Esposa bajo contrato romance Capítulo 11

Carlotta dejó de escuchar sus palabras al ver la sangre en la bañera.

—¿Qué diablo hiciste? ¡Estás loco! —ella iba a revisarlo y él la sostuvo de la mano.

—Dejar de fingir que te preocupas por mí, no puedes preocuparte por alguien a quien no conoces… incluso ayer me dejaste todo el día solo, sin comer, tirado ¿Dónde estabas cuando te llamaba? Seguro haciendo quien sabe que, eres la peor profesional del mundo y mala persona. Aunque entiendo, porque desde que soy un inútil no le importo a nadie.

—¡Por Dios Sandro! ¿Te estás escuchando? Pareces un pequeño malcriado, ¿Cuándo vas a madurar? ¿Compórtate como un hombre? —lo recriminó molesto Mike.

—Tú no seas metido, encárgate de tus propios asuntos, y déjame a mí en paz. Y no voy a madurar nunca, porque si lo hago me pudro —señaló haciendo una mueca que fingía ser una sonrisa— ¡Sal de mi habitación Mike! Y en cuanto a ti, atiéndeme y dedícate a hacer tu trabajo, de verdad no sé qué tienes de especial para que hayan tenido que contratarte, a no ser que sea que estás saliendo con mi hermano.

Carlotta, apretó las manos a un lado de su cuerpo, empezó a contar mentalmente, para tratar de calmar su rabia, a pesar de haber dicho en broma lo de hundirlo en la bañera, en ese instante no le parecía tan mala idea. Mike salió del baño y dejó solo a Sandro y a la chica, al ver que no se pronosticaba nada bueno, conoció a la joven y sabía que era de armas tomar.

Entretanto, Sandro vio la expresión de seriedad de Carlotta y se encogió de hombros, ella no emitió ninguna palabra, le dio la espalda, mientras él terminaba de asearse. Esa actitud molestó más al chico, que a sus espaldas empezó a hacerle mofas, con la mala suerte que ella se giró y lo vio, aunque en vez de reclamarle, Carlotta le pasó una toalla y se la dejó en la barra, manteniendo todavía el silencio.

«Ella se porta mal y pretende que sea yo quien me disculpe, vamos a ver quién es el primero en darse por vencido, no creo que sea tan dura como aparenta» Se dijo interiormente.

—¿No piensas curarme? ¿Ni siquiera vas a ver cuáles daños me causó la cortada? —inquirió.

—Ya han pasado los tres minutos, si se hubiera tratado de algo grave, ya hace tiempo tuvieras el pico cerrado —espetó con severidad.

—No soy pájaro para tener pico. ¿No me ayudarás a levantarme? —inquirió sin dejar de ver su expresión.

—Allí están las barras, y todos los implementos necesarios para que te valgas por ti mismo.

Con esas palabras salió a la habitación. La asistente, la estaba limpiando y Carlotta se sentó a comer, segundos después, hizo un gesto de desagrado cuando se dio cuenta de que los alimentos estaban un poco frío, y como no le gustaba comer así, se levantó, tomó las bandejas y descendió a la cocina para pedir que se la calentaran, no había dado ni tres pasos fuera del dormitorio cuando los gritos de Sandro se escucharon, retumbando por todo el pasillo, porque había dejado la puerta abierta porque no pudo cerrarla, y decidió bajar por las escaleras, por eso estos eran claro.

—¡Carlotta! ¡Carlotta! ¿Dónde te fuiste? Mi comida ¿Dónde está? Estás empeñada en matarme de hambre —gritaba a todo lo que daba su voz, sin cohibirse.

—Tranquila Carlotta, respira profundo —murmuró en voz alta, controlando sus respiraciones—. Imagínate que estás en una especie de programa donde tendrás que probar la paciencia, y deberás ser premiada, no es buena idea matarlo, porque las penas de homicidio son largas, y destrozarás el corazón de tus padres. Además, perderás la oportunidad de ganar los quince mil dólares que te pagarán mensual, ve esto como un simple negocio —se dijo más animada—. Eso te permitirán ahorrar en un año, el dinero que el malparido de Massimo te robó, porque no gastarás ni en comida, hospedaje. Esto es el paraíso, si no tomas en cuenta, que ahora la serpiente es de sexo masculino, Sandro.

Terminó diciéndose con una risita, cuando descendía los últimos escalones, venía subiendo la señora Hamilton.

—Carlotita, discúlpame por mi actitud de anoche, es que me sentí demasiado angustiada. Sandro es mi pequeño, sabes… yo tuve a Mike a los veinticinco años, después de haber tenido siete años de casada, pensé que no podría tener hijo, cuando me enteré del embarazo de mi hijo mayor, fui la mujer más feliz del mundo. Al nacer quise consentirlo mucho, porque se trataba de mi primer hijo —pronunció con un deje de tristeza en sus ojos—. Lamentablemente, sus abuelos no lo permitieron porque era el heredero de los Hamilton y me pedían ser duro con él, el tiempo pasó y por más intentos de volver a quedarme embarazada no lo hice.

»Cuando me faltaban siete meses para cumplir los cuarenta, recibí la noticia de otro embarazo, era mi segundo hijo, cuando creí no tener esperanza, y a él pude consentirlo, estaba tan feliz, dejé a Sandro hacer lo que quería… ver ayer tus medidas para hacerlo reaccionar, me hizo enojar, porque me pareció demasiado cruel, juro que en ese momento quería destrozarte viva… luego cuando te vi acampando en su puerta y pendiente de lo que le sucedía, más las palabras de Mike, me ablandé, pero fueron hoy las noticias de las chicas de servicio, quienes estaban sorprendidas porque tu método aunque poco convencional, está dando resultados. Ahora, hasta te está llamando, antes solo me llamaba a mí; eso me tiene muy contenta, porque seguro mi Sandro, va a empezar a verte como una hermana, después de todo cuando te cases con Mike, serás parte de nuestra familia.

Las palabras de la señora la sorprendieron, le faltó poco para atragantarse y terminar tirando las bandejas en el piso, se contuvo de hacerlo, mas eso no detuvo sus pensamientos «¡Mierda! Debe haber algo para detener esta locura, ya van imaginándose el matrimonio… y esta dulce señora, es tan adorable, la pobre está por completo equivocada si cree que su hijo Sandro anda interesado en mí como su futura hermana o como fisioterapista, más bien me quiere como el reemplazo de su modelo de pasarela, él cree que porque está pasable… bueno, diré la verdad, por completo comestible… voy a salir arrastrando la cobija por él, aunque la verdad, está muy lejos de hacer ese sueño realidad, porque este pechito, no piensa involucrarse con ningún otro hombre más», se dijo y aunque una parte en su interior intentó debatirla, ella hizo caso omiso, se sonrió y se despidió de la señora.

—Usted tiene unas cosas… en verdad, Mike y yo no tenemos nada de... —la señora la interrumpió.

—Se que hoy día los jóvenes llevan sus relaciones distintas como cuando yo era joven, pero Mike es un chico extraordinario, hacen una linda pareja.

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