntas en la cabeza, pero había demasiada gente a su alrededor, por lo que nunca se las hacía.

—Danitza, ¿todavía estás ocupada? —preguntó Nora mientras entraba en la secretaría vacía y caminaba hacia ella.

—Bueno, hay algo más.

De hecho, Danitza lo había terminado todo, solo que no quería que las otras secretarias se enteraran de que tenía un coche para recogerla, pero se olvidó de que estaba Nora.

—Danitza, ¿de quién era el coche negro de lujo de ayer? ¿No están ya divorciados? Incluso si no fuera así, ¿Roberto no podría permitirse un coche tan caro? —preguntó Nora enseguida al ver que no había nadie más alrededor.

—Nora, ¿me creerías si te dijera que estoy casada? —dijo Danitza con dudas.

Ella no tenía intención de ocultárselo a Nora, pero temía que ésta no fuera capaz de aceptarlo durante un tiempo, ya que aún ni ella misma se había acostumbrado.

Al oír esto, Nora se atragantó inmediatamente con su saliva.

—Danitza, ¿te ha pasado algo malo? Te acabas de divorciar y has salido de tu miseria, así que ¿por qué te vuelves a casar? Además, ¿quién es ese Señor que puede conseguir tu corazón tan rápidamente? —Nora dejó de toser mientras tiraba apresuradamente de ella para preguntarle, y le tocó la frente para ver si estaba enferma.

—Estoy bien porque ese hombre está dispuesto a pagar el tratamiento de mi padre. Como sabes, mi padre ya está muy enfermo y mi familia se ha gastado todo los ahorros, así que estaba desesperada por hacer algo.

A Danitza le dolía el corazón cuando recordaba el aspecto de su padre en el hospital aquel día.

—Bueno, entonces, ya que está dispuesto a pagar para salvar a tu padre creo que es un buen tipo, ¿quién es?

—No lo sé. Aún no lo he conocido —Danitza negó con la cabeza en respuesta.

—¿No lo sabes? ¿Ni siquiera sabes quién es tu marido? —preguntó Nora con suspicacia.

—No, no lo he visto, es que solo viene a casa todas las noches —Apenas Danitza terminó la frase, su teléfono volvió a sonar, era Diego el que llamaba.

Tomó la llamada y escuchó a Diego decir que ya estaba abajo esperándola.

—Nora, no sé cómo contarte esto, ni siquiera puedo convencerme a mi misma. Ahora el mayordomo me espera abajo, tengo que volver —Danitza recogió su bolsa y se despidió de Nora.

Una vez más, Nora se quedó atónita y miró la espalda de Danitza con preocupación. Suponiendo que ella tuviera que acostarse con un hombre al que nunca había visto en su vida, seguramente no sería capaz de aceptarlo.

Diego vio venir a Danitza y abrió la puerta del coche. Danitza le saludó con la cabeza y subió.

Danitza ya había estado en la villa dos veces, pero descubrió que hoy el camino no iba en dirección a la casa, sino hacia el centro de la ciudad.

—Diego, ¿hay algo que hacer hoy? ¿Por qué no nos dirigimos a casa? —preguntó Danitza confusa, mientras observaba cómo el coche entraba en el aparcamiento subterráneo de un gran centro comercial.

—Señora Hernández, ¿no le dije esta mañana que el señor dijo que, aunque no podía darle una boda, usted no podía prescindir de todo lo demás que debía tener? Hoy la he traído aquí para comprar algunas joyas, y también, si no le gusta toda esa ropa que el señor mandó comprar, podrá comprar nueva ropa y otras cosas que le gusten.

Diego salió del coche y le abrió la puerta a Danitza.

Tras escuchar las palabras de Diego, Danitza no volvió a negar.

A Danitza le parecía interesante su marido, aunque no pudiera darle una boda porque era feo, pero la trataba bien, no solo pagando el tratamiento de su padre, sino también ocupándose de los pequeños detalles.

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