Esposa bajo contrato romance Capítulo 12

Sandro vio la fotografía caer y romperse contra el piso, mientras una exclamación mezcla de sorpresa y temor surgió de su boca, pues para él esa fotografía era su bien más preciado, prácticamente una reliquia, porque fue un recuerdo que le quedó de la primera vez que vio a su ídolo, cuando cargaba a su pequeña hija luego de haber sido premiado como campeón de esa temporada.

Un año después de esa fotografía, Taddeo Ferrari, anunció su retiro de la Fórmula Uno, coronándose de nuevo campeón, nunca conoció derrota después de su accidente, obtuvo once títulos consecutivos, coronándose como el campeón indiscutible de todos los tiempos, por ser el corredor con más títulos del mundo.

—¡¿Qué hiciste?! ¡Maldit4 sea Carlotta! ¿Sabes quién es ese hombre en esa fotografía? ¡¿Qué pregunta estoy haciendo!? Claro que no sabes quién es, porque eres una chica, y como todas ignoran el mundo de los deportes. ¡¡Dame la fotografía!! —ordenó irritado—. Y no vuelvas a acercarte a esa cómoda, eres un peligro andante y ese hombre de quien no sabes nada es el gran piloto de Fórmula Uno… —antes de que él pudiera hablar lo hizo ella, completando su frases.

—Taddeo Renaldo Ferrari Estrada, de nacionalidad italiana, de ascendencia mexicana, tuvo un fatal accidente que tardó un poco más de tres años para recuperarse, después volvió a las pistas, ese año y durante los once años siguientes se tituló campeón, es padre de cuatro hijos, tres varones y una niña, la misma de la fotografía.

Ante las palabras de la chica, Sandro la observó con admiración, incluso con la boca abierta, porque nunca había conocido a una mujer que conociera de deporte y menos de la Fórmula Uno, a todas las chicas que conoció, les gustaba ir para figurar, fotografiarse y no perderse las celebraciones, escuchar a la joven hablar con propiedad del tema, elevó su estatus ante sus ojos y por primera vez, la miró con algo más, admiración.

—¿Cómo sabes eso? ¿De dónde sacaste toda esa información? —interrogó con curiosidad.

—¿Acaso tú también no la sabes? Eso no tiene nada de especial ¿Por qué te sorprende? —interrogó sin dejar de mirarlo a los ojos.

—Porque las mujeres no conocen y ni siquiera les gusta interesarse del tema y menos hablar —respondió Sandro, sin poder simular su sorpresa.

—Métete algo en la cabeza Sandro, no voy a repetirlo, no soy cualquier mujer ¿Acaso aún no te has podido dar cuenta de eso? Además, Taddeo Ferrari, es algo así el hombre de mi vida, a quien más admiro, el más grande de todos los tiempos… mi ídolo, nadie puede compararse a él —pronunció con una expresión de orgullo.

—¡Es increíble! Me cuesta creerlo. —siguió moviendo su cabeza escéptico, aunque, no pudo evitar también sentir, el gusanito de los celos, no obstante, se controló .

—No tienes por qué sorprenderte, más bien esto debería servirte de lección y no juzgar a las personas por las apariencias… Sandro, no soy una mujer tan simple, puedo darte sorpresas que ni siquiera te imaginas —pronunció con una certeza en sus palabras que le hizo a Sandro pensar por primera «¿Quién es esta chica? ¿De dónde salió?» y desde ese momento la curiosidad sobre la identidad y el origen de Carlotta se elevó.

—Bueno, me llena de alegría que tu ídolo sea el mismo mío… ya ves, tenemos bastantes cosas en común, aunque ahora no puedo dejar de sentirme un poco molesto —expuso con una expresión de irritación.

—¡Ese es el hambre! Mi abuela Valeria siempre me decía que las cosas se ven por completo diferente con la barriga llena y no tienes idea de cuanta verdad existe en esa afirmación —mencionó la chica acercándole la bandeja a Sandro.

El hombre la observó, tomó los cubiertos y comió en silencio, era la primera vez desde que le informaron que no podía caminar, que iba a comer sin berrinches, se llevó un bocado a la boca e hizo un gesto de irritación.

—Igual, comí y sigo viendo grave que dañaras mi fotografía, no tienes idea del significado que tiene para mí —expuso con un suspiro mezcla de sorpresa y de resignación.

—Te aseguro que te entiendo perfectamente, nadie más que yo puede sentirse más triste en este instante por haberte roto esa fotografía, mas te prometo que no tienes por qué preocuparte, me encargaré de arreglártela y tu portaretrato quedará más hermoso, te haré un hermoso diseño en los bordes, de unos neumáticos con una sorpresa, que te harán carcajearte de la emoción —manifestó ella sonriendo.

—Eso espero, porque de lo contrario me pondré muy molesto con contigo —masticó, al mismo tiempo que ponía mala cara, hasta que se cansó y empezó a protestar—. ¿Cómo quieren que esté tranquilo? Cuando me están sirviendo esa comida tan horrible, parece de enfermo, sin sazón y hasta te juro que tengo la impresión que estoy comiendo plástico —protestó.

—¿Por qué tienes que ser tan quejón? ¿Te es imposible comerte la comida con tranquilidad? ¿No te enseñaron tus padres a que debes aprender a ser una persona agradecida con las cosas que la vida te ofrece? —a pesar de su expresión ser suave, lo estaba reprendiendo con firmeza ¿Sabes cuántas personas en el mundo querrían…? —Sandro la interrumpió y completó la frase él.

—Comerse un plato de comida como este… pues deberían mandar toda es comida, junto con la cocinera para que le preparen los platos, son horribles, lo peor que me he comido en la vida —refutó irritado—. Sin embargo, a ti te veo comiendo diferente, a mí me mandas a dar estas cosas tan desabridas, cuando te mandas a preparar para ti comidas ricas, como hamburguesas a esta hora.

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