Esposa falsa de Simón romance Capítulo 255

-No quiero hablar con él.-

Pensó que no tenía nada que decirle a Simón en su estado de ánimo actual.

El móvil sonó durante un rato y se apagó, luego volvió a sonar.

Naomí parpadeó y tomó una decisión por ella, -De todos modos, llama a ti por iniciativa para decirte algo, deberías darle una oportunidad, ¿no? De lo contrario, si le malentendieras, y no le hicieras caso, él no tendría la ocasión de explicarte, ¿verdad?-

Pensando en esto, Naomí contestó la llamada directamente y se levantó con el móvil bajo los ojos atónitos de Frida.

-Hola, señor Simón, soy Naomí.-

Frida la miró con los ojos muy abiertos, y pasó un rato bastante antes de que se diera cuenta de la situación. Se levantó y quería lograr su teléfono de la mano de Naomí.

Sin embargo, Naomí salió corriendo de la habitación a toda prisa. Frida casi no pudo escuchar lo que le dijo a Simón, sino unos fragmentos. Cuando regresó, Naomí le devolvió el móvil.

-Espera un momento con tranquila, Simón vendrá a recogerte pronto.-

-¿Le pediste que viniera?- Frida frunció el ceño, y de repente se le ocurrió algo. Se dio la vuelta a la habitación a buscar su bolso, e iba a irse.

-¿Qué estás haciendo? Fue Simón quien dijo que vendría a recogerte y me obligó a decirle la dirección de mi casa. ¿Qué pasa?-

-No quiero encontrarme con él.-

-Le dije que estabas herida. Simón estuvo muy nervioso cuando lo escuchó. ¡Tal vez deberías darle una oportunidad para que se explique!- Naomí apretó su hombro y la miró con seriedad.

Frida la miró atónita, incapaz de decir una palabra durante un cierto tiempo.

Finalmente, cuando esperó en la casa de Naomí durante más de diez minutos, alguien tocó el timbre. Cuando Naomí iba a abrir la puerta, Frida, quien estaba sentada en la sala de estar, escuchó la voz de Rafael, -Disculpe.-

Luego se escuchó el sonido de ruedas rodando, y Frida pudo sentir que Simón entraba sin levantar la cabeza.

No quería ver a Simón de un vistazo, por eso se sentó allí con los ojos hacia abajo.

Probablemente porque había llorado y tenía los ojos enrojecidos, no se atrevió a verlo.

-¿Dónde están las heridas?- Simón la vio sentada allí cuando él entró. Al ver que ni siquiera ella levantó la cabeza, frunció el ceño y no pudo evitar preguntarle.

Frida no habló ni lo miró.

Naomí y Rafael se pararon en el pasillo, dejando todo el espacio para ellos, y luego Naomí giró la cabeza para mirar a Rafael y se encogió de hombros.

Rafael admiraba cada vez más a Naomí. ¡Esta chica sabía cómo analizar la situación, y era muy adecuada para hacer amigos con Frida!

-Te estoy preguntando.-

Cuando la voz baja del hombre sonó con la ira por encima de su cabeza, Frida se dio cuenta de que Simón ya había llegado a su lado.

Asombrosa, Frida le miró justamente los ojos del hombre cuando levantó la cabeza.

También fue en este momento que Frida se dio cuenta de que, aunque las piernas de Simón ya estaban inválidas y solo podía sentarse en una silla de ruedas, él era un hombre después de todo, y todavía era un hombre alto y prócer. En este momento, Simón la miró hacia abajo, con los ojos tan negros y profundos como la noche.

Sin embargo, cuando vio sus ojos rojos, la expresión de Simón cambió instantáneamente, y levantó la mano para agarrar su barbilla, -¿Has llorado?-

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