Entre Mafias romance Capítulo 68

Mía

Mery y Bonny me esperan en el jardín. Hace muchísimo que no las veo, me arrepiento de haberlas dejado de lado, pero me he pasado tantos meses encerrada en mi misma, que no era capaz de pensar en nadie más.

- ¿Tu que vas a hacer? - Le pregunto a Marcus antes de alejarme.

Ha estado todo el día raro, nervioso, como si no quisiera contarme algo, y eso en Marcus es algo terrorífico, porque sus planes ocultos suelen ir acompañados de balas y malas decisiones.

- Echarte de menos en casa.

Me abraza y me aprieta contra su cuerpo, escucho como respira oliéndome el pelo. Después de unos segundos se separa y me beso despacio, disfrutando de este pequeño instante.

- ¿No vas a ir a ningún sitio? - Vuelvo a insistir.

-  A ningún sitio. Diviértete, te lo mereces.

Desde que conozco a Marcus, poco a poco he ido adquiriendo lo que yo llamo " Superpoderes " Eso quiere decir que cuando me miente, algo en mi interior me dice que no me está diciendo la verdad.

Me separo de él y entro en la casa de Mery. Me abrazan en cuanto me ven.

- ¿Por qué tenéis tantos hombres vigilando la casa?

Hay más que la última vez que vine de visita. Es como si hubiera sido declarada zona de guerra.

Mery y Bonny intercambian una mirada y algo nerviosas contestan como si no pasara nada. Que poco me está gustando todo lo que estoy viendo.

- Ya sabes como son nuestros maridos - Bromea.

Exacto. Se como son nuestros maridos, pero por encima de eso, se como es mi marido. Y habiendo un loco suelto que quiere matarnos ¿cómo me iba a ofrecer quedarme a dormir en otra casa? Esto no tienen ningún sentido, a menos que sea un plan suyo. En ese caso, en cuanto entremos en la casa, estas dos mujeres van a tener que contármelo.

Subimos a la sala donde han acomodado unas camas, una enorme televisión y muchos cojines de infinidad de colores.

Me vuelvo hacías las chicas y coloco los brazos en jarra.

- Ya podéis comenzar a hablar porque no me he tragado ni por un momento todo el teatro que habéis montado.

Puedo ver la culpabilidad en sus rostros. El día que las conocí emanaban seguridad y poder por todos los poros de sus cuerpos, hoy se retuercen los dedos y balbucean tonterías sobre una fiesta de pijamas.

- Hablo en serio, o me lo contais o me voy ahora mismo.

Mery se acerca hasta mi y sujeta mis manos entre las suyas.

- Esta bien, pero siéntate y prométeme que no harás ninguna locura.

Confirmado. Algo terrible está ocurriendo. Coloco mi mano sobre mi corazón. No puedo perder a Marcus, no quiero sentir este miedo constante. Odio este mundo en el que se ha criado, pero supongo que es el precio que tengo que pagar por estar a su lado.

- Habla - Exijo.

- Tu marido ha quedado con.... ¿Cómo se llamaba? ¿Ricky? Va a intentar salvar a tu hermano.

Contengo la respiración intento procesar demasiada información. Debería haberme traído mis medicinas, así no fliparía tanto como lo estoy haciendo ahora mismo.

- ¿Ricky tiene a mi hermano?

Necesito comprender poco a poco todo.

- Si.

- Y Marcus ha ido a encontrarse con él - afirmo. No es una pregunta, se de lo que es capaz mi marido.

- Si...

Asiento despacio. Cierro los ojos un instante, necesito pensar, pero por encima de todo, necesito hacer algo.

- Y vosotras pensasteis que yo me quedaría aquí comiendo palomitas mientras ese enfermo mata a mi hermano y a mí marido - Vuelvo a afirmar.

Bonny me lleva de la mano hasta una de las camas y me ayuda a sentarme. Mery se sienta al otro lado y coloca su mano sobre mi rodilla.

- Marcus solo quiere protegerte.

- Chicas... Os agradezco mucho todo lo que intentáis hacer, pero ahora tenéis que elegir - Me vuelvo a poner de pie para encararlas - O me ayudáis a ir hasta el lugar donde han quedado u os hacéis a un lado y me voy yo sola.

Después de discutir durante más de una hora las he podido convencer. No sabemos si habrá hombres fuera o si será una guerra abierta lo que nos podemos encontrar cuando lleguemos allí, así que ellas van a esperar dentro del coche. Voy a sacar a Marcus y a mí hermano de allí.

Una cosa que descubrí de estas dos mujeres es que están igual de locas que sus maridos  Mery me presta un pintalabios que se separa por la mitad y queda unido por un hilo metálico, sirve para estrangular. También me enseña un palito de madera para recogerte el pelo, pero en realidad dentro hay una especie de mini espada. Todos estos objetos pasarían cualquier control.

- Tienes que ponerte sexy - Dice Mery sacando un  vestido rojo corto, demasiado corto - Los hombres son simples y no podrá pensar con claridad.

- Está bien.

Se lo quito de las manos y me lo comienzo a poner. Diez minutos después parezco una mujer totalmente distinta. Llevo un vestido demasiado sexy y provocativo para mi, los labios pintados de rojo, el pelo lo he recogido en un moño, he usado el arma que me dió Mery, y unos tacones negros de aguja.

En la parte trasera solo hay dos hombres custodiando la entrada, es una pequeña puerta que solo se usa para el personal de servicio.  Mery los llama al móvil para que suban a ayudarnos, en cuanto desaparecen dentro de la casa corremos hacia la calle, arrancamos el coche y salimos pitando de allí.

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