Esposa Mia romance Capítulo 23

Arthur.

Increíble y magnifico, me siento liberado de haberle confesado que la amo como nunca jamás he amado a una mujer, Cariza es mi todo sin ella no creo poder avanzar en mi vida.

Acarició su cabello rubio mientras ella duerme plácidamente, su diminuto cuerpo está relajado después de un día fatídico.

Malditos padres que le tocó a mi pequeña. Suspiro hondo, beso su frente, me deslizo bajando de la cama sin hacer mucho ruido, necesito hacer unas cuantas llamadas.

Antes de salir de la habitación la observó una vez más.

Artic te quiero mucho.

Como sería si un dado caso Cariza recuerda el pasado. Necesito consultarlo con un especialista que me diga si la puede afectar o no.

Al entrar en mi oficina, me sirvo un vaso de coñac, pienso en todo lo sucedido, Demetrio es el ser más despreciable en la tierra, no quise decir nada para no seguir afectando a Cariza, pero su maldito padre mintió ya que él le debía esa suma grande al Ruso, por esa razón el degenerado Ruso la quería llevar con él, entonces al prestarle ese dinero tuve que hacerle firmar ese contrato en su estado de ebriedad para que mi Cristal sea mía y no de ese loco que seguramente la hubiese llevado para quien sabe qué.

Tomó un poco de coñac, revuelvo el contenido, mientras me siento algo frustrado por este acontecimiento.

Llamo a Gamaliel por el intercomunicador, necesito que investigue a los Hamilton, esa pareja me tiene desconcertado, el parecido de Jaime con Cariza es indescriptible pueda ser que me estoy haciendo suposiciones erróneas pero algo me dice que Demetrio y Xenia no son los verdaderos padres de mi esposa. Algo acá en mi pecho me lo dice a gritos, ahora debo comprobar si Jaime Hamilton y Martha tienen algún parentesco con mi princesa.

-Señor para que soy bueno-. Pregunta Gamaliel, es un hombre de total confianza.

-Investiga a los Hamilton Smith, necesito información a profundidad.

-Téngalo por seguro que mañana mismo le tengo la información.

Asentí y mire a un punto fijo perdiéndome en mis dolorosos pensamientos del pasado.

Flash back.

La lluvia no cesa está muy fuerte, me asomó por la diminuta ventana, para ver si Cristal viene, la extraño tanto ella tan habladora que me he acostumbrado, cada día que pasa está creciendo, es tan bonita que sólo quisiera tenerla cerquita de mí, reír a su lado o bien sólo mirar sus ojos azules como el Cristal que ella me regalo.

Sacó la prenda y la veo, es una piedra brillosa y cristalina de color azul. Un relámpago fuerte alumbra todo el oscuro lugar, siento miles de escalofríos traspasar por mi espina dorsal. Camino de un lado para otro, no entiendo esta sensación de miedo instalarse en mi pecho. Las manos me sudan y a la vez tiemblan.

Me duele el pecho, el corazón me hace pum, pum, pum, es como si quisiera salirse de su lugar.

-Eres un débil Artic, por esa razón temes, lloras como un marica.

-Quien está ahí, de quien es esa voz.

Miro para todos lados y no hay nadie.

-Soy tú mismo, sólo déjame ser el fuerte y llevar las riendas de tu vida, tus miedos y debilidades me han creado.

-¡No! De que hablas no te conozco, quien eres, me estoy volviendo loco al hablar solo.

-Pero no eres ningún loco, sólo débil Hahahaha... me llamó Arthur y yo seré el que aplaste a todos los que nos han humillado pero antes tú debes desaparecer.

-¡No!... estás loco no se quien mierda eres. Vete de aquí ¡Lárgate!

Otra vez estoy hablando sólo.

Unos fuertes gritos me sacan de mi horrible trance.

Golpeó la puerta de hierro con fuerzas, por suerte no tenía el candado puesto. Salgó a toda velocidad, corro con dirección a la mansión pero me detengo al ver una silueta dentro de la alberca.

Oh Dios mío es Cristal.

Sin tanto pensarlo me tiré a la alberca, la saco del agua, al sacarla la recuesto en el suelo, de su cabeza brota mucha sangre. Me acerco a ver si tiene pulso, inclino su cabeza hacia atrás, levanto su mentón, aprieto su nariz con mi dedo pulgar me acerco a su boca e inspiró y luego sopló en su boca hasta que su pecho se infle, insuflo una y otra vez hasta que sus ojos se abren y toce sacando el agua, la abrazo con fuerzas a mi cuerpo ella tiembla por el frio.

Dios mío gracias.

Las lágrimas caen de mis ojos como cascadas, me pregunto qué hacía ella por este rumbo, si bien iba donde mí, no hubiese pasado por la alberca.

Cristal balbucea.

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