Encuentro cercano romance Capítulo 35

Danitza tradujo el artículo del discurso de Alejandro lo más rápido posible, su camisa estaba seca y era hora de salir del trabajo.

—Señor Alejandro, voy a cambiarme de ropa.

Danitza fue a la sala de descanso para quitarse la ropa que Alejandro le prestó y ponerse su propia camisa.

—Lavaré tu ropa y te la devolveré. —Le dijo Danitza a Alejandro.

Alejandro se quedó mirando a Danitza, ella vestía una camisa blanca, tenía un cuerpo sexualmente atractivo...

—No es necesario, tira esa ropa. —Alejandro experimentó un extraño enojo. Era una persona cuerda, pero sus emociones fueron estremecidas por cada movimiento de Danitza.

Alejandro quería cambiar esta mala situación. Si se acostumbraba a la existencia de Danitza, entonces él...

La ropa era de una famosa marca extranjera y muy caro.

«¿Me odia tanto?»

Era una lástima tirar la ropa, se la iba a llevar a casa para lavarla.

Después de que Danitza se fue, Alejandro no pudo concentrarse en su trabajo. ¿Qué le pasó? ¿Por qué estaba así?

Danitza regresó a la Secretaría, pero se encontró con un fenómeno muy extraño. Era hora de salir del trabajo, pero todos todavía se quedaron en la oficina.

Incluso Isabel estaba aquí, y por lo general se iban a esta hora. ¿Qué sucedió?

Cuando Danitza entró en la oficina, se comieron con los ojos a Danitza. Ella sintió el resentimiento de todos.

Danitza no creyó que los ofendiera.

—Danitza, tienes la suerte de quedarte en la oficina del Señor Alejandro toda la tarde. ¿Qué trucos ingeniosos has utilizado? Camila se acercó, su cuerpo exhalaba un acre olor a perfume.

Este olor era inaceptable.

—Señor Alejandro me pidió que tradujera algunos documentos, y no terminé hasta ahora. Danitza explicó con paciencia. No entendía por qué todos pensaban que era bueno estar a solas con el jefe.

Isabel se abrió con Danitza —Danitza, solo tienes veinte años, debes saber mirarte.

—Si se estima, no hará eso.

—No entiendo lo que quiere decir. —Le contestó Danitza, un poco en las nubes.

—¿Por qué a los jóvenes ahora les gusta tanto ser la amante de los ricos? —Isabel negó con la cabeza y se fue.

—Isabel, Isabel... —Obviamente, se había producido un gran malentendido, ella no hizo nada inmoral.

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