Enséñame el placer romance Capítulo 17

Narra Daniel.

Pase por Amelia, se veia muy feliz. Caminamos de la mano hasta llegar a la playa en nuestra zona privada. El sol estaba a punto de salir, nos quedamos sobre la arena a ver el horizonte. Le pregunte como le había ido y fue cuando me contó que había hecho nuevas amistades, me encantaba verla sonreir y verla tan calmada.

—Pero me hiciste mucha falta—dijo, luego se colocó a horcajadas sobre mi regazo. 

Cuando se sentó a horcajadas, sabia lo que quería. No le habia dado un orgasmo antes, y después de la noche emocional que ha tenido, necesitaba correrse.  Sus piernas estaban alrededor de mí y ella meció su centro contra mi erección.

—Hermosa,  ¿Estás segura de que no quieres volver a nuestra habitación?—pregunte. Negó con la cabeza. Vi la necesidad en sus ojos. No solo queria la liberación, también queria que la controlara de nuevo. Necesitaba que la dominara y le recordara quién estaba a cargo. Nuestra burbuja perfecta se movió un poco, así que era hora de que la volviera a colocar en su lugar—.Siéntate un poco y abre las piernas para mí.

Puso las palmas de las manos detrás de ella y se inclinó hacia atrás, abriendo las piernas. Ella todavía estaba completamente vestida y no tenia la intención de cambiar eso. Lleve una mano por debajo de su vestido y tire de de su brasiel  hacia abajo, pellizcando un poco su pezón. Moví mi mano hacia la otra e hice lo mismo. Le pellizque los pezones. Echó la cabeza hacia atrás y la escuche gemir un poco. Le pellizque de nuevo el pezón con fuerza, y ella levantó la cabeza y bloqueó los ojos con los míos.

—Por favor, no te detengas —suplicó.

Mantuve una mano sobre su pezón, pellizcando ligeramente lo frotaba mientras alternaba entre sus senos. Pase mis dedos de la otra mano por la parte interna de su muslo y pude sentir lo cálida que estaba. Me abrí paso lentamente hasta sus bragas, sintiendo su humedad.

—¿Estas mojada por mí?—pregunte conociendo la respuesta.

—Sí, me has estado excitando y estoy tan necesitada. Por favor, follame—respondió.

—Cuando lo dices así no puedo evitar hacer lo que quieres—conteste. Empuje sus bragas hacia un lado, sintiendo la pegajosidad de sus jugos. La humedad cubríó mis dedos y mi polla dura se puso aún más dura al pensar en que ella estaba asi por mí.

Su dulce cuerpo era mio, toda mia.

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