Encuentro cercano romance Capítulo 33

Danitza se sorprendió, pero cuando olió aquel olor familiar, dejó de luchar y dejó que el hombre la besara.

Alejandro desahogó el sufrimiento de esperarla a través de besos llenos de ferocidad y fuerza, haciendo que ella apenas pudiera respirar.

Luego, inmediatamente se agacho y recogió a Danitza para llevarla directamente al dormitorio. Danitza estaba como una muñeca rota en todo el proceso, manejada por él.

Alejandro se sentía satisfecho con el cuerpo de Danitza, se arrastró sobre su cuerpo y la presionó, la besó y le tocó la mejilla con cuidado.

La piel de Danitza era muy buena, delgada y suave. Tocar su piel era obsesivo, por lo que no podía dejarlo de hacer.

Pasó toda la noche con ansiedad y furia y, ahora, por fin se había calmado. Sin embargo, ella no estaba tranquila, siempre había un bulto en su corazón.

Al ver que Danitza casi no tuvo ninguna respuesta, no dijo nada. De todos modos, todavía les faltaba más de un año para divorciarse, y no podía darle ninguna esperanza.

Después de dejarla, Alejandro salió de la habitación. Entonces, Danitza también se levantó. Tanteando en la oscuridad, abrió el cajón y sacó un frasco de medicina para tomar una pastilla.

***

Su padre ya fue llevado a un hospital del extranjero. Todos los días, ella oraba con la esperanza de que la enfermedad de su padre pudiera ser curada. Recientemente, tenía mucho trabajo que hacer, hasta tenía que trabajar horas extras.

Hizo todo lo posible para no volver a ir a la oficina del presidente. Se sentía muy incómoda delante de él. Aunque hizo hasta lo imposible, al final éste no la dejó.

—Danitza, lleva este documento al presidente.

Una mujer encantadora se acercó a Danitza y le arrojó una gran cantidad de papeles.

—Camila, tengo muchas cosas que hacer. ¿No puede pedir a otros que lo lleven?

Danitza señaló el montón de trabajo en sus manos.

Si alguien no quería hacer su propio trabajo y se lo daba a ella, estaría encantada en aceptarlo. Eso era mejor que ir a la oficina del presidente.

Pero ahora, tenía que ir sola a la oficina del presidente y no quería hacerlo.

—No. Este es un documento muy importante. Ve de inmediato. El presidente te ha designado a ti. Dijo que manejas muy bien los idiomas extranjeros y podrá preguntarte si hay algo que no entiende.

La boca de Camila se entrecerró. Debería ser ella quien llevara ese documento por lo que se había puesto maquillaje y un bonito vestido. Todo el mundo sabía que Alejandro Hernández era uno de los más guapos y ricos en la ciudad capital, de modo que todas las mujeres querían acostarse con él, y si fuera posible, convertirse en su mujer.

Sin embargo, llegó una orden desde arriba, diciendo que Danitza debería entregárselo, lo que hizo que ella se sintiera muy incómoda, peor aún, Danitza se negaba a ir.

Quién sabía qué quería hacer el presidente por asignara a ella para que llevara el documento, ya que había un montón de personas en el departamento de secretaría más capaces que ella. Hacer que ella lleve el documento, debe ser especialmente para humillarla.

Pero no tenía otro remedio, de todos modos, era su jefe. Danitza solo podía aceptar todas sus órdenes.

Se puso de pie, recogió la pila de materiales, como si se marchara al campo de batalla. Camila miró el pecho de Danitza y luego su propio pecho, volvió la cabeza y se fue molesta.

Al llegar al trigésimo piso, Danitza acomodó su ropa. Llevaba una camisa blanca con una falda negra. Originalmente era un conjunto de ropa muy formal, pero en su cuerpo lucía muy encantadora.

Golpeó suavemente la puerta. Realmente esperaba que Alejandro no estuviera, así que podría dejar sus cosas e irse. Pero, adentro llegó la voz de Alejandro —Adelante.

Abrió la puerta y vio que Alejandro estaba trabajando, con la cabeza hacia abajo y su espeso cabello muy bien peinado.

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