Entre Mafias romance Capítulo 35

Marcus

Hace un rato Mía llamó a su padre para decidir la hora y el lugar en el que íbamos a cenar. Ella está ilusionada porque cree que pueden volver a ser la familia que eran antes. En cambio, yo sé la verdad, conozco a su padre, se como es de verdad y jamás dejaría pasar lo que le hicimos. Ni en  un millón de años Leandro Carussi va a olvidar el desplante  que le hicimos casándonos.

No quiero ser el causante del dolor de Mía, ya lo fui una vez, pero aprendí a no volver a cagarla y eso es lo que voy a hacer. Si quiere que cenemos todos juntos, tenemos que tomar todas las medidas oportunas para que esté a salvo.

Dante esta frente al escritorio, esperando las órdenes.

- Estoy seguro de que tienen algo preparado - Digo pasando los dedos por el pelo.

Tengo que pensar con claridad porque cualquier error podría ser terrible.

- Yo también lo creo.

- Bien, reúne a los hombres de confianza. Los quiero rodeando todo el perímetro del restaurante.

El cabron de Leandro es casi tan buen estratega como yo. Por eso llevamos desde el principio en guerra, siempre nos pisamos, nos quitamos negocios, pensamos a la larga, pero en este juego pocas veces me ha ganado.

- Quiero  aquí, aquí y aquí - Señalo las mesas dibujadas en el plano del restaurante que tengo sobre el escritorio - más hombres, que vayan armados, pero  que no se note que son de los nuestros.

Tamborileo con el dedo sobre la mesa. Algo se me escapa, estoy seguro. ¿Qué haria yo si quisiera acabar con  mi hija sin iniciar ninguna guerra abierta?

De pronto lo veo todo claro, tan claro que  me da pánico pensar lo cerca que hemos estado de cagarla.

- Dante, comprueba que estamos solos, tengo que decirte algo, pero no puede saberlo nadie.

Camina hasta la puerta sin comprender el giro que ha dado todo, en unos minutos lo entenderá. La abre y observa que efectivamente estamos completamente solos. Vuelve a cerrarla, pero esta vez gira la llave para que no podamos ser interrumpidos.

- Dígame señor.

- Creo que Leandro va a intentar hacerle algo a Mía, pero hasta ahora no sabíamos el que - Me levanto del asiento y camino hasta mi hombre de confianza - Tienes que proteger el secreto con tu vida.

- Jamás diría nada que os pusiera en peligro, señor. Puede confiar en mi.

Lo se, sin necesidad de que lo diga. Crecimos juntos, como hermanos. A veces es más cercano que el propio Killian, pero eso tampoco es de extrañar porque mi hermano y yo pocas veces hemos estado de acuerdo en la misma idea.

- Mía es alérgica a las almendras. Su padre lo ha mantenido en secreto, ni siquiera esta en su historial medico. Ese cabrón seguro que intenta contaminar su comida.

Dante se queda pensativo un instante.

- Es perfecto - Asiente dándome la razón - él no tendría nada que ver, la culpa sería de la cocina...Tenemos que tener el control de los platos.

Saco los documentos donde hay escrito todos los datos personales de los camareros y cocineros que van a trabajar esta noche. En cocina hay seis ayudantes y dos cocineros.

- Quiero que dos ayudantes se pongan enfermos y que los sustituyan los nuestros.

Dejamos todo atado. Todo preparado para cualquier cosa que puedan hacer los Carussi.

Llaman a la puerta cuando estamos terminando de cerrar los documentos. Dante gira la llave y abre la puerta. Mía aparece en el umbral, radiante y feliz. Siento un  pellizco en el estómago. Si supiera cómo es su familia de verdad no estaría tan contenta.

- ¿Qué haces? - Pregunta acercándose.

Se ha puesto unos pantaloncitos cortos de color azul, que después del calentón de anoche lo único que quiero hacer es arrancárselos y una camisa blanca con un hombro fuera ¿cómo una sola mujer puede poseer tanta belleza? No me cansaría de mirarla ni de hacerla feliz.

- Acabo de terminar de trabajar ¿quieres que hagamos algo?

Se sienta sobre mis piernas.

- En realidad quería comprobar que seguía en pie la cena de esta noche con mi padre.

Sabe que no me hace ni puta gracia tenerlos cerca y teme que lo cancele o que haga algo para que la cena no se produzca, pues eso no va a pasar. Yo la voy a proteger y a cuidar y ella sola verá la clase de basura que tiene por familia.

- Por supuesto.

Me da un beso ruidoso en la mejilla, como los que dan los niños pequeños, no puedo evitar sonreír mientras la veo salir de nuevo.

Hablo un par de veces con Dante a lo largo de la tarde para comprobar que todo sale según lo acordado. Mis hombres controlan el perímetro, el restaurante y la cocina. Nada puede salir mal.

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