Entre Mafias romance Capítulo 5

Marcus

Hoy tengo que viajar más de mil kilómetros. No recordaba que tenía una reunión con dos hermanos que se dedican a abrir prostíbulos. No tengo problema con ello, todo lo que sea implementar seguridad para que las chicas no trabajen en la calle y corran peligro me parece bien.

Antes de aceptar este trato tengo que estar totalmente seguro de que estos hermanos no son los típicos hijos de puta que se dedican a secuestrar o a obligar a las mujeres a que trabajen para ellos. No sería la primer vez que intentan engañarme haciéndome creer que todo es consentido, pero una vez que descubro el engaño, es la última vez para ellos.

Por la noche llegamos a un bar cutre que quiere hacerse pasar por glamuroso, pero la realidad es que es una mierda. Luces a media intensidad, paredes pintadas en tonos negros y dorados, las camareras son mujeres medio denudas que se pasean delante de nosotros moviendo el culo exageradamente.

-Marcus - saluda Fento, el hermano mayor sentándose enfrente de Dante y mía - Me alegra que hayas venido.

Aprieto los labios. Solo oir su voz me cabrea.

- Vamos al grano ¿dónde está tu hermano?

- En la barra. Pidiendo unas bebidas - explica - Cómo dije en el correo todo es consentido, tienes nuestra palabra.

Chasqueo la lengua. No hay forma de saber si mienten o no, pero cuando alguien me dice " Tienes mi palabra" al instante dudo.

Me giro sobre mi hombro para buscar al hermano de Fento. No se porque cojones no ha vuelto todavía si ha visto que la reunión ya ha empezado.

Lo que veo me deja congelado. La sensación de tirarte al vacío desde lo alto de un ancantilado, cuando notas la presión en el estómago, ese vuelco, lo siento cuando lo veo en la barra, agarrando del brazo a una chica que si no es Mía, es su doble.

Me levanto con una furia imparable, tiro la silla por la fuerza. Sin duda es ella y este tío está muerto desde el mismo momento que sus dedos la han tocado.

Camino dando grandes zancadas. Cuando llego a él escucho parte de la conversación y me quedan varias cosas claras.

- No señor, no tengo ningún problema de oídos, pero yo solo sirvo copas, soy camarera - Dice con un leve temblor en esa voz que creía que jamás volvería a escuchar.

- Tu serás lo que yo quiera.

Le agarro  la cabeza y se la estampo contra la barra. Quiero hacerle daño, quiero matarlo lenta y dolorosamente, así que lo separo de la barra y vuelvo a estrellarlo contra ella sin apartar los ojos de Mía.

Tarda unos segundos en reaccionar. Su mirado sube desde mis manos hasta mis hombros, para terminar en mi cara. Después de tantos días vuelvo a ver sus enormes ojos verdes. Se le corta la respiración y antes de que pueda reaccionar y pedirle explicaciones, Salta por encima de la barra y corre hacia un puerta.

Esta vez no va a escapar. Creía que había muerto y yo morí con ella, pero ahora todo ha cambiado, tengo una segunda oportunidad y no pienso desperdiciarla.

Dante llega a mi lado viendo lo mismo que yo.

- Sal y cortale el paso.

Salto la barra y sigo el mismo camino que Mía hace un momento.

Abro de un empujón la puerta que da a un callejón sin luces, pero la veo a medio camino entre la calle principal y yo. Corro como si se me fuese la vida en ello. Después de sentir su pérdida de forma brutal como jamás antes, creo que es literal que si ella desaparece, voy a entrar de nuevo en el letargo de sentimientos.

Dante aparece al final y corre hacia ella. Por fin veo un poco de luz. Ella es mía y nunca va a volver a separarse de mi. Cuando Dante estira la mano para sujetarla, ella agarra su brazo, hace un quiebro y con la fuera de su cadera tira de él hasta que lo tira al suelo ¿pero que cojones acaba de ocurrir?

Ella es bajita y delgada y acaba de tumbar a un tío que mide más de un metro ochenta. Corro con todas mis fuerzas. No puede escapar. JODER.

Llego hasta ella. La encierro entre mis brazos y la levanto. Sabiendo que ha aprendido a defenderse no quiero que use el jueguito y me tumbe a mi también.

- ¡Suéltame! - grita dando patadas en todas direcciones - ¡MARCUS! ¡SUÉLTAME!

Un coche dirigido por uno de mis hombres corta nuestro paso. Sin pensarlo demasiado abrimos el maletero y lo cerramos con ella dentro.

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