Esposa Mia romance Capítulo 22

Cariza.

El rostro de mi padre es de enfado, sé que no le agrada la manera en como Arthur y yo estamos juntos, tomados de la mano.

-Hija no sabes las ganas que tenía de verte - mi madre llora abrazándome con fuerzas.

No le dije nada ya que no se sentía lo mismo.

-Bien, acá estoy. Me podrían decir el motivo por el cual deseaban verme, tengo cosas que hacer- replique fríamente, eso es lo que ellos provocan en mí.

-Estas ansiosa Cariza, veo que ya te llevas muy bien con tu comprador- comentó Demetrio soltando una risosota la cual me enfadó Inmediatamente, desistí la idea de levantarme a decirle sus cuántas verdades.

-Tal parece que eso le afecto señor Demetrio -. Mi esposo respindio por mí.

Demetrio oberva de mal modo a mi esposo.

-Bien te diré todo lo que deseas, con la condición que vengas seguido a vernos, como tus padres que somos y apoyarnos económicamente ya que he quedado sin trabajo y como puedo notar vives muy bien al lado de tu esposo o mejor dicho tu comprador. Él te puede dar una suma mensual y de esa suma puedes repartirlo con tus padres.

Mis ojos estaban a punto de salirse de sus órbitas, que desgraciado resultó ser mi padre, ahora él quiere venderme la información, no se para que motivo deseo saber algo que ya no tiene remedio ya estoy casada y por suerte me enamoré.

Pero y mi madre ¿Por qué aún siento lastima por ella? Si no la tuvieron conmigo.

-Eres un desgraciado de mierda- bramo Arthur un tanto enojado.

-Tú compraste a mi hija ahora yo quiero vender la información por la cual la vendí- Demetrio se encogió de hombro.

-Termina de hablar pedazo de mierda- réplica Arthur apretando los nudillos, se nota que está enojado.

-Bien querida hijita, este señor que ves acá te compro doblemente ya que yo te iba a vender a un ruso, el cual me iba a dar mucho dinero por ti, pero déjame decirte cuáles fueron los motivos por el que llegue a este punto. Bueno uno era por tu madre que se encontraba muy enferma, segundo.

¡Oh Dios mío no lo puedo creer! Mis ojos se llenan de lágrimas pero las reprimo, esto es lo más feo que nunca pensé escuchar, y lo peor es que lo habla de una manera tan vulgar.

-Prosigo, resulta que este señor que vez aquí-. Dice señalando a Arthur. Mi cabeza empieza a dolerme. – Me había prestado una suma de 200 millones de dólares, una cifra grande ¿Cierto? Y encima me sacó de la cárcel por un fraude que yo no cometí, cosa que nunca supe por qué entre a esa maldita prisión... El caso es que este desgraciado al prestarme los dólares me hizo firmar un contrato. Pero lo hizo al verme en un estado ebrio, es decir que no estaba consciente de lo que decía ese maldito papel-. El corazón me quería salir del pecho, mi padre siguió la conversación al verme a los ojos. –En el contrato decía que tú serías la garantía o mejor dicho la paga de mis deudas incluyendo una casa que tenía hace mucho, bueno en la que ahora viven.

Miro a Arthur con terror, el hizo eso para tenerme, pensé que mi padre me había vendido por hacerlo, pero nunca se me cruzó en la mente que fuese planeado por él.

-Tú hiciste eso para tenerme a mí, ósea ¿Lo planeaste todo?-. Pregunto temerosa de que sea verdad.

Asintió bajando la cabeza.

-Bueno el caso es que yo no supe bien de esos papeleos hasta que el me sale cobrando la deuda, en ese entonces tu apenas tenías doce años y vivíamos aqui ya que la casa antigua en la cual ahora vives la había puesto en venta por motivos de la enfermedad de tu madre y las deudas, me sentía desesperado ya no sabía cómo pagar esa suma de dinero, en ese transcurso apareció un Ruso muy joven, conocido de la familia, él te miraba con otros ojos. Entonces la desesperación de ir nuevamente a la cárcel y perder lo poco que tenía me hizo decirle al Ruso que te vendería a él, pero luego este hombre apareció y protesto que tú le pertenecías, sacó los papeles con mi firma y me los mostró, incluso me pago unas cifras de más por llevarte con el cuándo cumplieras los 18 años. Ese fue el motivo por el cual te vendí sin ser consciente y ahora la empresa que teníamos se fue por el retrete, por una mala contabilidad.

Los ojos de Arthur están puestos en Demetrio y los de mi madre en mí

Las lágrimas salen de mis ojos sin poder controlarlas, me levanto y le propinó una fuerte cachetada a la Bestia de mi esposo.

Por esa razón él sabe todo de mí, porque me vigilaba como un maldito pervertido.

-Vamos-. Dice tomándome del codo.

-¡Suéltame!-. Grité alterado. –Pensé que él-. Señale a Demetrio. –Me había vendido a ti, ¡Pero fue lo contrario tú le hiciste firmar un papel para que yo fuera la maldita garantía!-. Grite y lo golpeo con mi mano libre en su pecho.

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