Esposa Mia romance Capítulo 25

Arthur.

Por la mañana llegamos en la finca en Estelí, luego de dos horas deje a Cariza en la casa, ya que tenía que ver unos asuntos ganaderos con Enrique Picado, nos reunimos en su finca, ambos nos asociamos para transferir unos ganados a Río Blanco. Mientras estoy conversando con él, pienso en mi esposa.

Mañana llevare a Cariza al lago a pasar la tarde junto a ella, necesita despejar la mente, últimamente esta desanimada y eso me está empezando a preocupar, la tarde de ayer llamé al Especialista que me recomendó mi amigo Bryan, el vendrá para revisará a Cariza, resultó ser mi medico de hace unos años.

Converse con él contándole una parte de nuestro pasado, él había sido mi psicólogo personal por unos años, me ayudo a tratar la psicosis.

Le pregunté que puede suceder si Cariza recupera los recuerdos de su infancia y su respuesta me dejo asombrado y preocupado, aún sus palabras retumban en mi cabeza.

-Es algo complicado, ya que el pasado el cual tú dices fue algo doloroso y tormentoso, podría afectar un trauma depresivo, este incluye dolor de cabeza, ansiedad, angustia y depresión. No es sano para ella recuperar la memoria del pasado ya que fue algo relevante y doloroso, supongo yo que debe tratar de olvidar o si recuerda será un dolor muy fuerte para ella, no digo que ella quedé mal, claro que no, pero le afectara mucho.

No sabía que responder al respecto, sólo sentí que mi corazón dolía mucho.

****

Al salir de la reunión de negocios y accionistas mayoritarios. Me despedí de mis nuevos y antiguos socios.

Le ordeno a Gamaliel que contrate un buen arquitecto, para hacer los planos de una Casa Hogar en Masaya. Me hubiese gustado que Enzo hiciera esos planos. Lástima que se ha ido del país.

-Quiero que contrates al mejor arquitecto de Nicaragua, obvio que no hallare uno mejor que Enzo Piunzzi, él fue quien hizo los planos para llevar a cabo las construcciones de la Casa Hogar, las otras dos escuelas y viviendas, pero ahora no está. Intenta buscar el mejor-. Le digo sin quitar la vista de la carretera.

-Sí señor, lo haré-. Responde con una sonrisa.

Enzo se tuvo que ir a Italia su país natal ya que necesitaba saber de su única hermana Antonella, lo conocí en la Convención empresarial ganadera en el hotel Lebrun, al darme cuenta que es un excelente arquitecto graduado en el extranjero le ofrecí trabajar para mí, incluso le ofrecí quedarse en ese famoso hotel.

En una de nuestras reuniones de trabajo le conté un poco de mi pasado y presente, le mostré una foto de mi Cristal, no soy de los que cuenta de su vida pero realmente él logro que inmediatamente confiara en él, desde ese entonces Enzo ha sido un gran amigo a como lo fue Deán mi gran amigo, espero un día poder verlos incluso a mi pequeño amigo Dominc que ya debe tener sus 12 a 15 años.

Suspiro al llegar a la finca me siento ansioso por ver a mi esposa, ella es algo incontrolable, no la puedo dejar sola unas horas, porque hace desastres, ya ven lo que sucedió ayer en la habitación que era de ella cuando pequeña.

-¡Amor ya estas acá!-. Grita emocionada al verme, definitivamente está mujercita me hace sentir mariposas en el estómago, me encanta su sonrisa y la manera en como viste es lo que provoca mi corazón saltar de alegría, falda corta color negro, blusa corta de tiras rayadas muestra su pequeño vientre.

Joder estoy colado por ella.

-¿Cómo estás? ¿Ya has cenado?- Preguntó curioso.

Asiente mostrándome sus dientes blancos, rápidamente se me viene imagen de cuando pequeña, era tan adorable y parlanchina le gustaba reír mostrando los dientes.

-Que pasa estas algo distante-. Cuestiona tocando mis brazos.

-Me acordaba de ti, cuando peq...

No Dios que estuve a punto de decir me muerdo la lengua.

-Umh que pasa.

Niego abrazándola y besando su frente. De lejos veo a la chica con quien me revolqué dos veces, creo que se llama Violeta aún no se me olvida la manera en que le hecho la sopa caliente a mi esposa, buenos según ella no se fijó pero ese cuento chino no me lo creo.

Entramos al salón, nos sentamos en la sillas del comedor para la Cena, Carmen nos sirvió lasaña y vino de uva, ambos ingerimos y disfrutamos la deliciosa cena en un silencio confortable.

La estúpida sirvienta nos miraba con enojo. Me irrita su actitud creo que debo dejar las cosas claras.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa Mia