Esposo Dominante: Éxtasis Pasional romance Capítulo 6

—No vas a dejarme ir, ¿verdad? —le preguntó con voz temblorosa.

Adrián guardó silencio.

—Tú eres el que me buscó primero.

En el club, ella lo detuvo y le dio tal «sorpresa». Los desagradables recuerdos del pasado le hicieron perder el interés por las mujeres, y a sus treinta y dos años, no podía seguir así eternamente.

Si ella hubiera sabido quién era realmente Adrián, no se habría atrevido a meterse con él de ninguna manera.

Pero era demasiado tarde para arrepentirse ahora.

Adrián miró a la mujer agachada en el suelo y, tras un momento de silencio, se acercó a ella y la colocó en la cama, sin olvidar arroparla.

—Arréglate, me voy a la reunión ahora.

Luisa vio que se marchaba y un súbito enfado creció en su corazón, alargando la mano para tirarle de la manga. Así encontró la mirada de Adrián, y ella dijo en voz atrevida:

—Si estoy contigo, ¿me ayudarás a vengarme de la familia Maduro?

Adrián no esperaba que la mujer cambiara de la opinión tan rápido, pero aun contestó:

—Por supuesto que lo haré.

—Bien entonces, tengo una petición más —Luisa dijo armando de valor—. Tengo veinticuatro años, me gradué en la Facultad de Derecho de la Universidad de Toronto hace un año, no soy analfabeta jurídica, conozco bien las leyes y tengo relativas expriencias, ¿puedes ayudarme a volver a la carrera?

El hombre había pensado que la mujer le pediría dinero o algo así, pero no esto, y lo que no esperaba era que fuera una licenciada en la Facultad de Derecho de la Universidad Toronto.

Como el personaje más prestigioso en este ámbito, Adrián se fijó en la mujer que tendía delante:

—¿Quieres ejercer la abogacía?

Luisa asintió con firmeza:

—Sí, exacto.

—Entonces, ¿por qué reuniciaste a tu profesión antes?

Los ojos de Luisa se pusieron un poco tristes.

—Por el matrimonio.

En ese entonces la petición de Josefina era casarse inmediatamente después de la graduación; no querían que la nuera de la familia Maduro saliera a la luz.

Luisa estuvo tan enamorada de Lorenzo en ese momento que accedió a todo, pero seguía teniendo la pasión por el derecho después de todos estos años.

Ahora había provocado accidentalmente a Adrián, y ya que éste no la dejaría en paz, ¿por qué no seguía siendo así?

De todos modos ella tendría que superar las dificultades de ahora y, después del divorcio, aún tendría que mantener a sus propios padres.

Sin hablar, Adrián sacó un cigarrillo del bolsillo y lo encendió, observándola a través del humo blanco, lo que incomodaba un poco a Luisa.

Un buen rato después, el hombre se le acercó de nuevo, la miró desde arriba y abrió la boca para exhalar una calada de humo, ahogando a Luisa y haciendo que sus ojos se entrecerraran.

—Ven a la Villa 1004 esta noche a las ocho y trae lo que necesites.

Luisa levantó la mano para dispersar el humo y vio que el hombre se dio la vuelta para marcharse.

Se acurrucó y se abrazó a sí misma, todo se le estaba yendo de las manos, no sabía a dónde se marcharía la vida, pero sabía que no podía caerse ahora.

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