Entre Mafias romance Capítulo 26

Marcus

Desde mi despacho escucho el inconfundible sonido de un disparo. Todo el mundo sabe que en mi propiedad está prohibido disparar a no ser que sea un asunto de vida o muerte.

Salgo corriendo hacia la calle. Voy directamente hacia Mía, necesito comprobar que no está herida. En cuanto veo que está bien me fijo en todo lo demás, la chica asustada pegada al coche que lleva una mano escayolada, el hombre con pinta de alcohólico que tiene una pistola en la mano y la mirada culpable de mi querida mujer.

Una vez más ha decidido hacer las cosas por su cuenta. Admiro su valor y su tenacidad, pero cualquier día se va a meter en un problema y me da pánico pensar que cuando llegue ese día, tal vez llegue tarde.

- ¿Quién cojones se ha atrevido a venir a mi casa pegando tiros?  - Doy un paso hacia el tipo que ha disparado.

Ahora tiene que rendir cuentas ante mi. No lo sabe todavía, pero va a tener suerte si sale de aquí con vida. Se cree un mafioso con su arrugado traje y esa peste a whisky barato.

- ¡ESA ES MI ESPOSA! - grita señalando a la chica que tiembla pegada al coche - ¡ESA GUARRA SE LA HA LLEVADO!

La clave para estar en el poder es mantenerse frío, pero cuando escucho esas palabras salir de su asquerosa boca no pienso, no veo y no puedo actuar con claridad. Solo pienso en partírsela. Le pego un puñetazo con todas mi fuerzas. Siento su mandíbula crujir bajo mis nudillos y si tengo que ser sincero, disfruto demasiado cuando veo el hilo de sangre que sale de su labio.

Se agacha acurrucado contra el coche como el cobarde de mierda que es. Solo es valiente para pegarle a su mujer. Cuando tiene delante a otro hombre que le planta cara se mea encima. Lo agarro del cuello y lo levanto. Aprieto su traquea impidiendo que pueda meter aire en sus pulmones.

- Jamás insultes a mi mujer a no ser que quieras morir - Suelto su cuello y  cae al suelo dando grandes bocanadas - Dices que esa chica es tu mujer. Bien, llévatela.

Me encanta ver cómo cambia su cara de cagado a sorpresa. Debe pensar que ha ganado, que ha podido con Marcus Moretti. Bien, disfruta mientras puedas.

- ¡QUÉ! - grita Mía detrás de mi. No hace falta que me vuelva para saber cómo está ahora mismo. Debe pensar que soy el peor monstruo que hay aquí - ¡NO PUEDES HACER ESO! ¡NO LO HAGAS!

Grita sin parar y escucho como forcejea. Confío plenamente en Dante y se que la retendrá para que no corra ningún peligro.

Sigo ignorandola, como si no fuera importante. Solo existe el hombre que tengo frente a mi y que de momento no se atreve a hacer ningún movimiento.

Unos pasos a mi izquierda llama mi atención. La chica que temblaba de miedo camina hacia nosotros. Es valiente aunque este mierda la tenga destrozada y eso lo valoro. Sigo escuchando a Mía gritar y pelear para soltarse.

Por fin el hombre reacciona y da un paso hacia mi. La chica llega a mi altura, justo cuando está a punto de traspasarme levanto el brazo y le corto el camino. Ella se para en seco sin comprender.

- Perdona, me he expresado mal, he querido decir que te la lleves... Si puedes.

Muevo la corredera hacia atrás y cargo la pistola. Esa es la señal para mis hombres de que esto no es una puta bravuconada. Se carga la pista cuando se está dispuesto a gastar sus balas. Escucho las pistolas cargarse a mi espalda.

El hombre que ahora suda como un cerdo mira a su mujer con tanto odio que dudo que alguna vez la haya querido. Ella no va a salir de aquí. No hay nada más que tengamos que discutir.

- Te arrepentirás de esto - La amenaza - Todos os arrepentireis.

Abre la puerta del conductor y sale dejando una estela de polvo. Una lástima. Me habría encantado acabar con él. Un demonio menos en este mundo.

Mía corre hacia mi. Ahora si me giro hasta quedar frente a ella. Tiene las mejillas llenas de lágrimas. Odio que mis palabras hayan provocado eso, pero no se hacerlo de otra forma. Este es un juego de poder y amenazas y yo siempre gano.

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