Ex esposa vuelve a mi romance Capítulo 6

Scott fue al hotel para encontrar a Laura, al llegar escuchó su llanto, y se perturbó de verla llorar tanto

—¿Qué es lo que sucede, Laura? —exclamó preocupado

La mujer entonces le mostró esa bufanda, tomándola con fuerza entre sus manos, Scott bajó la vista con gesto severo

—¿Qué es esto, Scott? Esta bufanda no es mía, tampoco soy tan tonta para creer que es tuya, tiene olor a mujer, ¿De quien es? Dime, ¿Hay alguien entre tú y yo?

Él alzó la vista y negó de inmediato

—No, basta, esa bufanda es de… es de Valentina.

—¿Cómo? ¿Así que te quedaste con un recuerdo de tu ex esposa? Y dijiste que nunca la quisiste, y mírate, mentiste.

—Yo nunca dije que nunca la quise, por favor, Laura, siempre he querido a Valentina, ha sido amiga de mi sobrina por mucho tiempo, estuve con ella en su peor momento, no soy un desalmado, me duele que sufra, nunca quise lastimarla, la bufanda se quedó en casa, la tengo conmigo, porque tirarla no era justo.

—¿Y la piensas guardar como una reliquia del corazón? —exclamó bufona

Él la miró severo

—No te metas, Laura, ahora dámela.

La mujer se alejó de su alcance, tomó unas tijeras de un cajón y amenazó con cortarla

—Dime la verdad, ¿La amas? ¿Te enamoraste de Valentina?

Scott se quedó perplejo, no esperaba esa pregunta, pero por primera vez sintió que era difícil responderla

—Devuélveme la bufanda.

—¡No! —exclamó en un grito, intentó hacerla trizas, pero Scott lo impidió acercándose, quiso arrebatarle las tijeras y al final, ella terminó lastimándose, chilló al sentir el dolor cortante en su piel, Scott la curó de inmediato, pero logró quitarle la bufanda

—¡LO siento mucho!

—Tengo miedo, Scott, miedo de que me hayas dejado de amar, y ahora tu corazón le pertenezca a ella, que te arrepientas y quieras salir a buscarla.

Scott bajó la vista, sintió que sus mejillas se cubrían de un rubor escarlata difícil de ocultar

—Laura, me divorcié de Valentina para cumplir nuestra promesa de casarnos, todo quedó atrás, a Valentina siempre la querré, es como mi sobrina, como alguien a quien adoro, eso es todo, velaré por su bienestar, siempre me va a importar, pero no como mujer.

—Pero, tú le hacías el amor cada noche, no creo que ese sea el mejor ejemplo de un amor fraternal, hace unos días me llamaste por su nombre, no lo sé, Scott, no eres el mismo hombre que deje.

—¡Claro que no! —exclamó de pronto—. Me dejaste en el altar, me dejaste sufriendo, Laura, me partí de dolor, sufrí, lloré, no soy el mismo hombre, ¡Claro que cambié! Tuve que hacerlo, de lo contrario, no hubiese sobrevivido, no sería este hombre, sino uno muy cruel. Y puedes pensar lo que quieras sobre mi anterior matrimonio, pero, Valentina me salvó la vida, estuvo a mi lado, cuidándome, amándome sin reservas, y sé tus razones, pero aún así siempre cuidaré de Valentina.

Laura se quedó perpleja al escuchar sus palabras, luego de que ella le contó sobre la supuesta violación, él jamás volvió a reprocharle nada, ahora estaba ahí, haciéndolo.

Se levantó y ella le miró atónita

—¿A dónde vas?

—Me voy, mañana nos vemos —dijo y tomó la bufanda del suelo, mientras se iba

Laura se quedó atónita, sintió un gran miedo

«No puedes hacerme esto, Scott, no debes dejar de amarme, menos ahora, cuando más lo necesito. No puede ser que te hayas enamorado de la tonta niña Valentina Dion, eso es imposible, aunque claro, es joven, es bonita, pero no, tú me amas a mí, no puedes dejarme a mí y a mi bebé solos, padeciendo nuestra suerte, tengo que ser tu esposa, antes de que ese maldito venga por mí» pensó con temor.

Scott subió a su auto, consigo llevaba la bufanda de Valentina, manejó por la noche, estaba tan estresado, no podía pensar en nada que no fuera ella, ¿Cómo estaría? ¿Volvería?

«¡Me estoy volviendo loco! Solo quiero saber que estás bien, Valentina, no puedo con esta angustia» pensó, deteniendo el auto, sin poder avanzar, cerró los ojos un momento, y solo pensó en ella, recordó como la vida cambió en menos de un mes, con la llegada de Laura, fue de pronto, como un torbellino, los sentimientos de nostalgia, el pasado volvieron, y el saber que ella fue abusada, y que por eso huyó de su lado, eso lo doblegó, se sintió impotente, frustrado, y culpable creyendo no haberla cuidado como debía, si ella lo hubiese dejado por otro, Scott no hubiese dudado en echarla de su lado para siempre, y aborrecerla por la eternidad, pero ella en su mente, solo era un pobre víctima, que merecía su amor y comprensión.

Volvió a llamar al móvil de Valentina, hasta convencerse de que ella no le respondería más, condujo directo a la casa, pero no a la mansión Brighton, sino a la misma casa en la que él y Valentina vivieron por estos seis meses.

Cuando llegó, no le pasó desapercibido que todo se la recordaba, fue a la habitación, se dio un largo baño de tina, luego fue directo a recostarse, toda la habitación olía a ella, en cada rincón, observó la cama, recordó la última vez que habían hecho el amor, hace tres semanas, sintió frío, a recordar los reclamos de Laura como un petardo en sus oídos

«—¡Mientes! Ni siquiera te diste cuenta, dime ¿Era tan bueno el sexo entre ustedes dos?»

Él debía admitirlo, sí, el sexo entre él y Valentina era realmente fabuloso, incluso mejor que con Laura, eran afines, Valentina siempre lo complacía, lo disfrutaba, había química, más allá de eso, dulzura, pasión.

Scott tocó la cama, ella ya no estaba, se recostó sobre la cama, entre sus manos sostenía esa bufanda, haciéndose un ovillo, dejando que la culpa, el remordimiento y sus mentiras, cubrieran su cuerpo esa noche.

Valentina estaba en el aeropuerto del Mediterráneo, salió para tomar un taxi al hotel más cercano, estaba por abrir la puerta de su taxi, cuando alguien tomó la puerta primero, y subió, ella lo maldijo, furiosa, pero no pudo evitar que se fuera con su taxi, miró a todos lados, debía esperar un nuevo taxi, se sentía tan cansada, tenía un sueño descomunal

—¡Qué gente tan grosera! ¿No lo cree?

Ella miró al hombre, se quedó extrañada, miró sus ojos de un verde brillante, como esmeraldas al sol

—Sí.

—No te preocupes, pronto tomarás un nuevo taxi, me dijeron que el aeropuerto es un poco peligroso, sobre todo siendo tan temprano, si me lo permite, me quedaré aquí hasta que tomes un taxi.

Ella frunció el ceño, una alarma se encendió en su mente

—¿Por qué?

—Bueno, me gusta ser caballeros, y cuidar a las mujeres que lo necesitan.

—Yo no lo necesito.

Él sonrió un poco

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