Enséñame el placer romance Capítulo 4

Narra Daniel.

Nunca en mi vida me había atraído tanto una mujer como Amelia. Quiero ser el hombre que le muestre el mundo, quiero que se convierta en una mujer conmigo. Mis deseos sexuales son oscuros y debería sentirme culpable por el tiempo que la he deseado en secreto, pero no era así. Quiero ser yo quien le enseñé a ser una mujer ahora que era mayor de edad, anhelo ser a quien le pida polla, quiero que me ruegue que me corra dentro de ella y que me ruegue para darle placer.

En ese instante me acerqué a su boca.

—Quiero que me mires a los ojos cuando te diga esto—le dije para llamar su atención—.Eres lo más hermoso que he visto en mi vida. Soy el hombre más afortunado por poder tocarte. Tu cuerpo es perfecto, cada curva, cada centímetro, quiero consumirte por completo —le dije finalmente, ella sonrió como si yo fuera su persona favorita en el mundo y eso aumentaba mi ego—. Ahora déjame limpiarte—mencione, tomé de la mesa de noche un par de toallas húmedas, limpié el semen que cubría su coño. Mientras lo hacía pude observar su culito perfecto. Abrí sus piernas aún más, pensé que seguramente se sentiría un poco avergonzada con lo que estaba a punto de hacerle, pero sabía que le iba a gustar. Bajé de nuevo, hasta quedar frente a su coño—.Desliza tu coño hacía mí boca pequeña—le dije sin pudor alguno, ella no dudo en hacerle, confiaba en mí totalmente.

Pasé mis manos por sus muslos, comencé a chupar su hinchado clítoris que todavía estaba recuperándose del orgasmo anterior. Vi que pronto se humedeció, sus jugos eran cremosos y deliciosos, su coño virgen estaba derramando jugos que no podía dejar de lamer. Me daban muchas ganas de meter mis dedos  solo para sentir lo apretada que estaba, pero ya había decidido que lo primero que iba a entrar en su apretada vagina virgen sería mí polla, deseaba romperle el himen. Pero en ese momento perdí el control con mis deseos y fantasías, comencé a devorarla con rapidez, pasé la nariz por su clítoris, ese tacto la estremeció aún más, me encantaba oir los pequeños jadeos que salían de su boca. Una vez que mí cara estaba cubierta por su aroma, dejé de jugar con su coño, agarré su pierna y la puse en mí hombro, mis manos fueron directamente hacía su trasero, abrí sus nalgas, luego empujé sus caderas hacia adelante, luego mí lengua encontró su dulce, perfecto e intacto ano. Lamí su culo con un propósito: quería que se corriera con mí lengua en su culo. Con mí mano toqué su clítoris mientras con mí lengua follaba su culito. Ella se movía más y más de la excitación.

—¡Si!—gritó cuando mí lengua golpeó de nuevo su culo. Seguí lamiendo hasta que obtuvo su orgasmo.

Su respiración era cortada, realmente estaba cansada de tantos orgasmos. Cuando se recuperó le pedí que me acompañara a la bañera, ella de inmediato se levantó y me acompaño. Cuando llegamos preparé el agua, cuando estaba lista nos introducimos en ella, me senté yo primero y luego ella, la abracé por la cintura, su cabeza descansaba en mí pecho, donde mí corazón latía con fuerza. Pasaron algunos minutos donde ninguno dijo nada. Unos minutos después, salimos del agua, le di una camiseta para que la usará de pijama, mientras yo solo me puse el boxer.

—Es hora, ya tendremos tiempo para seguir con más—le dije tranquilamente, no quería hacerla mía tan pronto.

Luego quité la sábana de la cama y la invité a recostarse, ella lo hizo sin protestar, era una mujer obediente. Luego ingresé y apagué la lámpara, todo quedó en la oscuridad, la tomé y la atraje hacia mí, luego ella colocó su cabeza en mí pecho dónde comenzó a relajarse y ha dormirse, claramente estaba cansada. Sonreí y me sentí feliz de haberle mostrado una parte del placer que le podía dar. Sin embargo, sabía que debía definir que tipo de relación tendríamos de ahora en adelante, pero en estos momentos dejé mis preocupaciones a un lado para disfrutar de su aroma y de su abrazo.

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