Esposa bajo contrato romance Capítulo 10

Definitivamente, eso estaba mal, si a alguien se le ocurría elaborar un manual de lo que no se debe hacer con un paciente, seguro tomaría su rutina del día anterior y de ese como ejemplo, pero eso no le importó, se dejó llevar por el beso, hasta que ambos sintieron que el aire les faltaba.

—Esto está muy mal Sandro ¿Qué haces? —inquirió ella.

Y él se lo tomó de chiste.

—No me digas, ¿Acaso no sabes lo que es un beso? ¿Mi hermano no te ha dado uno?

Carlotta en ese momento debió aclararle de una vez por todas que no tenía ninguna relación con Mike, sin embargo, se abstuvo de hacerlo, porque deseaba poner distancia entre ellos.

—Claro que me han besado, me refiero es que esto no está bien… yo soy tu fisioterapeuta… esto no es ético… —no pudo seguir hablando porque Sandro la interrumpió.

—¿Y es ético que me pongas a pasar hambre, sed, y me dejes tirado en el piso como una basur4? Una pregunta ¿Naciste siniestra o te hiciste?

—No soy siniestra, soy un amor de persona —protestó ella.

—Sí, tanto como el Loris perezoso, con una tierna mirada y de simpática expresión, resulta venenoso… se unta esas secreciones por su cuerpo, lo combina con saliva y al morderte con sus afilados dientes te envenena, produciéndote una reacción mortal.

—¡Qué buena impresión tienes de mí! Mejor vamos a ayudarte a levantarte para que te vayas a bañar.

Lo ayudó a alzarlo y lo sentó en el sofá a un lado de la cama.

—Me quiero bañar antes de comer, debes ayudarme —pidió llevando una mano a su rostro y acariciándola con el dorso.

—Llamaré a la persona que te ayuda… —pronunció la chica alejándose de su toque.

—No, quiero que me ayudes tú.

—No puedo, eso no está en mis funciones y… —comenzó a protestar ella.

—Carlotta, ya no hablemos de lo debido, porque desde que entraste por esa puerta, cuando decidiste tirarme el objeto con el cual te herí, empezaste a hacer lo no debido… además, ¿Qué pasaría si yo te denuncio y digo que las técnicas que usas no son nada éticas? Puedo ir a los medios y decir que… —Carlotta lo interrumpió.

—¿Me estás chantajeando? —inquirió con un semblante de molestia.

—No, solo es una negociación —la vio arrugar el semblante y agregó—. No deberías enfadarte, soy un buen alumno, aprendo muy rápido de tus métodos indebidos —declaró con una media sonrisa.

Carlotta lo miró con los ojos entrecerrados, sin decir nada, buscó la silla de ruedas, lo ayudó a sentarse y lo guió hasta llegar hasta el baño, lo primero que vio fue la cantidad de espejos, aunque lo que más la sorprendió fue ver que el baño estaba habilitado para personas con discapacidad.

Tenía un lavabo adaptado, ajustable a la altura, asideros y barras para el baño para ayudar a moverse, un asiento giratorio para una ducha segura y cómoda, alusivos a los coches de carrera y todo lo necesario para que el hombre pudiera desenvolverse.

—Veo que estoy metida en problemas, eres el consentido de tu mamá, mira todos los juguetes que tienes aquí —pronunció en broma—. Y además, alegórico a las carreras ¿Qué más puedes pedir?

Lamentablemente, Sandro debido a su condición era muy voluble y cambiaba de un estado de ánimo a otro en cuestión de segundos.

—¿En serio me estás preguntando qué más puedo pedir? ¡Caminar! Odio todo esto, no sé usar nada de esa mierd4 y no quiero hacerlo, porque aprender a usar eso significa que me estoy resignando a vivir esta vida y no es cierto… no quiero vivir así, tampoco a acostumbrarme a ser un medio hombre… y a qué nunca más volveré a estar rodeado de mis amigos y la gente que me importa.

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