Falso Amor Del Italiano romance Capítulo 15

BRENTT

SEMANAS ANTES…

Miro a toda la multitud de mafiosos que me alaban y me vitorean al ser proclamado como su nuevo Capo, desde pequeño me han criado así, desde a muy corta edad he sabido el destino que me esperaba, no porque mi padre me lo dijera y confirmara al ser mayor de edad, sino, porque siempre fui muy observador, me di cuenta de que así como respetaban a mi padre y lo alababan, bajaban la mirada cada que el pasaba e imponía miedo con solo su presencia silenciosa, algún día sería mi turno.

Para esto le entrené tanto tiempo, para este día en el que ahora, como líder de la mafia italiana, podía manejarla a mi antojo, y una de las cosas que voy a hacer es derrocar a la orden, después de todo, así como se es líder por elección, soy desconfiado hasta de mi propia sombra, no solo se trata de estar en el radar de la pirámide y de ser el primer enemigo proclamado de la mafia rusa y turca, sino, que ahora mis hijos y Lynette, son como un enorme letrero de luces que en cualquier momento van a querer apagar.

Conocía los riesgos, he ahí de que le ofreciera una cantidad exorbitante por ser mi esposa un tiempo y haber dado a luz a mis hijos, sino, porque en cualquier instante o descuido mío, puede morir, no me importa mucho, sin embargo, es la madre de mis hijos, gracias a ella están aquí, le prometí algo y yo tengo palabra.

—Sigo pensando que es una pésima idea el haberte casado con una extranjera y no con una italiana, con alguien que haya nacido bajo las reglas de la organización.

La voz de mi padre me amarga la existencia, le miro de soslayo, se toma la libertad de tomar asiento a mi lado, la música mezclada con las charlas exageradas de los demás, hace que dé dolor de cabeza.

—¿Y desde cuándo te importa lo que yo haga? —mantengo la mirada fija en las mujeres desnudas que bailan delante de nosotros—. No te desgastes, padre, que ambos sabemos que solo me has dado el puesto de Capo, porque quieres manejar los hilos de la organización tras bambalinas, la orden.

Mi padre esboza una media sonrisa que no tiene gracia, que más bien es como una advertencia.

—¿Qué diría tu madre al escucharte hablar de esto?

Esta vez volteo a verlo, es un desgraciado, mencionar a mi madre justo en este momento, es un golpe bajo, aún si yo lo hiciera, no caigo en su juego, solo trata de molestarme y provocarme para dejarme mal frente a mis hombres, mi gente.

—¿Sobre mí? ¿O sobre lo decepcionada y asqueada que estaría de ti?

Guarda silencio al igual que yo, como suele pasar cada que nos queremos asesinar y sacar los ojos.

—Como que se te está olvidando cuál es tu lugar.

—Mi lugar es el del Capo —me pongo de pie y le miro de frente—. Te advierto de una vez que nadie maneja los hilos más que yo, no importa lo que hagas, no importa si te unes a la orden, o si la Cosa Nostra está en contra de mi matrimonio y familia, aquí, quién toma el mando sin cadenas soy yo.

Me doy la media vuelta y escucho su risa a mis espaldas.

—Eres igual a ella, a tu madre —musita—. Terco y decidido, solo recuerda lo que le pasó.

Me miro por encima del hombro y enarco una ceja con incredulidad.

—¿Acaso me estás amenazando? Padre.

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